| 1.1.4. LA NECESIDAD DE AVANZAR EN UNA POLÍTICA INTEGRAL DE JUVENTUD Desde la restauración del sistema democrático, las diferentes políticas de juventud llevadas a cabo en nuestro contexto han ido evolucionando en función de las necesidades detectadas, de los cambios acontecidos en la propia sociedad y de los objetivos marcados. Los años 70 marcan la construcción de políticas de ocio y tiempo libre dirigidas a jóvenes. Una primera fase, a finales de los años 70 y comienzos de los 80, se correspondió con la promoción, puesta en funcionamiento y consolidación de una oferta cultural en ocio y tiempo libre. Los años 70 son una época de una imagen social problematizada de las personas jóvenes. En esta etapa los medios de comunicación, las personas expertas y la sociedad ponen el énfasis en las conductas de riesgo de la juventud (drogas, violencia, accidentes de tráfico, etc.) y en el espacio social (la calle) como marco de conflicto y origen de peligros para la juventud. La constatación de que la oferta cultural y lúdica dirigida a las personas jóvenes dependía fundamentalmente de la iniciativa y de los agentes sociales privados llevó a la Administración Vasca a plantearse la generación de una oferta de tiempo libre que cubriera positivamente ese espacio social de la juventud. Los años 80 son de gran ebullición de iniciativas en relación con la información, participación y creación de servicios destinados a las personas jóvenes. A partir sobre todo del Año Internacional de la Juventud (1985), se diversifica la oferta cultural, aumentan los canales informativos y de comunicación para jóvenes (oficinas de información juvenil) y se incrementan las instalaciones e infraestructuras destinadas a este colectivo (albergues, centros de educación de tiempo libre, etc.). En esta etapa se desarrollan, asimismo, los servicios de juventud, la promoción del asociacionismo y la participación juvenil, y se crea el Consejo de la Juventud de Euskadi (1986). Los 90, años de crisis y precarización del mundo joven, demandan políticas integrales de juventud, con iniciativas que potencien su emancipación e integración social. En los años 90 se constata la precariedad del mundo joven y de sus dificultades para constituirse en una generación con protagonismo social real, imponiéndose un cambio de perspectiva según el cual la oferta de ocio y de servicios no puede ser la única respuesta, ni siquiera la principal, a la realidad social de las personas jóvenes. Es necesario abordar políticas integrales de juventud que respondan a los problemas más graves a los que se enfrenta el colectivo joven. Es a esa necesidad a la que responde el Plan Joven de la CAV. |