Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente

Centro de interpretación ambiental Peñas Negras. Geología e Historia de la Zona Minera

Medio ambiente / Educación ambiental

Los Montes de Triano fueron conocidos ya desde época romana por la abundancia y calidad de su hierro. Así, algunas excavaciones arqueológicas realizadas hace pocos años en el valle de Oiola (Trapagaran), constataron la presencia romana en la zona (restos de cerámica de los siglos III - IV d. C.). Estos hallazgos corroboran lo dicho por historiadores como Plinio "El Viejo", que, ya en el siglo I d. C., hablaba acerca de la existencia de una "gran montaña de hierro" en el norte de la Península Ibérica.

Por lo tanto, se puede decir que el verdadero protagonista de este entorno es el hierro, mineral que provocó toda una serie de cambios a nivel económico, social, ambiental, etc.; mineral que, en definitiva, ha modelado Bizkaia y en gran medida el País Vasco, sobre todo desde mediados del siglo XIX, cuando tuvo lugar la fase de máxima explotación, "la gran explotación minera", entre 1876 y 1930.

Antes del siglo XIX no existía ningún barrio minero en la zona alta de los montes. La gente vivía en los caseríos de los pueblos del Valle de Somorrostro (desde Trapagaran hasta Muskiz). Eran baserritarras que en los meses de verano subían a estos montes a extraer el mineral. Después con carros de bueyes y mulas lo bajaban hacia la zona de la Ría desde donde se distribuía a las ferrerías.

Hasta esa época los Montes de Triano y Galdames estaban cubiertos por bosques de robles, castaños y otras especies autóctonas, lo cual constituía una fuente de riqueza fundamental para la economía campesina, debido a su aprovechamiento forestal (madera, carbón vegetal, frutos...) y ganadero, además de las minas ya mencionadas.

Esta situación se verá claramente alterada, especialmente desde mediados del siglo XIX, cuando comiencen a notarse los efectos de la Revolución Industrial. En esta época se generaliza el uso de explosivos para extraer el mineral. El trabajo se realizaba a "cielo abierto", en forma de canteras, ya que el hierro se encontraba en superficie.

Este sistema de extracción causó un gran impacto ambiental al desaparecer toda forma de vida natural, tanto vegetal como animal, lo que produjo una gran alteración del medio: el antiguo "monte de hierro" desapareció, dando lugar a un "paisaje lunar", formado por enormes socavones, rocas sueltas, escombreras...

En la actualidad estas "huellas" de la actividad minera son fácilmente observables, junto con los restos de infraestructuras y los lagos artificiales (antiguas minas a cielo abierto inundadas por aguas subterráneas), todo lo cual ha dado lugar a paisaje muy peculiar, completamente transformado por el ser humano.                                   

Una vez que el mineral se sacaba de las canteras se bajaba con planos inclinados y líneas de baldes (similares a funiculares y teleféricos respectivamente) hacia las estaciones de los ferrocarriles que se encontraban en los valles. Estos trenes mineros lo transportaban hacia La Ría y la costa, con el fin de llevarlo al extranjero y, desde su fundación en 1902, a Altos Hornos de Vizcaya.

A finales del siglo XIX este yacimiento minero se convirtió en el más importante del mundo, debido a la abundancia y riqueza del hierro, a su facilidad de extracción, a los escasos costes laborales y a la cercanía del mar, lo que facilitaba su transporte. Así, a esta zona acudieron empresas de otros países, como la Orconera (inglesa) o la Franco-Belga, que dieron el impulso definitivo a estas minas.

La extracción masiva de mineral necesitaba abundante mano de obra, por lo que se produjo una gran inmigración de trabajadores procedentes de otras zonas del País Vasco, Castilla, Galicia, Aragón, etc. De esta manera fueron surgiendo numerosas barriadas mineras para dar alojamiento a estos trabajadores, como La Arboleda en 1877.

El aislamiento de estos nuevos núcleos, así como la rapidez y desorganización con la que se fueron creando, ocasionaron que sus vecinos padecieran unas precarias condiciones de vida. Las viviendas típicas eran las casas de madera (algunas de las cuales todavía se observan en La Arboleda) y los barracones construidos por las compañías mineras (pabellones alargados de una sola habitación donde vivían hacinados gran cantidad de obreros).

