Los bares y las tabernas vascas ofrecen a la vista y al olfato una amplia gama de colores y de aromas que embrigan nada más entrar. Son los pintxos, esas pequeñas dosis de cocina creativa e imaginativa que convierte el tapeo, o el txikiteo (ir tomando un vaso pequeño de vino) en una fiesta lúdica y que potencia la imaginación del comensal y del cocinero. De hecho existen cofradías gastronómicas y páginas dedicadas únicamente a la tapa, banderilla, tentempie, pica, bocado, pero que en Euskadi se llaman pintxo
Pero, ¿cuál es el pintxo por exelencia? Lo mejor es que cada uno elija y puede escoger cualquier aldea, pueblo o ciudad de Euskal Herria para comer tapas, aunque dónde la tradición coloca la capital del pintxo es en San Sebastián, Donosti. Por ello, "gilda" es donostiarra. Cuentan que en los años 50 en el Casco Viejo donostiarra engarzaron en un palillo una anchoa, unas guindillas verdes y una aceituna. Era verde y picante, como verde y picante la película del momento, Gilda que tuvo problemas en el franquismo.
Desde aquella época hasta la actualidad, la variedad y la elaboración de los pintxos ha cambiado. La cocina en miniatura combina las características de la alta cocina con la tradición y sencillez, y además, el tapeo, se ha convertido en otra manera de comer y de salir de la rutina culinaria.
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