Departamento de Cultura y Política Lingüística

20. Santuario de Arantzazu (OÑATI)

ETAPA 2: ZUMARRAGA • ARANTZAZU

La patrona de Gipuzkoa

Cuenta la leyenda que la imagen de la Virgen de Arantzazu fue encontrada en un espino, acompañado de un cencerro, por un pastor llamado Rodrigo de Balzategi, “Errodrigotxo”, quien exclamó: “Arantzan Zu!” (¡Vos entre espinas!), dando nombre así a la Virgen y al santuario que en adelante se construiría en torno a la misma. Afirma la tradición que este suceso tuvo lugar en 1468, en una Gipuzkoa inmersa, por una parte, en reparar las graves consecuencias de la guerra entre los bandos señoriales de Ganboa y Oñaz, y, por otra, en pleno proceso de consolidación de sus estructuras políticas y jurídicas. Se consideró que esta aparición mariana vino, por tanto, a reforzar la paz y la constitución política de la Provincia.

Poco después de la aparición de la Virgen, Juana de Arriaran patrocinó la construcción de la primitiva ermita y de una hospedería para peregrinos aledaña. Merced a su iniciativa su hijo, Pedro de Arriaran, fraile mercedario, estableció para 1493 una primera comunidad mercedaria. Tras varios altibajos y disputas entre las órdenes de los franciscanos, dominicos y jerónimos, en 1514 fue la Orden Franciscana la que se estableció de forma definitiva. El convento tuvo una existencia azarosa pues tuvo que ser reconstruido en tres ocasiones tras ser destruido por otros tantos incendios en 1553, 1622 y 1834.

Aunque oficialmente no fue nombrada como patrona de Gipuzkoa hasta 1918, durante siglos fue muy venerada por sus habitantes que fundaron santuarios e instituciones piadosas en honor a la Virgen de Arantzazu en territorios de ultramar, entre los que cabe destacar el santuario de Nuestra Señora de Aránzazu, patrona de la ciudad de San Mateo (Provincia de Rizal, Filipinas), advocación llevada por el jesuita Juan de Echezabal en 1705, o la Cofradía de Nuestra Señora de Aranzazu, creada en la ciudad de México en 1681, e impulsora del Colegio de las Vizcaínas, primer colegio laico para mujeres del continente americano, fundado en 1767. De hecho, en 1738 fue adoptada como patrona de la Provincia franciscana de Cantabria (País Vasco, Navarra, la actual Cantabria y Burgos).

Un conjunto artístico de referencia mundial

En 1950 la orden franciscana decide construir una nueva basílica que fuese relevante artísticamente. En el proyecto seleccionado intervino un elenco de algunos de los principales artistas de la época, pero el atrevimiento de sus obras motivó que su construcción permaneciese interrumpida durante 15 años. La nueva basílica, obra de los arquitectos Sáenz de Oiza y Luis Laorga, se edificó sobre las estructuras de la anterior construcción que se transformó en cripta. Se yergue en un espacio montañoso, al borde de un espectacular precipicio, y destaca por su robustez y por la ausencia de materiales valiosos y decorativos, los cuales serían extraños en ese ambiente agreste. Se opta por materiales como la piedra, la cal, la madera y el hierro forjado, más acordes con el mismo.

Consta de una única nave de 66 m de longitud y 20 de ancho y de crucero, sin columnas que se interpongan entre el umbral y el ábside con el camarín de la Virgen. Dicho ábside, obra de Lucio Muñoz, se inspira en el paisaje agreste de Arantzazu. Se ilumina mediante ventanales que semejan ojos de buey, cerrados con vidrieras de fray Javier María Álvarez de Eulate. La fachada está enmarcada por dos torres, al igual que la torre del campanario lateral de 44 m de altura, están realizadas con bloques de piedra caliza tallados en punta de diamante que aluden al espino de la Virgen. En la lisa fachada de piedra destacan el friso con 14 apóstoles sobre la portada y la Piedad de la parte superior, obra de Jorge Oteiza. Las cuatro puertas de hierro son de Eduardo Chillida. Las paredes de la cripta presentan murales de Néstor Basterrechea y las pinturas del camarín de la Virgen son de Xabier Egaña.

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