Las malas condiciones laborales (jornada excesiva, salarios bajos, trabajo a la intemperie, accidentes, etc.) unidas a la baja calidad de vida (casas insalubres, escasa higiene, pobre alimentación, etc.) provocaron una alta mortalidad, favorecida además por las constantes epidemias (cólera, tifus, etc.).

Esta situación se veía agravada por la existencia de las llamadas "tiendas o cantinas obligatorias", instaladas por las compañías mineras y regentadas por los capataces. Los mineros estaban obligados a comprar en ellas porque si no lo hacían no les daban trabajo. Esto era aprovechado por los dueños de las tiendas para venderles productos en mal estado y a precios abusivos. Además, los mineros sólo cobraban el día que iban a trabajar a la mina; cuando se paralizaba el trabajo por la lluvia o estaban enfermos o accidentados no cobraban. De esta forma, había meses que los mineros no recibían salario o, incluso, se endeudaban con su capataz.

Para responder a estas pésimas condiciones y defender sus derechos, los mineros fueron creando sus asociaciones. Así, esta zona fue también importante por el desarrollo del movimiento obrero, encabezado especialmente por los sindicatos de orientación socialista. En la plaza de La Arboleda se encuentra la sede de la UGT (constituida en 1888) y de la Asociación Obrera León XIII, de inspiración católica (fundada en 1906).

Las minas de hierro continuaron explotándose hasta los años noventa del siglo XX.

Las últimas se cerraron en Gallarta (Bodovalle) en 1993. Con el ocaso de la actividad minera la gente se fue marchando hacia las industrias de las márgenes de La Ría, por lo que muchos barrios mineros fueron desapareciendo o vieron disminuir su población, como La Arboleda, que llegó a tener más de 3.000 habitantes y en la actualidad cuenta con menos de 600.

A medida que las minas se fueron cerrando, fue disminuyendo la presión del ser humano sobre el entorno, y la Naturaleza comenzó su proceso de recuperación.

Las tierras tan degradadas de aquel "paisaje lunar" poco a poco van siendo ocupadas por especies colonizadoras (hierbas, árgomas, etc.), aunque la pobreza del suelo (destruido por las explotaciones mineras) dificulta el crecimiento de especies de mayor porte arbóreo.

Hoy en día, las personas que viven en estos barrios se dedican preferentemente a trabajar en las empresas de la zona industrial. También es importante la ganadería de vacas, caballos, ovejas y cabras. Al mismo tiempo, el sector servicios, sobre todo en La Arboleda, está experimentando un gran auge (restaurantes, alquiler de caballos, etc.), debido a las excepcionales posibilidades de ocio y culturales que ofrece este enclave tan transformado por la acción del ser humano.

Los minerales de hierro

Los minerales de hierro extraídos de los Montes de Triano y Galdames fueron: siderita, hematites (oligisto), limonita y goethita.

CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES

 La siderita (FeCO3) es un carbonato de hierro. Tiene un color pardo-rojizo y su raya es blanca. La ley en hierro es del 48%.

  

 El hematites u oligisto (Fe2O3) es un óxido de hierro. Es de color rojo anaranjado, a veces plateado, su raya es roja y la ley en hierro es del 70%.

 La limonita (Fe2O3 nH20) es una mezcla de diversos minerales. Su color es amarillo o pardo negruzco y su raya es parda o amarillenta. Algunos autores la consideran como una roca formada por minerales de hierro hidratados y arcillas. Su ley en hierro es del 55%.

  

La goethita (FeO2H) es un hidróxido de hierro. Es el principal componente de la limonita, si bien a veces aparece como mineral aislado. Es de color negro y su raya es pardo - amarillenta y posee leyes de hasta un 60 - 70 % en hierro. Cristaliza habitualmente como una masa llena de bultos esferoides (goethita mamelonar o botroidal), aunque en ocasiones presenta forma de estalactita (goethita estalactítica).

 

¿CÓMO SE PUEDEN IDENTIFICAR?

