Departamento de Cultura y Política Lingüística

207. Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora (Alaitza, Iruraiz-Gauna)

ETAPA 5: SALVATIERRA-AGURAIN • VITORIA-GASTEIZ

Las pinturas murales medievales

Las pinturas murales que revestían los muros de los templos cristianos se caracterizan por su función didáctica, ya que a través de estas representaciones y de la escultura, pretendían educar y dar a conocer los dogmas de la fe cristiana a los feligreses que en la época eran analfabetos en su inmensa mayoría. Estas pinturas se caracterizan por tener un lenguaje expresivo y cargado de un gran simbolismo, un lenguaje que el pueblo entendía y a través del cual intepretaba las pinturas los muros y comprendía el mensaje que transmitían.

Los testimonios más antiguos conservados de pintura mural en las iglesias alavesas nos sitúan en el románico, un estilo que había irrumpido con fuerza en el territorio de Álava en el siglo XII. Los templos de las iglesias eran recubiertas por pinturas al fresco cuya temática era religiosa en la mayoría de los casos. Se representaban escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento, de la vida de los santos, del Juicio Final o de la vida después de la muerte. Las representaciones eran esquemáticas, con imágenes que se superponen, con una amplia gama de colores que no se mezclan entre sí, y que se adecúan a las formas redondeadas del ábside o bóvedas.

La autoría de las pinturas murales de fines de la Edad Media no suele ser conocida ya que en esta época quienes ejecutaban las pinturas eran considerados artesanos (no artistas). No obstante cada pintor tenía su estilo que a día de hoy puede dar lugar a ser reconocido y, por comparación, es posible relacionarlo con pinturas de distintos templos, esclareciendo en ocasiones su trayectoria.

El misterio de Alaiza

El sencillo templo románico del núcleo rural de Alaiza que data del siglo XIII guarda en su interior un conjunto de pinturas murales que sorprenden tanto al visitante como a la comunidad científica. Estas resultan toda una rareza, ya que nada tienen que ver con lo que acostumbra el estilo románico, que por ejemplo se puede observar en la iglesia de San Martín de Tours del vecino concejo de Gazeo. Y es que la interpretación de las pinturas de Alaiza a día de hoy sigue siendo una incógnita, debido a su originalidad respecto a los temas que trata, como a su ejecución. Sorprende la representación de escenas anecdóticas de la vida medieval, dispuestas de una forma que aparentemente no guarda un orden, en un lugar sagrado como es el templo.

Atravesando el umbral de la entrada, las pinturas del ábside y las que se extienden a lo largo de la bóveda del presbiterio generan una gran expectación. Se trata de un conjunto pictórico monocromo, de color ocre, de rudimentaria ejecución, dispuesto sobre un fondo de color claro. Las figuras destacan por su esquematismo y forman un conjunto que no es unitario, ya que se distinguen distintas etapas pictóricas que se superponen. Se observan dos unidades pictóricas que pertenecen a épocas distintas, siendo las más antiguas las que están ubicadas en la zona del ábside, de la línea imposta hacia arriba. Se trata de escenas que resultan más narrativas y son las más destacadas. Llama la atención la curiosa forma de representar los ojos de los personajes, siendo almendrados y con las cuencas vacías. Las pinturas que se encuentran debajo de la línea de imposta son posteriores, ya que fueron realizadas en el siglo XV y presentan motivos arquitectónicos en color rojo (a modo de falsos sillares, ladrillos, vanos, etc.).

La originalidad del conjunto también destaca por su temática, ya que no se corresponde a lo que tradicionalmente se representa en el románico. La temática de las pinturas de Alaiza es doble: por una parte aparecen escenas de la vida cotidiana medieval, entre las que destacamos un cortejo fúnebre o un ritual social protagonizado por mujeres que portan ofrendas; y por otra, acontecimientos bélicos, como el asedio a un castillo con personajes que portan armamento de la época medieval (lanzas, escudos y ballestas) y caballeros vestidos con armaduras que luchan entre sí, entre los que se distingue a uno con una corona que representa a un rey.

Las figuras del presbiterio se disponen en una serie de franjas, en la que se distinguen, por un lado, en la pared norte una mujer con toca, que la identifica como mujer casada, pariendo sobre un recipiente, o el ataque de un hombre sobre otro que está recostado en la cama que es detenido por un tercero que porta una gran espada. Por otro, en la pared sur, encontramos la representación de animales domésticos, tres peregrinos y un hombre que porta un cuerno.

La interpretación del conjunto pictórico ha llevado a crear diferentes teorías que no terminan de esclarecer su significado ni su cronología. Mientras algunos afirman que las pinturas de Alaiza son una representación de los roles que hombres y mujeres de la sociedad medieval cumplían, otros sostienen que pueden corresponder a hechos vividos en la Llanada Alavesa durante la segunda mitad del siglo XIV, como fue la batalla de Nájera, ocurrida en el año 1367. Sea como fuere, el conjunto pictórico no deja indiferente a nadie, y hace de este templo románico una de las iglesias más sorprendentes del País Vasco.

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