Departamento de Salud / Igualdad, Justicia y Políticas Sociales

Modelos de cuidados de larga duración en diez países del mundo

Fecha de publicación: 

Equipo sociosanitario

Mujer y cuidadora informal tomando la tensión a su pareja

La Oficina Nacional de Investigación Económica (National Bureau of Economic Research ) de Estados Unidos publica los resultados de una investigación sobre los cuidados de larga duración en diez países del mundo desarrollado, con diferentes tamaños, distintas ubicaciones geográficas, con economías diversas y heterogéneas estructuras para abordar la atención a la salud y los cuidados de larga duración.

El trabajo, financiado por el Instituto Nacional de Envejecimiento (National Institute of Aging ) de los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health), explora las implicaciones que los cambios demográficos plantean en términos de cuidados de larga duración a las sociedades del mundo desarrollado con retos como la disminución de la fecundidad, el aumento de la esperanza de vida, el rápido envejecimiento de la población, el aumento de los costes de la atención médica con la edad o la reducción de la proporción de población en edad laboral que contribuye al sostenimiento de las pensiones de jubilación, entre otras.

La publicación recorre a lo largo de diez capítulos monográficos la situación particular de cada uno de los diez países del mundo seleccionados - Canadá , Dinamarca , Inglaterra . Alemania , Italia , Japón , Países Bajos , Singapur , Estados Unidos y España -, al objeto de explorar las características de cada uno de sus sistemas de cuidados de larga duración en un momento en el que la mayor parte de ellos valoran la posibilidad de realizar cambios al respecto.

En el contexto internacional, los cuidados de larga duración se miden en relación con las limitaciones que las personas mayores enfrentan para realizar las Actividades Básicas de la Vida Diaria (AVDS) que consisten en comer, vestirse, bañarse, acostarse, entrar y salir de la cama, caminar por una habitación y usar el baño. El análisis de los diez modelos evidencia las dificultades metodológicas para la obtención de datos comparables entre países, especialmente en el caso de las poblaciones mayores en entornos institucionales (centros residenciales). Además, los datos se limitan a personas de 65 años o más, cuando los cuidados de larga duración no son exclusivos de estas: el estudio pone de manifiesto que en Estados Unidos el 17-18% de las personas residentes de entornos institucionales o beneficiarias de atención domiciliaria son menores de 65 años; en Alemania esta proporción alcanza el 20% de la población, y en el caso de los Países Bajos las personas menores de 65 años suponen un tercio de las personas receptoras de cuidados institucionales de larga duración.

Los datos analizados para los 10 países muestran que de media el 76% de las personas mayores de 65 años o más no presentan limitaciones para la realización de las Actividades Básicas de la Vida Diaria (AVDs) o para la realización de Actividades Instrumentales de la Vida Diaria (AIVD). Sin embargo, los cuidados de larga duración aumentan con la edad y en el caso de las personas mayores de 85 años el 43% enfrenta limitaciones a la hora de completar, al menos, una de las Actividades Básicas de la Vida Diaria (AVDs), lo que refuerza la idea del aumento de la demanda de necesidades de atención en los próximos años a medida que crece el número de personas mayores de 85 años.

La ausencia de datos detectada por el estudio afecta también a medidas comparables entre países sobre el bienestar en la vejez, dada la falta de indicadores subjetivos que midan el bienestar emocional de las personas mayores de 65 años.

Cuando se emplea el término cuidados de larga duración (Long-Term Care) el concepto se refiere a cuidados de tres tipos:

  • Cuidados institucionales en centros residenciales para personas mayores, que supone un servicio de alojamiento con alimentación, acceso a cuidados médicos y apoyos para la realización de actividades de la vida diaria. Sin embargo, en la mayor parte de los países existe una distinción clara entre centros residenciales que cuentan con cuidados de enfermería y aquellos que no.
  • Cuidados proporcionados por personas cuidadoras remuneradas en el hogar, es decir, el llamado cuidado domiciliario formal. Este incluye desde apoyo para la realización de Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD) o atención especializada, con provisión de cuidados de enfermería en el hogar o asistencia de limpieza para favorecer que la persona permanezca en la comunidad. En los diez países analizados, los gobiernos asumen la mayor parte de los costes de la atención domiciliaria formal, aunque el grado de cobertura en estos varíe de forma sustancial.
  • Cuidados informales, habitualmente no remunerados, proporcionados en el hogar por familiares u otras personas de la comunidad. Este cuidado puede implicar un significativo coste financiero para la persona cuidadora, en cuanto a salarios perdidos, así como para la economía en su conjunto. en términos de productividad y crecimiento económico debido a la pérdida de personal trabajador.

En el análisis publicado también emerge uno de los desafíos comunes a los sistemas de cuidados de larga duración consistente en la disponibilidad de personas cuidadoras, exacerbado por el aumento de la participación de las mujeres en el mercado de trabajo. El otro gran reto se halla en la capacitación (y la remuneración, que puede tener implicaciones importantes para la calidad de la atención que se proporciona) de quienes asumen tareas de cuidado, y que presenta notables diferencias entre países: por ejemplo, en Dinamarca, un/una asistente debe completar más de dos años de escolarización/formación, mientras en la mayor parte de los casos en los Estados Unidos, las/los asistentes de enfermería deben contar con solo 75 horas de capacitación.

