Departamento de Cultura y Política Lingüística

179. Iglesia de San Salvador (Legorreta)

ETAPA 3: TOLOSA • ZEGAMA

La institución de la parroquia en el Antiguo Régimen

Una de las características de la Iglesia antes de la revolución liberal (antes de la Revolución francesa) es que jurídicamente está separada del ámbito civil y, teóricamente, las leyes y las autoridades laicas no tienen poder sobre las instituciones religiosas ni tienen jurisdicción sobre clérigos y religiosos. Así, sobre el papel, solamente los tribunales eclesiásticos podían juzgar determinados tipos de casos y a los miembros de su jerarquía.

En la práctica, la relación del alto clero y de la nobleza era muy estrecha y las decisiones de la alta política eclesiástica estaban influidas por los reyes y las instituciones civiles superiores. Y esto a pesar de las constantes normas que la iglesia promulgaba para evitar la injerencia seglar.

No obstante, existía una institución en la que los límites entre el brazo seglar y eclesiástico se difuminaban de forma oficial: la parroquia. Se trata de la institución más básica de la Iglesia y que tiene como base la comunidad local, sea campesina o urbana. Su propia designación aglutina los 3 aspectos básicos que la definen: parroquia significa, a la vez, comunidad de fieles, territorio jurisdiccional y templo.

Estos tres elementos se entremezclan en prácticamente todo lo que tiene que ver con esta institución. Por ejemplo, en 1564, Baltasar de Beroztegui, señor de la casa de su apellido y uno de los parroquianos más ilustres, demandaba que le correspondía una sepultura ubicada en la iglesia, que le estaba siendo disputada. Su casa, se situaba en el territorio de referencia de la iglesia local y, por tanto, a él y a los difuntos de su casa les correspondía un lugar en el templo.

Veamos otro ejemplo. En 1583, el clérigo Juan de Zabala pretendía la rectoría de Legorreta, porque contaba con bulas papales que le otorgaban ese título. Los vecinos y el concejo del lugar acudieron a los tribunales eclesiásticos para rebatir este nombramiento, ya que se trataba de una parroquia de patronato comunitario, por lo que el nombramiento de los clérigos correspondía a los pleiteantes. Esto era común en muchas iglesias de Gipuzkoa y la elección del clérigo que ocuparía este cargo eclesiástico se hacía mediante votación entre los miembros de la comunidad parroquial. No olvidemos que las rentas que percibía el cura se sufragaban mediante los diezmos que pagaban los fieles del territorio que tenía la parroquia a su cargo. Además, comúnmente, se preferían a los clérigos que eran hijos de la propia localidad, por lo que la simbiosis entre la parroquia y la comunidad era profundísima.

Los laicos que formaban la comunidad local también tenían parte en la gestión de las parroquias. Incluso en aquellas que se encontraban bajo el patronato de señores, quienes tenían la potestad de cobrar diezmos, nombrar clérigos y ocupar los lugares privilegiados en el templo. La administración del edificio y de los bienes correspondientes a la parroquia se hacía entre uno o varios clérigos y mayordomos laicos. Ellos controlaban los ingresos y los gastos del día a día, pero también de las grandes inversiones extraordinarias (como ampliaciones, fabricación de retablos, etc.). Como ocurrió en 1598 entre Miguel de Eguía y Pedro de Aulia, vecinos de Legorreta y aspirantes al cargo de mayordomo seglar, en ocasiones había disputas sobre diferentes aspectos de su ejercicio, que eran tratados ante la justicia eclesiástica, a pesar de su condición de seglares.

El templo de San Salvador

La iglesia de Legorreta es una construcción de sillarejo, con una nave de planta rectangular y ábside ochavado. Su construcción se corresponde con una reconstrucción del Renacimiento, cuyo elemento más antiguo es su portada tardogótica, aunque el remate del campanario, fabricado en sillería de arenisca, es barroco.

En el interior, cubierto mediante bóvedas de crucería, destacan el retablo mayor y los colaterales, obra del prolífico maestro Juan Bautista Sagües, integrante del taller de Tolosa, contratados en 1695. De factura barroca y adscritas al estilo churrigueresco, el recargamiento de las tablas mediante recursos vegetales y frutales es una de sus características principales. El retablo que preside el altar está dedicado al titular de la iglesia, Cristo Salvador, de forma que las seis pinturas que contiene relatan escenas de su vida (Anunciación, Adoración, Última Cena, Prendimiento, Crucifixión y Ascensión), enmarcadas en una exuberante arquitectura, donde destacan sus 4 columnas salomónicas del piso inferior.

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