Departamento de Cultura y Política Lingüística

8. Iglesia Santa María de la Real (AZKOITIA)

ETAPA 1: LOIOLA • ZUMARRAGA

Una parroquia nueva para despojarse del pasado señorial

A partir de 1331, fecha de la fundación de la villa de Azkoitia en el lugar que ocupa desde entonces, los vecinos de esta se vieron obligados a recibir su servicio parroquial en la iglesia de Santa María de Balda, ubicada en un alto sobre el núcleo de población.

Sin embargo, en 1509 la Reina Juana de Castilla ordenó que fuera trasladada a unas huertas de la villa hacia el arrabal de Basterrika y es que el patronato de la iglesia pertenecía a la Corona, aunque durante siglos la había ostentado el linaje de los Balda. Aunque las razones para erigir el templo al lado de la villa son del todo comprensibles (por las incomodidades derivadas de la lejanía de la población), el traslado se interpreta también en clave de poder y se considera que pudo existir una voluntad de despojar a los Balda, principales Parientes Mayores de Azkoitia, de los privilegios, materiales y espirituales, que conlleva el patronato. Hernando de Balda, cabeza de esta familia en aquel momento, elevó una queja, reclamando los graves perjuicios que este cambio le suponía. El Consejo Real accedió a sus peticiones y solamente fue despojado del derecho de instalar su escudo heráldico presidiendo el templo, manteniendo la percepción de diezmos, el derecho de presentación del clero, etc.. Sin embargo, a medio plazo el linaje acabó perdiendo su derecho sobre la nueva iglesia (la antigua estaba destina a quedar como mera ermita) y eso a pesar de que en 1534, Juan de Balda, hijo del difunto Hernando, se rebeló contra el traspaso del patronato al tesorero Pedro de Zuazola. Se encastilló en el templo más antiguo (el nuevo aún se encontraba en construcción) junto con otros descendientes de los antiguos banderizos guipuzcoanos, aunque no consiguieron el efecto perseguido y perdió definitivamente el patronato sobre la parroquia de Azkoitia.

A partir de entonces, lo ostentaron linajes pertenecientes a la nueva oligarquía guipuzcoana, la cual se encumbró en el servicio real y en la administración del Imperio hispánico, como fueron el mentado Pedro de Zuazola o el linaje de los Idiáquez.

Una iglesia monumental

Una vez autorizado el traslado comenzó su diseño y construcción, que se dilató entre 1522 y 1630. De la época inicial data la portada de los pies de la iglesia, de claro regusto gótico. El templo se fue completando posteriormente con una nueva portada y un pórtico en su fachada sur (1725-1738) así como con una torre-campanario (1703-1947).

Se trata de una iglesia de planta de salón de estilo renacentista (1522-1574), techada mediante bóvedas vaídas y una cúpula rebajada (1615-1630). Aparece presidida por un retablo de estilo barroco, diseñado por el jesuita Francisco Bautista de Medina y fabricado y dorado de manos de varios maestros entre 1660-1681, si bien el sagrario es de mediados del siglo XVIII. Destaca su configuración como una arquitectura de orden gigante, cubierta con un cuarto de naranja que preside una escultura de la Virgen, acompañada con pinturas murales que representan la Asunción de María. En las calles laterales hallamos cuatro hornacinas con las esculturas de los padres de la Virgen, así como las de su esposo San José y San Juan Bautista. En el banco se hallan representados los 12 apóstoles. Esta obra aparece jalonada por sendos retablos colaterales, dedicados a San José y Santo Cristo, de estilo churrigueresco y es destacable la presencia de un Calvario renacentista en este último.

Son numerosas las obras de arte que guarda el templo en su interior, como un políptico sevillano (de mediados del s.XVI), pero cabe destacar sobremanera el órgano romántico fabricado por la casa Cavaillé-Coll (1898), siendo el último del fundador de la compañía.

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