Existe un sencillo método para distinguir los diferentes minerales de hierro que se extrajeron de estas minas, tal y como aparece en la siguiente clave:

Ferrerías

A lo largo del río Oiola o Loiola, en el lugar que actualmente ocupa el pantano del mismo nombre y en las laderas que bajan hacia El Regato (Barakaldo), se han encontrado numerosos vestigios de ferrerías de aire o haizeolak, en las que se fundía el mineral de hierro.

A partir del siglo XIII se fueron imponiendo las ferrerías hidráulicas o zeharrolak, ubicadas en los tramos bajos de los ríos. Este tipo de instalaciones fue muy abundante en la zona: El Regato, Galdames, Muskiz, etc. En este último municipio se encuentra la ferrería de El Pobal, una de las pocas que se conservan en Bizkaia.

En estas ferrerías se fabricaba todo tipo de utensilios (anclas, aperos de labranza, clavos, armas, etc.) que no sólo abastecían el mercado local sino que se exportaban a gran parte de Europa y a las colonias americanas. Esto nos da idea de la importancia que ha tenido desde siempre el comercio del hierro para nuestra economía. Así, con el fin de proteger esta industria, el Fuero sólo permitía la exportación del hierro elaborado en forma de utensilios y herramientas, o semielaborado en lingotes o tochos.

La calidad de este hierro queda recogida en documentos y textos literarios de la época. Así, por ejemplo Shakespeare, en su obra Hamlet, llama a los grilletes Bilboes, en clara alusión a la procedencia de este acero.

Las implicaciones medioambientales de estas actividades fueron diversas. Así, el uso de carbón vegetal para alimentar los hornos de las ferrerías ocasionó una explotación sistemática de los bosques, aunque inicialmente sólo se cortasen las ramas de los árboles y no el tronco. En este sentido, hay que tener en cuenta que para conseguir 1 kilo de carbón se necesitaban 5 kilos de leña y para fundir 1 kilo de hierro había que utilizar 5 kilos de carbón.

Sin embargo, la gran deforestación de nuestros montes comenzó a finales del siglo XVIII y principios del XIX, a medida que las ferrerías iban desapareciendo y no era tan necesario el carbón vegetal, por lo que los árboles comenzaron a talarse con fines madereros. A esto se sumó la venta de grandes extensiones de bosque comunal por parte de los municipios para pagar las deudas contraídas en las sucesivas guerras. Además, el crecimiento demográfico de la época hizo necesaria la ampliación de las tierras de cultivo, lo cual se llevó a cabo también a costa del arbolado.

Otras alteraciones medioambientales se produjeron debido a la instalación de las ferrerías hidráulicas, que precisaban la construcción de presas para desviar el agua hacia sus instalaciones, con lo que se interrumpía el cauce natural de los ríos.


La revolución industrial

Un hecho que cambió profundamente el sistema minero tradicional fue la Revolución Industrial. Este fenómeno, que comenzó en Inglaterra a finales del siglo XVIII, tuvo su desarrollo en nuestro territorio desde mediados del XIX.

La introducción de nuevas técnicas y la aparición de una mentalidad capitalista, en la que se prima el máximo beneficio en el menor tiempo posible, revolucionaron los sistemas de producción.

Desde mediados del siglo XIX el capital extranjero, inglés sobre todo, comenzó a interesarse por los yacimientos mineros de Bizkaia, principalmente a partir de la implantación de las leyes mineras estatales, en especial la Ley de Minas del año 1849, que fueron permitiendo la privatización de las explotaciones y la exportación del mineral en bruto.

Por otro lado, y debido a la propia realidad foral del Señorío de Bizkaia sólo podían extraer hierro los vizcaínos. Por ello cuando se produjo la privatización de las minas en el siglo XIX fueron ellos los primeros en acceder a la propiedad de éstas. Este hecho impidió que el capital extranjero se hiciese con la propiedad de los principales yacimientos, debiendo pagar a los propietarios locales para su explotación. De esta forma tuvo lugar la consolidación de una importante burguesía local (Ybarra, Chávarri, Martínez Rivas...). Así fue como parte de los beneficios obtenidos gracias al mineral de hierro, junto con otro tipo de inversiones, como capitales repatriados de las Colonias, rentas agrarias, comercio, etc., contribuyeron a la creación de industrias siderúrgicas, astilleros y bancos, pilares fundamentales del desarrollo económico de Bizkaia.

