Departamento de Cultura y Política Lingüística

19. Parque de atracciones de Ulia (San Sebastián)

ETAPA 1: HONDARRIBIA • DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN

Una ciudad de ocio

La ciudad de San Sebastián sufrió una espectacular transformación urbanística entre 1850 y 1900, que fue al compás del cambio sociológico y del crecimiento demográfico. En 50 años pasó de contar con 10.000 habitantes a los 40.000 y de ser una ciudad eminentemente comercial a constituir, como ciudad balneario, uno de los principales destinos de ocio para la burguesía y la aristocracia europeas.

Entre las atracciones que la ciudad ofrecía, además de los baños en la playa y en el balneario de la Concha y de los hoteles, cafés y casinos, se encontraba la de acceder a espacios ajardinados o incluso boscosos, que ofrecían la opción de alejarse de la ajetreada ciudad, casi sin alejarse de ella. Uno de los ejemplos más peculiares lo constituye el desaparecido “monte ruso”, que se situaba en los jardines de Alderdi Eder, como un cerro artificial de unos 8 o 10m de altura, que se poblaba de árboles y lo cruzaban unos senderos. Ofrecía al visitante una zona ajardinada, casi boscosa, que permitía a quien quisiera “perderse” en una experiencia menos urbana que la que ofrecían las calles de la ciudad.

Sin embargo, los parques de atracciones de la ciudad se ubicaban en espacios más alejados, elevados (en los casos de Igeldo y Ulia), que permitían disfrutar de una sugerente panorámica de la ciudad y la costa. Para su acceso, se habilitaban medios de transporte que, en el caso de San Sebastián, resultaban innovadores en la época. Son los casos del funicular de Igeldo y el teleférico de Ulia.

En el caso donostiarra, de los parques de atracciones de la Belle Epoque solamente el de Igeldo continúa en funcionamiento, mientras que el de Ulia y, sobre todo, el de Martutene han perdido esa función.

Los elementos que componen el parque de atracciones

A pesar de que la mayor parte de las instalaciones que la componían han desaparecido o se encuentran abandonadas, el parque de Ulia mantiene un cierto número de sus atracciones.

Su apertura al público tuvo lugar en 1902. El desaparecido tranvía que subía desde la calle Ategorrieta llegaba al pie de la cima de Ulia, a unos 28m por debajo de la misma, al lugar donde se encontraban las instalaciones hosteleras. De allí, se podía tomar un teleférico montado sobre seis cables instalados en dos grupos de tres, sobre los que transitaba, colgada, la góndola metálica de los pasajeros. Tras un trayecto de 280m, el visitante se encontraba en el punto más alto del monte, donde podía disfrutar de unas magníficas vistas. Desgraciadamente, desde la desaparición del servicio regular del tranvía produjo un descenso entre los visitantes y, por tanto, en la utilidad de esta instalación de ingeniería, situación que provocó su desaparición.

En la parte superior, se habilitaron varios miradores, entre los que destacaremos, en primer lugar, la de la “casa rústica” o “chalet de la Peña”. Aprovechando la estructura exagonal de un antiguo molino de viento del siglo XVIII y los afloramientos rocosos, todos ellos situados en el extremo noroeste de la cresta, se habilitó un café. Se añadió una plataforma volada apoyada en pilares que permitía así pasear como sentarse a tomar un refrigerio en la terraza de dicha cafetería. Actualmente solamente se conserva la torre del molino.

Continuando por la cresta en dirección sureste se encuentra la llamada “Peña del Ballenero”, el lugar donde se hallaba una de las atalayas de San Sebastián. Fruto de una interpretación mítica de la historia del lugar, se instaló un letrero en inglés, francés, euskara y castellano que anuncia el uso de esta prominente peña como atalaya ballenera en el siglo X.

Finalmente, en 1928, se inauguró otra atracción que agradara a los visitantes: el tiro a pichón o al plato, con su merendero adyacente. Actualmente el local hostelero sigue en funcionamiento, no así el campo de tiro.

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