Departamento de Cultura y Política Lingüística

189. Iglesia de San Miguel (Idiazabal)

ETAPA 3: TOLOSA • ZEGAMA

Una iglesia bajo el control de los Lazcano

Durante la Baja Edad Media, los linajes más poderosos del País Vasco vieron en las parroquias una herramienta para su enriquecimiento, lograr influencia social y prevalecer sobre el resto de los parroquianos. Así, los que no contaban con este tipo de recursos, que consistían en una serie de derechos conocidos como patronato, se afanaban por conseguirlos, de forma legal o ilegal.

En el caso de la iglesia de San Miguel, no conocemos la forma en que los señores del Lazcano se hicieron con su patronato. Comunmente se considera que el acceso a las iglesias del Goierri en las que mantenía este tipo de derechos se hizo mediante acuerdos temporales con los parroquianos, privilegios que después se negaron a devolver. En el contexto de la Guerra de Bandos, la cabeza del bando oñacino posiblemente ofreció su protección a estas aldeas ante las incursiones de los gamboínos y, como contraprestación, se le otorgaría a él y a sus sucesores (por limitadas generaciones) la primacía sobre el templo.

En todo caso, ante el incumplimiento de las obligaciones que suponía el patronato, los parroquianos solían acudir a los tribunales. En algunos casos la presión ejercida fructificaba en acuerdos entre las partes litigantes, pero frecuentemente las iglesias solían ser desatendidas. Así, en 1576, los vecinos de Idiazabal reclamaban que Felipe de Lazcano había nombrado a un clérigo foráneo para un cargo eclesiástico en la parroquia de San Miguel, mientras que su ancestro se había comprometido a elegir a los candidatos entre vecinos de la localidad.

A pesar de estos conflictos, la iglesia de San Miguel presenta una factura de notable calidad y el patronato señorial al que estaba sujeta no parece haber afectado a su riqueza artística.

Un templo de gran valor estético

La parroquia actual de San Miguel de Idiazabal mezcla en su construcción varios estilos arquitectónicos. En primer lugar, hallamos la subrayable portada que se erige a los pies del templo, datado a inicio del gótico (posiblemente del siglo XIV). Una serie de arquivoltas enmarcan el vano de entrada, rematados todas ellas por arcos apuntados. El intradós del baquetón del guardapolvo aparece engalanado por arquillos trilobulados. Lo más representativo de la portada es la sucesión de relieves que engalanan las arquivoltas, que muestran así decoraciones geométricas (dientes de lobo) como entrelazos, símbolos astrales, elementos antropomorfos (caras), cruces y monogramas, etc.

Por otro lado, la cabecera ochavada y destacada, erigida al final del gótico, preside el templo por el este, siendo el resto de la edificación de época renacentista. El cuerpo del edificio se organiza en tres naves, más ancha la central que las laterales, y la bóveda de crucería se apoya en sólidos pilares cilíndricos y en delgadas pilastastras adosadas en las paredes laterales. A los pies, aparece una torre campanario de planta cuadrada, adosado al edificio en época barroca. Todos los muros perimetrales del templo se encuentran fabricados en sillería de arenisca, lo que supone una importante inversión económica.

Entre los elementos litúrgicos muebles que se encuentran en la iglesia, destacar la pila bautismal monolítica procedente de la ermita de Nuestra Señora de Gurutzeta, decorada con arquillos de herradura, que se considera perteneciente al prerrománico. Por otro lado, encontramos el altar mayor enteramente dorado, de estilo rococó, fabricado entre 1741 y 1743 por Miguel de Irazusta. Consta de tres calles y está coronado por un cascarón de cuarto de naranja que se adapta al ábside ochavado. Su configuración resalta la calle central, donde se destacan, por un lado, un monumental sagrario y, especialmente, la escultura de San Miguel, que fue encargada y sufragada por el propio patrón de la iglesia y cuyo autor muy presumiblemente fue Luis Salvador Carmona, importante escultor del momento.

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