Fue en esta época cuando se descubrió el convertidor Bessemer (1856), que permitía obtener un acero de mayor calidad pero que necesitaba un mineral de hierro no fosfórico.

En Europa solamente existían yacimientos de este tipo en la Península Escandinava y en Bizkaia, pero las minas vizcaínas tenían grandes ventajas a su favor: hierro de muy buena calidad, cercanía de la costa, explotaciones a cielo abierto, mano de obra barata y posibilidad de extracción en todas las épocas del año, frente a los rigores del invierno nórdico. Debido a esta serie de ventajas comenzó a producirse la inversión de capital extranjero en las minas vizcaínas, proceso que se vio acelerado una vez finalizada la Segunda Guerra Carlista (1872-1876).

A partir del final de esta guerra la zona alta de los Montes de Triano y Galdames sufrió un enorme cambio, que supuso el comienzo de lo que se denominó la gran explotación minera. Este periodo, que abarca desde 1876 hasta principios del siglo XX, alcanzó su mayor desarrollo en los años noventa del siglo XIX. El año de mayor producción fue 1899 con 6,5 millones de toneladas, lo que da una idea de la importancia que tuvieron estos yacimientos.

El auge de la minería se mantuvo, con mayor o menor fuerza, hasta los años treinta del siglo XX para desde ahí sufrir una lenta agonía que ha durado hasta nuestros días. En 1993 se cerraron las últimas minas en Bodovalle (Gallarta), al ser poco rentable la extracción del mineral que aún quedaba.

"Paisaje lunar"

El tipo de explotación llevada a cabo en la Zona Minera de Bizkaia fue en su mayoría a cielo abierto, de hecho el 90% del mineral se extrajo de canteras. Este tipo de trabajo provocó un impacto ambiental de primera magnitud, traducido en la total desaparición de todas las formas de vida, tanto vegetal como animal.

Los desmontes y las voladuras efectuadas para obtener el mineral de hierro y para la construcción de las infraestructuras necesarias para transportar ese mineral conllevaron la deforestación de este entorno, reduciéndolo a un paisaje similar al que podemos observar en fotos y documentales sobre la luna, de ahí el apelativo de "paisaje lunar".

El resultado fue la aparición de un paisaje completamente transformado por la acción del ser humano. Es por ello que la Zona Minera encierra un enorme potencial didáctico, siendo el lugar ideal para el análisis y estudio de las consecuencias de una actividad económica en un entorno natural.

Planos inclinados

Estas infraestructuras eran vías construidas en pendiente, para salvar grandes desniveles, sobre las que circulaban vagonetas arrastradas por un cable o una cadena. Su finalidad era el transporte del mineral desde los criaderos (minas) hasta los puntos de consumo o embarque.

La mayoría eran automotores, es decir, el descenso de los vagones cargados con mineral hacía subir a los vacíos, por lo que era necesario instalar una doble vía o un desvío central. En la cabeza del plano había colocados unos tambores de gran diámetro sobre los que se arrollaba el cable.

Los sistemas más empleados fueron:

  • El sistema de cable continuo o monocable. Su funcionamiento era similar al de un funicular. Las vagonetas eran arrastradas por un cable que iba enganchado bajo ellas por medio de una mordaza.
  • El sistema de cadena flotante. En este caso el movimiento se realizaba gracias a una cadena tractora cuyos eslabones iban enganchados por encima de las vagonetas.

DATOS DE INTERÉS

  • PENDIENTE : Variaba de un 5 a un 80 %.
  • TM TRANSPORTADAS:
    • Monocable: 3.000 Tm / día.
    • Cadena flotante: 2.000 Tm / día.
  • VELOCIDAD : Cadena flotante: 1 m / seg.
  • EL DE MAYOR INCLINACIÓN: Plano San Fermín con un 80%. Conectaba la zona del Campillo con el ferrocarril de Galdames en el barrio Los Castaños (ambos en Gallarta).
  • EL MÁS LARGO: Monocable: medía 1.097 metros, pertenecía a la Compañía Orconera. Fue construido en 1880 y unía los yacimientos de Matamoros con la estación de Orconera (Ortuella).
    Cadena flotante: medía 3.700 metros. Unía las minas del Saúco (Galdames) con el km 11 del ferrocarril de Galdames.
  • NÚMERO DE PLANOS INCLINADOS: A finales del siglo XIX funcionaban 17 planos inclinados.

