Departamento de Cultura y Política Lingüística

75. Santuario protohistórico de Gastiburu - Castro de Arrola (Arratzu)

ETAPA 5: MARKINA-XEMEIN • GERNIKA-LUMO

Los poblados fortificados de la Edad del Hierro

A partir aproximadamente del siglo V de la Era cristiana, la población comienza a agruparse en poblados ubicados en colinas y montes. Por regla general, estas ubicaciones suelen presentar un gran potencial estratégico, ya que permiten un control visual del entorno y, en muchas ocasiones, cuentan con pendientes muy abruptas, que facilitan su defensa.

El aspecto militar es verdaderamente una cuestión característica de los asentamientos de este momento, ya que suelen estar delimitados por al menos una muralla de gran porte. Se realizaba construyendo dos muros paralelos que se rellenaban de tierra y cascajo y sobre ella era habitual la instalación de empalizadas y torres. El acceso también se realizaba asegurando en lo posible que pudiera ser defendido en caso de ataque. Así, no se trataba de un vano abierto en el perímetro defensivo, sino que se obligaba al transeunte a atravesar un corredor que quedaba entre los dos lienzos de la muralla. Es decir, que uno de los extremos de la misma quedaba al exterior de la otra y avanzaba varios metros más, de forma que quedaran solapadas aunque separadas por un pasillo para el tránsito.

Se considera que esta arquitectura es muestra de un auge económico, relacionado con un aumento de la producción agrícola y ganadera, que impulsa un aumento demográfico y la aparición de jefe locales. Éstos serían quienes ordenarían, bien por coerción bien alentando un trabajo colectivo del grupo social, las importantes obras que suponían la fortificación de una posición en altura. En el caso de Arrola, se trata de una defensa perimetral de un espacio de hasta 220x75m, que llega a tener hasta 6m de altura.

En el momento de uso de este tipo de asentamientos, las principales actividades de sus pobladores eran agropecuarias, aunque conocían el uso de los metales, incluso fabricaban hierro. En la franja cantábrica del País Vasco se tiene constancia de que existía un comercio, bien con la cuenca del Ebro, bien con la zona aquitana.

Aunque desconocemos absolutamente todo de sus creencias, sabemos que incineraban a sus muertos pero no mucho más. Sobre su posible “religión” y los espacios rituales existe un yacimiento que nos insinúa algunas cuestiones: el “santuario” de Gastiburu.

¿Un santuario de la Edad del Hiero?

Resulta un verdadero quebradero de cabeza intentar comprender el significado y el uso de este espacio de Gastiburu. Ubicado en la ladera que queda hacia Arratzu, consiste en una instalación que abarca un diámetro de unos 65m, se conforma de cuatro estructuras de piedra a modo de lóbulos o pétalos, que rodean una plaza central pentagonal. Estas estructuras crean unas gradas en cuesta, que miran hacia el centro de la plaza. Amplias zonas aparecieron pavimentadas de losas y se hallaron también algunas figuras de piedras que se interpretaron comoí dolos.

Este espacio religioso o de culto es único en el País Vasco, aunque su interpretación parece, aún hoy, todo un reto.

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