| 1.1.1. LAS PERSONAS JÓVENES Y SU REALIDAD SOCIAL Desde las Ciencias Sociales se define la juventud como el tránsito entre la adolescencia y la madurez. El criterio más utilizado hasta la fecha para delimitar la etapa juvenil ha sido la escolaridad, más concretamente el período que va de la finalización de la educación obligatoria al término de la educación superior. Desde una perspectiva más socioeconómica y próxima a la realidad juvenil actual, se hace necesario incorporar el criterio laboral como factor que delimita la separación entre la realidad del colectivo joven y el mundo adulto. El factor laboral es clave para una definición de la juventud acorde con una perspectiva sociológica en la que ser joven es entendido como un proceso de transición entre la plena dependencia económico-familiar y el logro de la autonomía económica y de la emancipación personal. Las dificultades de incorporación al mercado laboral y de emancipación de las personas jóvenes explican, en gran medida, las causas de prolongación de la etapa juvenil hasta edades cada vez más tardías. La salida del núcleo familiar de origen para formar un nuevo hogar, unipersonal o familiar, es muy diferente al de hace tan sólo unas décadas, debido a las grandes dificultades de integración social que actualmente sufre la persona joven. La propia sociedad asume hoy en día, como un hecho habitual, la ampliación del período juvenil. Tenemos, pues, el hecho de que la realidad que viven las personas jóvenes está fuertemente condicionada por el freno que supone el desempleo a su emancipación y las múltiples consecuencias que de ello se derivan a la hora de realizar su proyecto vital. Uno de los colectivos sociales que sufre de un modo especial el azote del paro y las dificultades de inserción laboral, incluso en coyunturas económicas de crecimiento y bonanza económica, es el juvenil. No acceder a un puesto de trabajo, ni a una vivienda propia supone carecer de una independencia y autonomía personal reales, ver tambalearse la autoestima del sujeto y, ante la falta de perspectivas y de viabilidad de un proyecto de vida a corto plazo, tener la sensación de "estar de más" y vivir dolorosamente las dificultades para una integración real como individuos. Frente al optimismo económico imperante en los últimos años, a continuación se exponen algunos datos que definen la situación actual de las personas jóvenes:
Cabe pensar en la paradoja de que, a pesar del crecimiento económico reciente y de que se esté creando empleo juvenil, las posibilidades de emancipación, inserción social y paso real a la madurez, lejos de acercarse, pueden correr el riesgo de estarse alejando aún más de la juventud. Ahora bien, el ámbito productivo o económico no es el único prisma para evaluar la integración social de la juventud; existen otros que también deben ser tenidos en cuenta, tales como las relaciones entre pares, el compromiso social, la vivencia del ocio, el mundo reproductivo (familiar, cuidado de otras personas...), que de manera directa y clara están no sólo favoreciendo la integración de las distintas generaciones, sino también la aportación de valores y estilos de comportamiento que deben evidenciarse y apoyarse. Filtrar todo desde la perspectiva económica o desde la adquisición de una vivienda supone un posicionamiento muy reduccionista del que se debería huir para abordar el fenómeno desde una vertiente más global e integradora. Dicho todo lo anterior, conviene analizar, siquiera someramente, las consecuencias y efectos negativos que sobre los y las jóvenes tiene este freno a sus procesos de emancipación personal y de integración social: La etapa juvenil se prolonga. Muchas personas jóvenes ven aparcadas sus vidas y viven el futuro, junto con sus familias, con desasosiego, en una situación de espera, a la búsqueda de oportunidades para lograr un hueco en la sociedad. |