Tranvías aéreos (líneas de baldes)

Este sistema de transporte fue el más utilizado para salvar los grandes desniveles que presentaban las concesiones mineras.

Consistían en uno o varios cables que descansaban sobre caballetes (columnas o postes verticales) metálicos o de madera y servían para transportar el mineral en baldes que llevaban colgados. Los cables se enrollaban sobre unas poleas situadas en las estaciones de carga y descarga.

Los sistemas más utilizados fueron: 

  • El sistema monocable. Utilizaba un sólo cable sin fin que servía a la vez de tractor y portador.
  • El sistema tricable. Consistía en un doble cable fijo que portaba los baldes y un tercero que desarrollaba el movimiento, accionado por una máquina motriz.

Los tranvías aéreos unían las minas con lavaderos, otro medio de transporte, o directamente con cargaderos (puerto).

DATOS DE INTERÉS

  • PENDIENTE: Debía ser inferior al 25 o 30 %.
  • KG TRANSPORTADOS:170 Kg / balde.
  • PRIMER TRANVÍA AÉREO:Construido en 1872, unía los yacimientos de Matamoros con la estación del ferrocarril de Triano en Arcocha (Trapagaran).
  • EL MÁS LARGO: El tranvía aéreo de mayor longitud perteneció a la Compañía Orconera, medía 14,2 km y funcionó entre 1910 y 1945. Unía la mina Carmen VII (cercana a La Arboleda) con el lavadero de Campomar (Pobeña-Covarón). Fue el más importante de Europa.
  • NÚMERO DE TRANVÍAS AÉREOS:A finales del siglo XIX había 18 tranvías (mayoría monocable) y en siglo XX se instalaron 20 más (de ellos uno sólo monocable).

Trenes mineros

Los planos inclinados y los tranvías aéreos fueron los principales sistemas utilizados para transportar el mineral de hierro desde las minas, localizadas en la zona alta de los montes, hasta las estaciones de los ferrocarriles mineros. Estos a su vez acercaban dicho mineral a los embarcaderos y a las empresas siderúrgicas situadas en la margen izquierda de la Ría.

En la segunda mitad del siglo XIX, al amparo de la "ley general de ferrocarriles" (1855), se empieza a tejer una tupida red ferroviaria alrededor de los núcleos de explotación minera. Debido a la escarpada orografía de la zona, fue necesaria la realización de gran número de obras de ingeniería: desmontes, túneles, puentes, muros de contención, etc.

La mayor parte de estos ferrocarriles fueron construidos por distintas compañías mineras para su propio servicio. Entre ellos podemos citar los ferrocarriles de Galdames (1876), Orconera (1877), Franco-Belga (1880) y El Regato (1872). Pero con toda seguridad, el más importante fue el creado por la Diputación Foral de Bizkaia en 1865 (ferrocarril de Triano), no sólo por ser el primero sino también por el número de toneladas que transportó, lo cual supuso una considerable fuente de ingresos para las arcas forales.

Con el ocaso de la explotación minera estos ferrocarriles comenzaron a abandonarse, excepto el de Triano, que fue aprovechado para establecer la línea de cercanías entre Bilbao y Muskiz, propiedad de RENFE. Parte de algunos de estos trazados, como los de Galdames y Franco-Belga, han sido reaprovechados como carriles de bicis ("bidegorris"), mientras que el de El Regato ha sido asfaltado parcialmente y constituye la carretera de acceso al pantano de Oiola.

Altos Hornos

A mediados del siglo XIX, la Revolución Industrial también transformó los sistemas de producción, de modo que con el ocaso de la industria siderúrgica tradicional, ferrerías principalmente, comenzó a surgir una nueva industria del hierro: los altos hornos.

