Departamento de Educación

II Plan Joven

1.3.3.2. VALORACIÓN DEL PLAN JOVEN II

Resulta complicado realizar una valoración exhaustiva de la capacidad del Plan Joven II para afrontar todos los retos que se plantean en los próximos años. Entre otras razones, porque falta la información relevante para poder valorar el grado de adecuación de las propuestas del Plan a la realidad: el conocimiento de los efectos que ha logrado el Plan Joven I, a establecer una vez concluido su periodo de vigencia.

El período de socialización del Borrador del Plan Joven II ha permitido, entre otros aspectos, recoger información para conocer su valoración desde diferentes puntos de vista: los agentes sociales, el personal técnico de la administración y las personas jóvenes.

Lo que a continuación se presenta es el compendio de todos aquellos aspectos que destacan en las valoraciones realizadas. Éstas se clasifican en dos bloques: Elementos que operan a favor del Plan Joven II y Sugerencias o recomendaciones para evitar riesgos.

Elementos que operan a favor del Plan Joven II

A la hora de recoger las valoraciones respecto al Plan se aprecia una importante diferencia, lógica por otra parte, entre el colectivo de personas jóvenes (entre las que destaca un alto grado de desconocimiento de éste) y los agentes sociales y personal de la administración.

A pesar de este desconocimiento generalizado, una vez dadas a conocer las medidas propuestas, la opinión más extendida entre las personas jóvenes (ocho de cada diez) es que son positivas. Asimismo, se ha podido constatar que existen grandes expectativas sobre la capacidad del Plan Joven II para mejorar la situación del colectivo de personas jóvenes y para acercar las instituciones a ese colectivo.

Por otra parte, y en lo que se refiere a los agentes sociales y la administración, hay dos elementos positivos a destacar: la visión global e integral del Plan y las posibilidades que brinda a la participación abierta. Se valora muy positivamente la idea de Plan como conjunto de actuaciones que abordan la realidad de las personas jóvenes desde las diferentes dimensiones que afectan a sus vidas y desde un planteamiento de totalidad. En resumen, se interpreta de una manera muy positiva el rumbo que han tomado las políticas de juventud hacia la integralidad, la coordinación y la coherencia de las diferentes actuaciones. Por otro lado, el hecho de que esto se haga contando con la participación activa de los diferentes agentes implicados en la mejora de la situación general de las personas jóvenes, incluidas éstas, constituye un punto de apoyo de primer orden y una mayor garantía en el proceso de elaboración y desarrollo del Plan.

Se considera, asimismo, que el Plan Joven II recoge elementos que mejoran el anterior Plan, además de apreciar que está, básicamente, orientado a la acción desde un enfoque realista y desde la factibilidad. En esta línea, se valora positivamente el establecimiento de prioridades.

En cuanto a su estructura, salvando el hecho de que cualquier intento de compartimentalizar la realidad en áreas (trabajo, vivienda, educación...) es por definición, artificial, ya que la realidad se muestra siempre compleja, se considera que la estructura del Plan es acertada y proporciona un enfoque general adecuado.

Finalmente, se estima que la interinstitucionalidad e interdepartamentalidad del Plan Joven II se ajustan correctamente al carácter integral del mismo.

Sugerencias o recomendaciones para evitar riesgos en el Plan Joven II

Hay varios aspectos que se destacan a la hora de prevenir riesgos en el desarrollo del Plan. En este sentido, se señalan los siguientes elementos a tener en cuenta para que el Plan Joven II pueda lograr los objetivos planteados:
  • Alcanzar cada vez un mayor grado de concreción que vaya del documento a la realidad.
  • Ser capaz de situar sus objetivos en el plano de lo posible sin renunciar a los objetivos últimos que han de guiar su actuación.
  • Lograr la implicación de los diferentes agentes que han de participar en su desarrollo, cada uno desde su responsabilidad.
  • Adoptar un compromiso firme de puesta en práctica poniendo en marcha los mecanismos necesarios para ello (recursos, estructura organizativa, etc.).
  • Lograr que, una vez concluido el Plan, sea palpable su influencia en la mejora de las condiciones de vida de las personas jóvenes.
  • Conseguir que las reflexiones en torno a los valores puedan plasmarse en los compromisos que las instituciones adopten a la hora de llevar a la práctica las acciones.