Departamento de Cultura y Política Lingüística

198. Ermita de San Juan de Amamio (Araia, Asparrena)

ETAPA 4: ZEGAMA • SALVATIERRA-AGURAIN

El despoblado de Amamio

Los despoblados son pequeñas aldeas altomedievales que en un momento dado fueron abandonadas desapareciendo casi en su totalidad. El poblamiento de la Llanada Alavesa se caracteriza por ser disperso, es decir que el territorio está poblado por pequeños núcleos poblacionales próximas entre sí. De esta forma, actualmente existen en el territorio alavés un total de 336 entidades cuya personalidad jurídica es la del concejo. Estos concejos son los herederos supervivientes de esas pequeñas aldeas medievales, que consiguieron perdurar hasta la actualidad.

Este tipo de poblamiento, el de las aldeas dispersas por el territorio, tiene su origen en la tardo-antigüedad, entre los siglos III y V. En estos siglos el Imperio Romano vivió su decadencia y caída que trajo consigo una reestructuración de la economía con objeto de que el estado obtuviera un incremento de los impuestos. Además de sostener el aparato imperial, esta remodelación buscaba hacer frente a la inseguridad militar ocasionada fundamentalmente por el acoso que ejercían los pueblos germánicos a las fronteras del Imperio. A raíz de esta reconfiguración económica, de una explotación más intensa del territorio rural y, quizá, de la inseguridad provocada por las incursiones, ciudades como Veleia perdieron importancia a favor de un poblamiento más disperso. Quedó así el territorio alavés conformado por el tipo de poblamiento que la caracteriza.

En la Edad Media sin embargo, a partir del siglo XII las políticas de ordenación territorial llevadas a cabo por los reyes de Navarra, bajo cuya jurisdicción se encontraba este espacio, cambiaron el panorama. Los reyes comenzaron a otorgar los fueros a determinados núcleos, conformándose estas en villas, concediéndoles ciertos privilegios que las situaban en un estatus superior respecto a los demás núcleos. Dicha política iniciada por los reyes navarros fue continuada por los reyes castellanos a partir del año 1200. Las villas, que con este nuevo estatus vivieron un florecimiento económico, fueron un polo de atracción para los habitantes de las pequeñas aldeas de su entorno, provocando su abandono y traslado a las mismas. Con el abandono de las pequeñas aldeas, muchas desaparecieron prácticamente en su totalidad, quedando únicamente en pie sus iglesias rurales, hoy en día convertidas en ermitas.

Ermita de San Juan, el último vestigio del poblado de Amamio

La ermita de San Juan es la única huella que queda en pie del pueblo de Amamio, núcleo de población que aparece mencionado por primera vez en el documento del siglo XI de la Reja de San Millán de la Cogolla. Este registro contabiliza la aportación de los poblados de la Llanada Alavesa y las zonas de Montaña al monasterio de San Millán de la Cogolla (la reja de hierro era, posiblemente, una unidad de medida para el pago de diezmos).

La ermita, antigua iglesia rural de Amamio, domina una ladera situada entre las localidades de Araia y Albéniz, y se mantiene en pie a pesar de su abandono en torno al siglo XIV. Dedicada a San Juan Bautista, constituye un magnífico ejemplo del románico rural alavés. Construida en el siglo XII, el templo de pequeñas dimensiones es de planta rectangular y está construida con sillares de gran calidad. Con una nave única y una cubierta de bóveda de cañón, presenta una cabecera recta en el que se abre un vano abocinado. Dicho vano en su exterior está formado por un arco de medio punto moldurado y presenta motivos decorativos típicos de la época como es el ajedrezado jaqués. La ventana flanqueada por dos columnas presenta capiteles en los que se representan dos leones y un águila. Este templo constituye uno de los mejores ejemplos del románico del País Vasco.

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