El primero que se fundó en Bizkaia fue el de "Santa Ana de Bolueta" en 1848 y en 1902 se unieron "Nuestra Señora del Carmen", "La Vizcaya" y "La Iberia" para constituir "Altos Hornos de Vizcaya".

Esta empresa emblemática fue sustituida en 1996 por las instalaciones de la A.C.B. (Acería Compacta de Bizkaia).

Las diferencias entre ambas industrias se traducen en el hecho de que mientras en altos hornos se empleaba como combustible carbón para la fundición del mineral de hierro, la acería compacta funciona con hornos eléctricos y funde chatarra.

Por otro lado el descenso en el número de trabajadores ha sido muy importante, así en Altos Hornos de Bizkaia llegaron a trabajar en los años 70 del siglo XX unas 13.000 personas y en la miniacería están ocupadas en la actualidad unas 450 personas. Una de las consecuencias más inmediatas de esta transformación fue el aumento del índice del paro en los municipios de la margen izquierda.

La desindustrialización de la zona no sólo ha ocasionado un aumento del paro y un descenso demográfico en las poblaciones circundantes, sino que ha permitido ver de forma más clara las consecuencias que para el medio ambiente ha tenido este desarrollo económico incontrolado (contaminación de suelos y aguas, desaparición de ecosistemas, etc.).

Los trabajadores de las minas

Desde finales del siglo XIX, eran varias las categorías de trabajadores involucradas en las tareas de la mina:

  • Los barrenadores o artilleros, se dedicaban a la colocación de explosivos. Para realizar esta tarea se valían de una larga vara de hierro acabada en punta, denominada barrena, con la que golpeaban en la roca para abrir los agujeros en los que colocaban los cartuchos. Las voladuras se efectuaban tres veces al día: a las ocho de la mañana, a las doce del mediodía y a las cuatro de la tarde, tras el toque de una corneta y la señalización con banderas rojas.
  • Tras la voladura, cuadrillas de peones u operarios se ocupaban del troceo, selección y cargado del mineral obtenido tras la voladura, mediante el uso de azadas, picos, palas, cestos, etc. Este colectivo constituía el grupo de trabajadores más numeroso.
  • Los pinches, muchachos de corta edad, realizaban labores de ayuda consistentes básicamente en el acarreo de agua, por eso también se les solía llamar "aguadores".
  • No podemos olvidar el importante trabajo desempeñado por las mujeres que, aparte de las funciones propias del hogar, se dedicaban fundamentalmente a limpiar el mineral en los lavaderos.
  • Al frente de todos estos estaba el capataz, encargado de la vigilancia y distribución del trabajo.
  • Maquinistas, caballistas, listeros, etc. completaban la larga nómina de trabajadores mineros. 

La jornada laboral, una vez que se empezó a regular, era normalmente de diez horas y media en invierno y trece en verano. Se hacían dos descansos, uno para desayunar y otro para comer. También existía el "trabajo por tarea" o "a destajo", que consistía en que un grupo de operarios concertaba con el capataz la carga de un determinado número de vagonetas.

La Arboleda

El sistema de explotación permitía el empleo de numerosos trabajadores no cualificados, sobre todo peones, lo que abarataba considerablemente los costes. Esta mano de obra fue cubierta en su mayor parte por trabajadores venidos de Bizkaia y de otros puntos del País Vasco, así como de Aragón, Castilla, etc., muchos de los cuales eran los llamados "temporeros", que compaginaban las tareas del campo en sus pueblos de origen con el trabajo en las minas.

La llegada de gran número de trabajadores ocasionó que poco a poco fueran surgiendo barriadas mineras. Hay que destacar que ésta era una zona que carecía de las más indispensables infraestructuras al haber estado despoblada anteriormente, a lo que habría que añadir la altitud e irregularidad de su orografía, hechos que dificultaban el abastecimiento. Al comienzo de la gran explotación minera la situación era tan precaria que en 1872 una visitante inglesa que recorrió la Zona Minera manifestó que "el vecindario apenas si está dotado de edificios de viviendas".

