| 4.1.5.2. CULTURA Introducción Desde el ámbito europeo, las personas jóvenes destacan la importancia que desempeñan todas las formas de actividad cultural en su bienestar y su desarrollo personal. Asimismo, consideran el aprendizaje cultural en la juventud como un poderoso medio para desarrollar el tipo de habilidades sociales que son necesarias para que avance la sociedad del conocimiento. Lo que se puede denominar de una manera genérica como actividad cultural juvenil es, en realidad, un largo proceso que presenta diferentes etapas o fases en cascada relacionadas entre sí: Se trata de seis fases distintas por las que, en términos generales, transcurre el proceso de la actividad cultural. Siendo éste el marco general de la actividad cultural, estas fases no han de interpretarse como compartimentos estancos, es decir, es posible que en muchas ocasiones se solapen fases, como puede ser el caso de la creación y la formación (es posible formarse creando). En todo caso, es necesario identificar estas fases de cara a establecer prioridades y líneas de actuación. En segundo lugar, desde el momento en que la actividad cultural se divide en diversos sectores (artes escénicas, artes plásticas, música, danza...) y subsectores (diferentes tipos de música, diferentes tipos de danza...) es necesario identificar aquellas fases más deficitarias en cada sector de actividad. Sin perder de vista tales consideraciones, a continuación se identifican los núcleos problemáticos fundamentales de cada fase de la actividad cultural. Formación Constituye el primer eslabón de la larga cadena de la actividad cultural, su base y, por lo tanto, un elemento fundamental que debe ser abordado convenientemente ya desde el ámbito educativo, donde no ha llegado a adquirir la relevancia que requiere. Por otra parte, se observa que la formación específica impartida ha estado excesivamente focalizada en los individuos, dejando a un lado la formación de colectivos (compañías de teatro, colectivos de pintores, etc.). Por sectores, el de las artes escénicas es el que mayor impulso precisa, ya que no hay una línea oficial clara de actuación en cuanto a la posibilidad de formarse. Otro núcleo de actuación lo constituye la formación en campos emergentes, como el de las nuevas tecnologías, desde su consideración de herramientas que posibilitan diferentes modos de expresión cultural. Creación El primer elemento a distinguir en lo que se refiere a la creación es la necesidad de identificar las diferentes necesidades que se dan en la fase creativa desde el colectivo profesional y desde el amateur. El diagnóstico evidencia la importancia de que la administración incida en el impulso de la creación mediante el desarrollo de infraestructuras, soportes económicos, programas, nuevos servicios y actividades dirigidas a las diferentes iniciativas. En cuanto a las infraestructuras, a pesar de que existen grandes diferencias de disponibilidad de las mismas dependiendo del sector, cabe decirse que en la CAV existen las infraestructuras mínimas, pero que éstas han de ser optimizadas. Por último, se deberá facilitar a las personas jóvenes creadoras las posibilidades de participación en circuitos estables que posibiliten dar a conocer sus obras y establecer relación con otros colectivos de jóvenes creadores y creadoras, incluso del ámbito europeo. Producción La producción es otra de las fases fundamentales. La inexistencia de posibilidades de producción frena las fases anteriores del proceso. Difusión/promoción La promoción y la difusión son dos fases muy similares orientadas a dar a conocer e impulsar determinadas actividades culturales. La diferencia entre ambas es que mientras la difusión va más dirigida a un sujeto creador consagrado y conocido, la promoción se orienta hacia aquellas personas menos conocidas y que, por ello, precisan de un tipo de impulso añadido, sobre todo en aquellos sectores más deficitarios, como las artes escénicas, la música clásica u otras que presenten mayores necesidades de actuación en función de unos criterios preestablecidos para fijar las prioridades. En cuanto a la promoción, adquiere especial relevancia la posibilidad de promover en el mercado, no sólo determinados productos, sino incluso las iniciativas empresariales de personas jóvenes relacionadas con el ámbito cultural. Por ultimo, no podemos olvidar la importancia de los mass-media, en los que se echa en falta más espacios dedicados a música, arte, teatro, etc. desde