Departamento de Cultura y Política Lingüística

17. Bocana del puerto de Pasaia (Pasaia)

ETAPA 1: HONDARRIBIA • DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN

Los condicionantes geográficos y el desarrollo patrimonial

La brecha que el antiguo río Oiartzun abrió en la cadena terciaria costera, una formación geológica que se dispone en paralelo a la costa desde Hondarribia hasta Zumaia, confiere a la bahía una cualidad estratégica como fondeadero seguro. La historia de este entorno ha estado, por tanto, fuertemente condicionada por su configuración geográfica. La fuerte vocación marítima del municipio de de Pasaia, especialmente la que caracteriza a las localidades dispuestas en el canal, ha dejado un importante patrimonio marítimo. En este caso, el paisaje formado por la configuración geológica y por la impronta de la actividad del ser humano muestra una peculiar armonía.

Las disputas jurisdiccionales entre Hondarribia, Errenteria y San Sebastián sobre la bahía de Pasaia a finales de la Edad Media motivaron una sentencia que, hasta bien entrado el siglo XIX, motivo que ésta fuera dependiente de la villa donostiarra. A partir del siglo XV, ésta impidió el desarrollo de cualquier práctica portuaria que pudiera llegar a hacer sombra a las actividades marítimas que se desarrollaban al puerto situado en la propia villa. Así se prohibió todo acto de comercio, o compraventa en la bahía, más allá de la necesaria para el abastecimiento alimenticio de sus pobladores y para la exportación del hierro elaborado en las numerosas ferrerías del valle de Oiartzun. Pasaia se transformó en un puerto de refugio y de invernada de los grandes mercantes, balleneros y bacaladeros, pertenecientes, mayormente, a los grandes comerciantes y armadores de San Sebastián, así como de la flota ballenera de Lapurdi. Tanto es así que obligaba a todas esas embarcaciones que se aprestaban en Pasaia con destino a sus expediciones a proveerse de manera exclusiva de sidra perteneciente a los cosecheros donostiarras residentes intramuros en la villa. San Sebastián disponía de una torre, levantada en la parte meridional de la bocana de la bahía, desde la que imponía a los barcos esas obligaciones e impedía, “manu militari” si era preciso, cualquier práctica no autorizada.

Otra importante actividad centrada en la bahía fue la construcción de grandes galeones y buques de guerra, tanto para el rey como para particulares. Pasaia se especializó en su construcción a partir de la segunda mitad del siglo XVI, llegando a establecerse un astillero real en el Sableo, en San Pedro, con instalaciones, también en Bordalaborda (Donibane). Estas instalaciones, a partir de 1728, pasaron a manos de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas. Después sería su sucesora desde 1784, la Real Compañía de Filipinas, la que construyó una gran factoría naval en Donibane, que desde 1844 sirvió de base para la creación de la primera compañía industrial establecida en la bahía, la Empresa de Construcción Naval de Pasajes.

Un canal patrimonial

La bocana de la bahía de Pasaia constituye un estrecho canal que da acceso al puerto. Las necesidades del tráfico naval han impedido la intensa ocupación, urbanización e industrialización acontecida en el resto de las riberas de la bahía. Ello ha permitido la conservación de las caraterísticas naturales de la bahía, así como de interesantes elementos patrimoniales surgidos a lo largo de su dilatada historia portuaria y que en otras partes de la bahía se han perdido. Este interesante conjunto patrimonial arranca ya en la misma embocadura del canal, en cuyo promontorio occidental se yergue el faro de la Plata (1855). En el promontorio oriental son todavía visibles los cimientos de la antigua atalaya de Donibane, desde donde se daba aviso en el pasado de la presencia de corsarios enemigos, ballenas o de barcos que precisaban ser remolcados al puerto.

Adentrados en el canal, se abren a ambos lados sendas calas, Senokozulua la occidental y Alabortza la oriental. La primera está dominada por otro faro, mientras en la segunda persisten aún los restos de un antiguo molino. Más adentro, se abre la cala de Kodemaste u Ondartxo, lugar ocupado por las instalaciones del astillero Aizkorreta, de mediados del siglo XX. Actualmente acoge a la Factoría Marítima Albaola, donde se está construyendo la réplica del ballenero San Juan, que tras zarpar de Pasaia se hundió en Canadá en 1565. En una de sus rampas se encuentra la draga Jaizkibel, buque construido en 1933 en los astilleros Euskalduna de Bilbao.

En la orilla opuesta destacan los muros y baluartes del castillo de Santa Isabel, fortificación construida a principios del siglo XVII para defender el puerto de posibles agresiones procedentes del mar. A lo largo de ambos lados del canal son visibles antiguos amarres, en forma de argollas de hierro, rocas oradadas y cañones dispuestos como norays que servían para amarrar los grandes galeones, balleneros y bacaladeros de siglos pasados.

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