Departamento de Cultura y Política Lingüística

263. Parroquia de San Miguel Arcangel (Mutiloa)

ETAPA 3B: BIDANIA • ZEGAMA

El culto a San Miguel, desde Asia Menor hasta el Goierri

El culto a San Miguel se extiende por toda la Cristiandad a partir del siglo VIII. Su culto se expandió desde Oriente Próximo a la Península Itálica en los siglos finales del Imperio Romano (ss.III al V) y, finalmente, desde el siglo VI al VIII, a prácticamente todo el continente. En la Península Ibérica apenas se conocen iglesias con su advocación hasta este momento final, por lo que la gran mayoría de éstas surgieron durante el período álgido de construcción de iglesias en Europa, también a partir del 700.

En el territorio guipuzcoano no tenemos ninguna evidencia tan antigua del culto al Arcángel pero, en todo caso, su presencia en época posterior sí es notable, ya que más de 30 templos estuvieron dedicados a San Miguel. Concretamente un tercio de ellos se puede ubicar en las localidades de Altzaga, Ezkio, Gabiria, Gaintza, Idiazabal, Lazkao, Legazpi, Legorreta, Mutiloa y Segura, es decir, en la comarca del Goierri. Es posible que fuera el prestigio del relativamente cercano Santuario de San Miguel in Excelsis de Aralar (Uharte-Arakil, al norte de Navarra) la que inspirara la expansión de la advocación del Arcángel al sur de la provincia de Gipuzkoa.

En todo caso, lo cierto es que varias de las parroquias de ese elenco, las de Lazkao, Idiazabal y Mutiloa, pero también la de Ataun, fueron de patronato del linaje de los Lazcano y todas comparten una característica: en sus retablos aparecen unas tallas de San Miguel Arcángel con una iconografía prácticamente idéntica. Las representaciones consisten en figuras de jóvenes, alados, uno de cuyos pies subyuga a un demonio, mientras su torso se gira para impulsar el brazo opuesto, que sujeta una espada, y se prepara para propinar el golpe fatal a la bestia; el otro brazo sujeta un escudo. Se encuentran vestidos con ropajes que recuerdan a los uniformes legionarios romanos (faldas, sandalias de caño alto, cascos adornados de penachos de plumas, etc.), aunque realmente consisten en interpretaciones fantasiosas de los mismos.

Curiosamente, la primera representación guipuzcoana de San Miguel de esta guisa es la del convento de Santa Ana de Lazkao (1714-1716, desconocemos su autor) y, aunque la figura resulta aún bastante arcaizante y porta un cetro en lugar de un escudo, quizá sea la que inspiró la sustitución de la iconografía clásica del Arcángel en Gipuzkoa. Antiguamente se le representaba con lanza en actitud totalmente estática. Será a comienzos de la década de los años 40 del siglo XVIII cuando, de manos de Luis Salvador Carmona, destacado escultor del ámbito cortesano, se introduce el nuevo modelo plenamente desarrollado. Esta nueva imagen se manifestará en uno de los colaterales de la parroquia de Santa Marina de Oxirondo (Bergara) pero también en la de San Miguel de Idiazabal. En el segundo caso es casi seguro que el autor es el citado maestro y está probado que la figura fue encargada (en Madrid) y sufragada por el señor del palacio de Lazcano, Juan Raimundo de Arteaga, patrón de los templos ya citados.

Las esculturas de la parroquia de Lazkao, de Ataun y Mutiloa son claramente de factura más humilde pero están inspiradas en el modelo desarrollado por Carmona. Curiosamente, en Mutiloa encontramos dos esculturas que representan a San Miguel. Una se encuentra presidiendo la portada de la fachada sur y, a pesar de su buena factura, resulta más sobria que las precedentes (desconocemos la fecha y el autor del trabajo). La otra, integrada en la hornacina principal del retablo mayor, presenta un mayor desarrollo de los ropajes, las cuales muestran un vuelo más destacado que en la primera. Fue esculpida por Francisco de Azurmendi entre 1771 y 1773 y muestra ya cierta estética neoclásica.

La parroquia de Mutiloa

El cuerpo principal del edificio fue construido en sillería arenisca a fines del siglo XVI y comienzos del XVII y quedó culminado a mediados del siglo XVIII, cuando se le añadieron la torre, el arco del coro y las portadas (1739-1759). En su interior se constituye en una iglesia de planta de salón cubierta de bóvedas estrelladas y se ilumina naturalmente por las ventanas adinteladas y abocinadas que se abren entre los contrafuertes de la fachada sur (el muro norte es ciego). El retablo mayor, al que hemos hecho mención, presenta una clara influencia neoclásica, aunque su planta semicircular, adaptándose a su ábside ochavado, y los avances y retranqueos de de su arquitectura nos remiten claramente a un estadio anterior.

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