un punto de vista contemporáneo y joven. Distribución Normalmente, el apoyo a la actividad cultural se da más en las fases de creación y difusión. Sin embargo, es preciso considerar la importancia de impulsar más también a aquellas personas jóvenes que quieran crear nuevas iniciativas empresariales en la distribución y producción cultural. Por otra parte, destaca la necesidad de espacios alternativos de distribución de la creación cultural para aquellas iniciativas que no tienen acceso a los espacios más institucionalizados (Teatros Arriaga o Victoria Eugenia, Televisión Pública, Museo Guggenheim...). En este sentido, también es posible mejorar la distribución realizando convenios con redes de equipamientos públicos para la introducción de actividades culturales juveniles en su programación. Consumo El consumo cultural presenta diversas dimensiones que deben ser consideradas desde el diagnóstico. Primeramente, está la cuestión de los hábitos de consumo cultural, en la que se hace necesario establecer foros de trabajo en común con el ámbito educativo. Así, se deben contemplar medidas dirigidas a fomentar el consumo cultural de las personas jóvenes precisamente en aquellas áreas más deficitarias. A pesar de la inexistencia de datos segmentados respecto al consumo cultural de las personas jóvenes sector a sector parecen ser las artes escénicas, la música clásica y la literatura las más necesitadas de un mayor apoyo en cuanto a su consumo. Otra de las dimensiones es la de la oferta cultural. En este sentido, se identifica la necesidad de crear una oferta cultural estable, imaginativa y abierta, que responda prioritariamente a las demandas y necesidades de todo tipo de jóvenes y respete los espacios y tiempos más accesibles a este colectivo. En cuanto a la cuestión de la accesibilidad, resulta imprescindible contemplar medidas orientadas a que la oferta cultural se diseñe de tal manera que elimine todo tipo de barreras arquitectónicas, sensoriales, psicológicas, sociales y económicas. En este sentido, se propone el establecimiento de medidas destinadas a la corrección de situaciones de discriminación entre la juventud, identificando los colectivos más desfavorecidos y desarrollando mecanismos que faciliten su acceso a la cultura. Este tipo de medidas puede abarcar desde la respuesta a nuevas demandas, hasta el establecimiento de una política de precios más bajos o de descuentos especiales. Desde una perspectiva general, y considerando que las fases del proceso descrito se hallan estrechamente ligadas entre sí, la administración deberá hacer un gran esfuerzo para coordinar la intervención que se realiza en cada fase. Así, se deberá apoyar la actividad cultural sin perder de vista que ésta se da a lo largo de un largo proceso que va desde la formación hasta el consumo. La importancia de la comunicación En cuestiones de comunicación destaca el hecho de la escasa optimización de las acciones comunicativas, tanto las dirigidas a dar a conocer las ayudas existentes, como aquellas acciones informativas sobre diversas actividades que se organizan en el ámbito cultural juvenil. Ello pone de manifiesto que, por una parte, los canales que emplea la administración no siempre son los más adecuados y, por otra, que la información no se dirige al foco de interés. En este sentido, se pone de manifiesto, por una parte, la necesidad de introducir criterios de calidad en las acciones comunicativas y, por otra parte, de clarificar por parte de los diversos agentes institucionales cuáles son los colectivos a los que se desea llegar y sobre los que se quiere incidir. De esta manera podrán identificarse los canales más adecuados para transmitir la información y hacer que la comunicación sea realmente eficaz. Esta segmentación de los sectores y colectivos en los que ha de incidirse desde cada nivel de la administración ha de llevarse a cabo de una manera participada, dando voz a los agentes sociales implicados. Hay que tener muy en cuenta, además, que en el colectivo joven es muy grande la desconfianza y el recelo hacia lo que venga directamente de la administración, por lo que habrán de emplearse tanto canales como códigos accesibles y comprensibles para los colectivos a los que se dirige la información. Por otra parte, también es necesario ayudar a las personas jóvenes creadoras para que establezcan canales de comunicación que puedan emplear libremente. En este sentido las nuevas tecnologías de la