Departamento de Cultura y Política Lingüística

9. Sel de Ezkue

ETAPA 1: HONDARRIBIA • DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN

Establecimientos ganaderos estacionales

Desde la acopción de la ganadería en el País Vasco el ser humano ha colonizado las zonas de montaña para aprovechar estos espacios con el fin de alimentar a rebaños y piaras. Durante la Alta Edad Media, al menos en la parte occidental del Pirineo y en el oeste del Cantábrico se desarrolló un sistema propio de gestión de los pastos y bosques de montaña, con el fin de regular el acceso y disfrute a ellos. En términos generales, se puede decir que los ganados provenientes de otros valles que se introducían en el monte debían volver a su lugar origen con la caída del sol. Esta forma de regulación contempló excepciones y éstas se materializaban, principalmente, a través de bustalizas o seles. Éstos, a su vez, consisten en instalaciones ganaderas (cabañas, rediles, etc.) donde rigen una serie de derechos y usos que no se aplican en el resto del monte. Es decir, que a quien accede a ellos le asisten una serie de capacidades que no poseen los demás.

Estos derechos suponían, básicamente, que el titular o usufructuario de estas majadas ganaderas podía cobijar sus animales en ellas sin tener que volver al lugar de origen. Esto dio lugar a que, a partir de los siglos X y XI los propietarios de grandes vacadas (normalmente monasterios y otros señoríos eclesiásticos) pudieran trasladar sus animales estacionalmente desde los pastos del interior o del Pirineo hacia otros, situados en la costa y en climas más templados.

Con el tiempo, en el País Vasco atlántico, los seles tomaron una forma determinada, de planta circular, y se sometían a unas medidas concretas. También se utilizaron para delimitar espacios donde explotar la madera del bosque, que se dirigió, sobre todo, a la producción de carbón con la que se alimentaban las ferrerías.

La documentación de los siglos XIV y XV nos relata la existencia de varios seles en Jaizkibel, de los que era propietaria la Catedral de Pamplona y eran los vaqueros del norte de Navarra los que pacían sus vacadas en ellos. A mediados del siglo XIV, los vecinos de la zona y el concejo de Hondarribia se oponían a que este ganado siguiera entrando en su jurisdicción, por la competencia que ejercía sobre los locales. Sin embargo, a mediados del siglo XVIII estos lugares se volvieron a utilizar regularmente, esta vez por pastores de ovejas que se movían con sus rebaños desde las sierras del interior hacia las de la costa.

El sel de Ezkue y la ganadería medieval

Dejando la carretera que atraviesa el monte Jaizkibel hacia el establecimiento ganadero de Ezkue, atravesamos un pequeño collado que nos lleva a una peña de piedra arenisca. Según nos acercamos a ella, nos llamarán la atención las construcciones de piedra que aparecen en el suelo. Se trata de restos de rediles donde se guarecían los rebaños. En los primeros escarpes de la roca, podemos observar unos espacios llanos, algunos rodeados de pequeños muros o zócalos de piedra. Más arriba, ya debajo del abrigo rocoso, se establece una zona llana, resguardada del viento del norte y de las inclemencias del tiempo. Al este de la peña, aún se puede contemplar los restos de una cabaña, de construcción reciente, que sirvió de refugio para los últimos pastores que se albergaban en este lugar.

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