También son muy notorias las diferencias en cuanto al coste de los cuidados de larga duración en los diferentes países. A modo de ejemplo se puede citar el coste medio de una habitación en una residencia en Estados Unidos, que oscila en torno a los 100.000 dólares al año (un coste superior al ingreso de más del 90% de las personas mayores en el país); mientras que para la atención domiciliaria el coste medio por hora de un/una asistente de salud en el hogar supera los 20 dólares por hora (con lo que la contratación durante 40 horas semanales durante un solo año costaría casi 45.000 dólares, una cuantía superior a los ingresos de la mayoría de las personas mayores). Así, en el caso de Alemania, Dinamarca, Japón, España y Países Bajos estos cuentan con servicios públicos universales que se centran, principalmente, en las necesidades de atención (aunque a menudo determinan los copagos en función de los medios disponibles), mientras Estados Unidos, Inglaterra, Canadá e Italia basan la elegibilidad para recibir apoyo en necesidades y medios económicos disponibles. En todos los países, independientemente de la generosidad de sus sistemas públicos, el cuidado informal desempeña un papel un importante papel, con una variación más amplia en la cuantía del gasto en cuidados formales que en cuidados informales.

En cualquier caso, a pesar de las diferencias que cada modelo de cuidados de larga duración puede presentar en Canadá , Dinamarca , Inglaterra . Alemania , Italia , Japón , Países Bajos , Singapur , Estados Unidos y España , todos ellos comparten una serie de características:

  • En los diez países objeto de estudio, la población envejece rápidamente, con un crecimiento particularmente rápido en los “mayores-mayores” (es decir, aquellas personas de 85 años o más). Este veloz envejecimiento demográfico se refleja en las estadísticas relativas al gasto formal en cuidados de larga duración, que actualmente representa por término medio el 2,1% del PIB, y que ha crecido un 60% como proporción del PIB para el período que va desde el año 2000 al año 2019. Se cree probable que este crecimiento siga acelerándose a medida que el número de personas de mayor edad aumente.
  • La necesidad de cuidados de larga duración aumenta rápidamente con la edad y con la discapacidad, mientras que indicadores de bienestar como la depresión manifiestan peores resultados.
  • Solo una minoría de las personas mayores que reciben asistencia dependen únicamente de cuidados formales (es decir, cuidados en una institución o a través de la atención domiciliaria remunerada), mientras que la atención informal por parte de familiares u otras personas cuidadoras no remuneradas constituye la mayor parte de la atención. Este hecho revela la importancia de incluir los costes implícitos del cuidado informal al evaluar la carga económica que suponen los cuidados de larga duración.
  • Las mujeres proporcionan la mayor parte de los cuidados formales en los diez países, pero existe una distribución algo más equitativa de la atención entre los géneros en la prestación de servicios informales que en la provisión de los cuidados formales. Las mujeres siguen dominando la prestación de cuidados personales, cuidados que pueden tener menos flexibilidad en cuanto a horarios y, por tanto, imponen mayores exigencias a quién los proporcionan.
  • En todos los países, las personas cuidadoras formales altamente calificadas reciben una remuneración bastante buena, generalmente al mismo nivel o por encima del salario promedio, aunque existe una variación sustancial entre países en la remuneración de personas cuidadoras poco cualificadas, con salarios que van desde menos de la mitad del salario medio en los Estados Unidos a más de tres cuartos del salario medio en Dinamarca y Japón.
  • Sin apoyo público, el coste de los cuidados de larga duración excede los medios financieros de una gran parte de las personas mayores de cada país. Es más, la relación entre salud y bienestar económico en la mayoría de los países significa que quienes tienen más probabilidades de necesitar cuidados de larga duración son quienes presentan menos probabilidades de poder permitírselo y asumir su coste.
  • El sector público soporta la mayor parte del coste de los cuidados formales de larga duración. Incluso en Estados Unidos, que carece de un sistema público de cuidados de larga duración, los seguros públicos asumen más de dos tercios de su coste. A pesar de las similitudes existentes, se comprueba una sustancial variación en la proporción de los costes que asumen los sectores públicos en los diferentes países. Además, se constata una fuerte correlación positiva entre la participación pública y el gasto total en cuidados de larga duración como porcentaje del PIB.
  • Existen variaciones significativas entre los países en cuanto al empleo de la atención domiciliaria formal versus los cuidados provistos en instituciones, La proporción del gasto en atención domiciliaria oscila entre del 23% en España y el 63% en Japón. Se comprueba que no existe correlación entre la proporción del gasto en atención domiciliaria y el gasto total en cuidados de larga duración: es decir, los países que más favorecen los cuidados formales en el hogar no parecen gastar menos que aquellos que promueven la atención en centros residenciales de personas mayores. Los dos países más antiguos de la muestra (Japón y Alemania) son los que destinan mayor proporción de gasto a la provisión de servicios de atención domiciliaria.
  • La atención informal comprende una parte sustancial del total de los cuidados de larga duración y el coste de estos cuidados informales, en términos de salarios no percibidos y otros costes -como la pérdida de tiempo y posibilidades de ocio-, deben incluirse en cualquier medida del coste real de los cuidados de larga duración, aunque no aparezcan en las contabilizaciones oficiales. Las medidas debieran incluir el valor total del tiempo de las personas cuidadoras, lo que supondría que el cuidado informal contase, al menos, como un tercio del conjunto de cuidados de larga duración en todos los países analizados, con un promedio de casi el 50% en los países estudiados.

Si desea ampliar esta información, puede acceder a los contenidos de la publicación “Cuidados de larga duración en el mundo” (Long-Term Care around the World , University of Chicago Press, 2023), publicado por el National Bureau of Economic Research .