Departamento de Cultura y Política Lingüística

50. Muralla y torreones de Laguardia (LAGUARDIA)

ETAPA 6: SANTA CRUZ DE CAMPEZO • LAGUARDIA

Un enclave estratégico

Laguardia debe su aparición en gran medida a su emplazamiento geográfico. Se ubica en plena Rioja Alavesa, en una tierra que está delimitada por dos grandes accidentes naturales, la Sierra de Cantabria y el río Ebro. La presencia del ser humano en el lugar es muy temprana, como evidencian los numerosos dólmenes existentes en sus inmediaciones. Ya en la Edad de Hierro se originó un asentamiento al pie del cerro donde se emplaza hoy el núcleo principal de Laguardia, el poblado de La Hoya, una población prerromana que abarca un período de más de mil años, desde el siglo XII a.C. hasta el siglo II a.C. En este momento previo a la romanización el poblado fue abandonado por el traslado de sus habitantes a otros lugares, probablemente al propio cerro. Varios yacimientos arqueológicos demuestran la continuidad del poblamiento en este entorno durante la época romana, tales como el denominado yacimiento de Las Pilas del Camino de Logroño, que sacó a la luz un taller de cerámica para la construcción (siglos I y V d.C).

Fue en época altomedieval, convertida en una aldea que ocupaba el alto de cerro cuando el Laguardia comenzó a tener el carácter castrense que la caracterizaría durante los siglos posteriores. Muestra de ello es el castillo que Sancho Abarca mandó edificar en el siglo X, cuya finalidad era la defensa de Navarra. Posteriormente, en el siglo XII, el núcleo adquirió una categoría jurídica superior, recibiendo el fuero de la mano de Sancho VI (1164), que en adelante iba a regir la vida de sus pobladores. Durante los siguientes siglos el urbanismo de la villa se desarrolló en el interior de sus murallas sirviendo a la función defensiva de la misma. El castillo, sus murallas y las torres fortificadas, elementos de carácter guerrero y defensivo, formaban parte del paisaje de la villa. Esta jugó un destacado papel en las guerras que mantuvieron los reinos de Navarra y Castilla, dada su ubicación fronteriza entre ambas y su posición de dominio en el valle.

Los elementos de fortificación

A lo largo de la historia las fortificaciones de Laguardia han sido rehechas dadas las destrucciones sistemáticas que sufrió en los conflictos en las que se vio envuelta. La muralla no ha subsistido en su totalidad pero el buen estado de conservación de lo que queda en pie y la pervivencia de materiales originales hacen que sea una de las construcciones defensivas más reseñables de Euskadi.

En origen, la muralla circundaba el alto del cerro por completo. El lienzo que mejor se conserva es el del lado este, que presenta dos alturas y un cuerpo superior que remata en un matacán corrido que en ocasiones presenta almenas. Actualmente esta parte la muralla está integrada en las viviendas. En los lados norte, sur y oeste, sin embargo, la altura del muro es menor y es más difícil de apreciar dado que ha sido sustituido por una línea de casas.

Ocho torreones casi todos de planta rectangular, reforzaban la cerca, además de dos torres fortificadas: la torre abacial, del siglo XII y estilo románico que se asienta junto a la iglesia de Santa María, y el campanario de San Juan. La muralla poseía cuatro accesos: al oeste la Puerta de Páganos, al sur la de Mercadal, al sureste la de San Juan y nordeste la de Santa Engracia. Posteriormente, en el siglo XV se abrió la de Carnicerías. Solamente la puerta de San Juan ofrece un aspecto medieval, ya que en su parte inferior posee una puerta gótica de entrada con arco apuntado. Las hornacinas que contienen las imágenes de Santos que se ubican en las puertas de acceso son el recuerdo de la organización de vecindades para la defensa de la villa, que funcionaban bajo la advocación de un santo.

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