De las chabolas que empezaron a instalarse en la década de los años 70 del siglo XIX, nacerán los primeros barrios mineros. La Arboleda, principal núcleo de la zona alta, surgió hacia 1877 al lado de la única arboleda que quedaba en la zona, por lo que recibió ese nombre.

En un primer momento fueron las compañías mineras las que se ocuparon de dar alojamiento a sus obreros mediante el sistema de barracones, también llamados "cuarteles". Eran construcciones de madera de una sola nave, en las que se hacinaban los trabajadores en condiciones infrahumanas. Las "camas" eran simples tablas colocadas sobre una tarima, generalmente compartidas rotativamente por dos personas, sistema que se dio en llamar de "camas calientes", lo que hacía que se superara ampliamente la capacidad de alojamiento. Los obreros preparaban su comida en el interior, careciendo estas edificaciones de las más elementales condiciones higiénicas: poca ventilación, excesivo número de camas, falta de servicios, etc.

Por otro lado estaban los trabajadores que vivían acompañados de sus familiares. Estas familias construían sus propias casas de forma desordenada y con materiales de poca calidad, principalmente madera. Así, se fueron extendiendo por los montes edificaciones aisladas, la mayoría de las veces provisionales, situadas cerca de las explotaciones mineras.

Las consecuencias del rápido crecimiento demográfico, con la consiguiente proliferación de casas y el aumento de la necesidad de leña, contribuyeron también a la deforestación de estos montes. Así, en 1904 La Arboleda contaba con 20 calles y 150 casas, que albergaban 487 vecinos y 2.553 residentes. El elevado número de estos últimos demuestra la importancia de la población flotante, constituida en su mayor parte por los llamados "temporeros" que acudían a la zona fundamentalmente en la época estival.

La precariedad de las viviendas, unida a que la mayoría de las familias mineras acogían a otros obreros como posaderos o huéspedes, aumentaba considerablemente el número de personas por habitación hasta llegar a unas cotas de hacinamiento verdaderamente alarmantes. Todo esto provocaba que los barrios mineros fueran un continuo foco de infecciones y epidemias. Así, hacia 1900, en La Arboleda, que era la barriada minera más populosa, la densidad familiar por vivienda alcanzaba una media de 2,84 lo que viene a representar casi tres familias por piso, más los posibles posaderos.

Para ilustrar las precarias condiciones de vida basta con leer parte del informe realizado por el médico Eugenio Vergara García con motivo de la epidemia de viruela ocurrida en los barrios altos de Trapagaran (1901-1902):


"...las habitaciones son casi siempre reducidas, hasta el punto de que puede decirse que hay verdadero hacinamiento; (...) en ellas se procura colocar el mayor número posible de camas, hasta el punto de compartir cuatro personas la misma cama, con distintos turnos para dormir (...). Tedio y compasión me ha dado cuando por mi ministerio he tenido que entrar en alguno de esos cuartos que, teniendo apenas cabida para dos o tres personas a lo más, se albergan uno o dos matrimonios con su prole y algún peón, que contra toda regla de pudor y de buena educación, comen y duermen casi juntos, todos revueltos...".

"...se juntan por lógica y fatal consecuencia todos los elementos que conspiran contra la salud; calles estrechas y sucias, mal ventiladas y soleadas; casas viejas y destartaladas; población acumulada, pobre e ignorante.
Con tales condiciones parece imposible la vida, si esta aseveración no resulta cierta en absoluto, lo es en gran parte, pues la salud corre grave e inminente riesgo, de contínuo y la pérdida de ella abre puertas muchas veces a la muerte, y a la escasez y a la miseria, siempre, lo mismo en tiempos normales, que en luctuosos días en que una epidemia arrebata despiadada a muchos infelices, llevando el terror y la desolación por todas partes".

Pérez-Fuentes Hernández, Pilar. 1993 "Vivir y morir en las minas". Págs. 195-196 Bilbao

 

El movimiento obrero

Las ínfimas condiciones de vida, los numerosos accidentes laborales, el hecho de que la dieta alimenticia fuera muy pobre: se basaba en pan, tasajo y alguna vez sardinas o bacalao, unidos al abuso del alcohol, disminuyó de forma drástica la esperanza de vida, que en la época más dura se situó por debajo de los 30 años.