comunicación son una herramienta con enormes potencialidades. El euskera El mundo del euskera también adquiere un lugar significativo en el diagnóstico del presente Plan Joven. No se trata de abordar la cuestión del euskera en toda su complejidad, algo que, por otra parte, ya se está haciendo desde los agentes directamente responsables y, sin duda, más adecuados para tal labor; más bien se trata de aludir a la importancia del euskera en la actividad juvenil y potenciar su uso mediante la puesta en marcha de medidas puntuales, considerando a este idioma como un instrumento de integración que debe estar presente y hacerse atractivo en todos los ámbitos de la vida, cumpliendo todas las funciones propias de una lengua. Las cifras apuntan a que cada vez son más las personas jóvenes que utilizan el euskera, merced a los esfuerzos y recursos económicos destinados a su formación, por lo que sería deseable mantener esa línea de desarrollo dando continuidad a los distintos proyectos de normalización. El reto actual, y por donde se apuntan las líneas de intervención, está en la utilización real del euskera y en favorecer espacios donde poder ejercitarlo. El euskera no puede quedarse aislado en el ámbito educativo, sino que debe expandirse al resto de los espacios donde se socializa la juventud: cultura, trabajo, medios de comunicación, tiempo libre… En este sentido, se solicita a la administración que desarrolle modelos bilingües de relación con la juventud y que impulse y apoye proyectos de normalización en los distintos espacios juveniles. Las personas jóvenes son el futuro, y el futuro de la lengua está en la juventud. Por otra parte, el euskera, además de ser en sí mismo un elemento cultural, también es un medio a través del cual se crea cultura, por lo que deberá ser objeto de especial atención la creación cultural en euskera, así como la relación entre el euskera y las nuevas herramientas de comunicación. El euskera no se puede reducir a lo folclórico, debe ser un instrumento mestizo de integración, vivo, presente en todos los ámbitos. El euskera es un instrumento, no un fin. Por eso, hay que hacerlo atractivo, en vez de imponerlo. Por todo ello, consideramos a este idioma como un instrumento de integración que debe estar presente y hacerse atractivo en todos los ámbitos de la vida, cumpliendo todas las funciones propias de una lengua. El reparto de las responsabilidades El reparto de funciones que actualmente se está produciendo en el ámbito de la actividad cultural se da de manera desigual a lo largo de todo el proceso de la creación cultural en función del sector de que se trate. De manera general, cabe decirse que la formación, la promoción y la difusión son funciones muy repartidas entre administración y agentes sociales. En cuanto a la creación y a la difusión, la administración tiene un papel de apoyo ofreciendo las infraestructuras necesarias al servicio de la actividad cultural realizada por los agentes individuales y colectivos. La intensidad de la labor de la administración varía en función de los sectores de actividad cultural. En aquellos en los que el mercado está más normalizado o en los que existe una industria cultural más o menos grande, como en el de la música, las posibilidades de salida de la creación cultural son mayores que en otros sectores con más dificultades. Es precisamente a éstos, en los que el sector privado tiene una menor presencia, a los que debe llegar la administración con mayor fuerza. En este sentido, la administración tiene la responsabilidad de apoyar aquellas iniciativas con más dificultades hasta que puedan mantenerse por sí solas. La administración debe apoyar la creación, optimizando las infraestructuras existentes e identificando carencias y, en cuanto a la difusión, coordinarse con los agentes sociales de cara a lograr que la información llegue al público objeto. La premisa inicial y fundamental para apoyar la actividad cultural juvenil es la necesidad de desarrollar por parte de la administración un talante dialogante que busque un contacto más directo con las personas jóvenes y que desarrolle nuevas relaciones de colaboración y gestión de los recursos públicos. Conclusiones
El diagnóstico realizado en el área de la actividad cultural sugiere el establecimiento de los siguientes objetivos:
Los objetivos fijados se materializan en dos líneas de intervención. Línea de intervención 5.4.:Apoyo
a la actividad cultural juvenil en sus diferentes fases. |