Departamento de Cultura y Política Lingüística

254. Convento de las Brigidas (Lasarte-Oria)

ETAPA 2B: HERNANI • BIDANIA

A mayor gloria de Dios y de los Oquendo

Desde que el Cristianismo se convirtió en religión oficial del Imperio Romano las élites ocuparon un lugar privilegiado en la Iglesia. No solamente en la vida, sino también pretendieron seguir mostrando su poder e influencia tras su muerte y para ello eligieron el lugar donde pudieran ser observados por todos los fieles: el templo.

Durante la Edad Media este comportamiento continuó y reyes y reinas, la nobleza y el clero construyeron capillas particulares, por medio de importantes donaciones realizadas a catedrales, monasterios e iglesias parroquiales. En este sentido, el País Vasco no fue una excepción y el sistema del patronato laical supuso una forma para que la pequeña nobleza pudiera enterrarse de forma más o menos ostentosa, pero desde luego preeminente. Mediante el patronato, estos laicos (muchos de ellos eran Parientes Mayores), contaban con una serie de privilegios entre los que se contaba el de disponer su blasón en los lugares más visibles de la iglesia, recibir los diezmos, nombrar a los clérigos que servirían en ella y enterrarse en la capilla mayor o en la disposición principal de entre las demás sepulturas.

Al final de la Edad Media, los nuevos linajes que comenzaban a enriquecerse y ascender socialmente quisieron emular a los Parientes Mayores pero se toparon con que la mayoría de iglesias no les eran accesibles y, en el mejor de los casos, solamente pudieron compartir esa visibilidad que perseguían con otros linajes con sus mismas ambiciones. En Gipuzkoa, los casos de los matrimonios formados por Juan Pérez de Licona y María Ibáñez de Sasiola (en 1503) y por Juan López de Lazarraga, contador mayor de los Reyes Católicos, y Juana de Gamboa (en 1510) constituyen los primeros ejemplos de fundaciones de conventos por iniciativa particular. Gracias a la notable influencia y riqueza que adquirieron estos linajes, se beneficiaron de la eclosión que vivían las casas de religiosos, especialmente las de las órdenes mendicantes (franciscanos, dominicos, etc.) presentándose como sus promotores y benefactores.

En el caso de Lasarte, la parroquia local, erigida en 1569 al calor de la Reforma católica, era sostenida por toda la comunidad, ya que su fundación tuvo como condición que no restara ingresos a las parroquias que antes tenían su jurisdicción en este lugar. Constituía un templo humilde que nunca albergó capillas particulares promocionadas por los potentados del lugar.

Así, los descendientes de una de las casas más importantes de Lasarte, el solar que precisamente lleva el nombre de la población, decidieron constituir un convento donde se pudieran enclaustrar dos de sus hijas y que, a futuro, sirviese al matrimonio de mausoleo funerario de forma separada al resto de lasartearras. Proyectada en 1667, fundada en 1671 y consagrada en 1675, esta joya de la arquitectura barroca fue patrocinada por Miguel Antonio de Oquendo, hijo natural del almirante Antonio de Oquendo (quien lo reconoció como legítimo), y su esposa Teresa de San Millán para engrandecimiento de la religión católica y en representación pública de su piedad.

El convento de las Reverendas Madres Brígidas de Lasarte

El convento es un conjunto de cuerpos organizados en dos grupos. De la primera etapa fundacional son la iglesia y los dos cuerpos que se desarrollan de forma simétrica a cada lado. Enmarcando esta parte central, presenta otros pabellones laterales, que han otorgado al acceso una planta en forma de “U”. El conjunto está prácticamente rodeado de jardines y huertas, aunque estas últimas fueron más amplias hasta que fueron enajenadas recientemente.

El conjunto más antiguo se compone de una iglesia de una sola nave, cubierta mediante una bóveda de lunetos, de planta ovalada, a la que después se le adosó una cabecera circular en el interior, aunque rectangular al exterior. Su portada es de sillería arenisca mayormente, excepto un panel enfoscado, donde se abren dos óculos y una ventana rectangular y figuran sendos escudos. Este cuerpo avanza respecto a la línea de la fachada y aparece rematado por un frontón triangular y una cruz en el hastial. Las alas laterales presentan un planteamiento regular, con ventanas rectangulares apaisadas, en la planta baja, y verticales y molduradas, separadas por monogramas de Cristo y de la Virgen, en las superiores. Las plantas, tanto en estas como en otras alas del edificio, aparecen separadas por platabandas. El pabellón lateral que queda a la derecha mirando a la portada, cuyos muros no están revestidos, consta de una entrada sobria y de corte clásico, aunque está rematada por escudos y otros elementos decorativos. La planta inferior aparece construida de mampostería de arenisca y la superior de ladrillo. El conjunto conventual se remata con un campanario.

En el interior, la iglesia está presidida por un retablo barroco, donde destaca una figura de alabastro policromado traída de Brasil por el propio Oquendo, que representa a Nuestra Señora del Consuelo. Bajo el altar mayor, se ubican las sepulturas de los promotores del convento.

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