A esta lamentable situación, se sumaba la existencia de las "tiendas" o "cantinas obligatorias", regentadas por contratistas o por capataces y en las que los mineros estaban obligados a comprar si querían conseguir trabajo, siendo por ello frecuentes los abusos debido a los altos precios de los productos vendidos llegando incluso a ser un 40% más caros que en Bilbao.

En la mina se cobraba por día trabajado, de manera que la jornada en la que por causa de enfermedades, accidentes, inclemencias meteorológicas, etc., no se podía ir a trabajar, no se percibía salario alguno. Esto ocasionaba que muchas veces el obrero no cobrara y que se quedara endeudado con su capataz, debido a que la factura de la cantina superaba al salario.

Toda esta situación estará en la base de los descontentos sociales de finales del siglo XIX. La pésima calidad de vida y las desfavorables condiciones de trabajo facilitaron el desarrollo del movimiento obrero, sobre todo de signo socialista. También estaba presente el sindicalismo católico, aunque carecía de fuerza, representado por la Asociación Obrera León XIII fundada en 1907.

De esta forma, núcleos como La Arboleda, Ortuella y Gallarta, se convirtieron en verdaderos centros de la lucha obrera, encabezada por socialistas y comunistas donde destaca el papel desempeñado por Dolores Ibarruri, "Pasionaria".

El asentamiento de estas ideas contribuyó a la organización de huelgas obreras. Una de las primeras huelgas generales de todo el Estado fue la de 1890. Para sofocar esta "rebelión" acudió a la zona el general Loma, pero al ver la situación tan penosa en la que vivían los obreros, manifestó sobre los barracones "estas casas no sirven ni para vivir cerdos", por lo que intercedió para mejorar su situación laboral y su nivel de vida. A continuación, se incluye el bando dictado por el General Loma, el día 20 de mayo de 1890, con el que se da por finalizada la huelga general de dicho año y en el que se establecen las condiciones que han de regir en las explotaciones mineras a partir de ese momento:


1º- Los obreros podrán alojarse donde lo estimen conveniente, sin obligarse a pernoctar en los cuarteles o barracones.

2º- Podrán asimismo surtirse en los establecimientos de su agrado, prohibiéndose en lo sucesivo a los capataces y contratistas que tengan cantinas ni que expendan alimentos de ninguna clase.

3º- Las horas efectivas de trabajo serán diez en todo el año: debiendo compensarse el excedente de los meses de verano con la insuficiencia de los inviernos de esta forma: en enero, febrero, noviembre y diciembre, nueve horas; en marzo, abril, septiembre y octubre, diez horas; en mayo, junio, julio y agosto, once horas, entrando al trabajo en la estación actual a las 6 de la mañana, para retirarse a las 7 de la tarde, con dos horas de descanso".

"El Noticiero Bilbaíno", 21 de mayo de 1890

Gallarta (Bodovalle)

Esta mina, ubicada junto al pueblo de Gallarta, fue explotada por la empresa AGRUMINSA (AGRUPACIÓN MINERA S.A.); el mineral extraído era siderita (carbonato de hierro).

En principio fueron dos las modalidades de extracción: a cielo abierto o corta por bancos y en galerías subterráneas; si bien durante los últimos años sólo se realizaban trabajo bajo tierra, al haberse agotado el mineral de superficie.

Algunas características de interés de esta explotación minera son:

  • La longitud total de galerías subterráneas es de unos 50 kilómetros.
  • La mina une Gallarta con Las Carreras a 185 metros de profundidad.
  • En la década de los años setenta del siglo XX se convirtió en la segunda explotación de hierro más grande de Europa.
  • Tiene 60 cámaras de unos 25 metros de altura y 100 de anchura cada una. Esto significa que en cada una de ellas tendría cabida la catedral de Burgos.
  • En esta mina llegaron a trabajar 500 personas.
  • Capacidad de las galerías: 8 millones de m3.
  • Esta fue la última mina de hierro que se mantuvo en activo en Bizkaia, hasta su cierre definitivo en el año 1993.

 

Fecha de última modificación: 12/01/2017