Departamento de Cultura y Política Lingüística

7. Fuerte de Guadalupe (Hondarribia)

ETAPA 1: HONDARRIBIA • DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN

Un fuerte para una nueva coyuntura

Desde fines de la Edad Media, la frontera del Bidasoa entre España y Francia se tornará un foco problemático para estos estados y un verdadero peligro para la población en los momentos en los que la tensión entre los mismos estallaba en forma de incursiones armadas y ocupaciones militares.

En el último tercio del siglo XIX un nuevo equilibrio diplomático se tejerá en suelo europeo, el cual se caracterizará por la competencia en la expansción imperialista de las principales potencias, una compleja y variable red de alianzas y tratados y una carrera armamentística impulsada por el desarrollo industrial. En este contexto, y tras la Última Guerra Carlista (1872-1876), el Gobierno de España se ocupa de su posición en este nuevo equilibrio de fuerzas. En esta etapa histórica, se decantará por una actitud defensiva en el escenario diplomático internacional. Así, se determina fortificar la región fronteriza en torno al paso del Bidasoa. Para ello se proyectan 8 de fortificaciones situadas en cumbres que permiten la mutua defensa en caso de una invasión francesa. Finalmente, solamente se erigen 3: el de Guadalupe, el de San Marcos y el de Txoritokieta. El primero, el más oriental de todos ellos, se sitúa a 200m sobre el nivel del mar, en una posición estratégica respecto a la entrada del estuario del río Bidasoa y el puente internacional de Irun.

El fuerte fue terminado en 1900, justamente en un momento en que el desarrollo de la tecnología militar y, especialmente, la inminente de la irrupción de la aviación en la guerra iba a dejar obsoletas fortalezas como ésta. No obstante, el fuerte iba a tener una importancia especial durante los primeros meses de la Guerra Civil. Por un lado, fue empleado como cárcel por las Juntas establecidas para defensa de la República. Al mismo tiempo, sus baterias fueron empleadas, sin mucho efecto, para entorpecer el avance franquista desde Navarra. El 4 de agosto, ante la inminente llegada de los sublevados, el destacamento abandona la plaza y, antes de la llegada del enemigo, un grupo de milicianos anarquistas fusila a 18 presos, mientras que otros muchos huyen. Tras tomar el fuerte, los franquistas liquidaron aquí a 5 milicianos.

Las instalaciones

Se trata de un reducto de 325m de longitud por 150m, rodeado de un foso delimitado por un terraplén de 8,5m de espesor y 1,8m de altura. Desde el exterior, el fuerte queda disimulado por la cubierta vegetal de sus terraplenes y su perfil bajo para evitar, en lo posible, los impactos de artillería enemiga. Se accede mediante una rampa de descendente, a través de una puerta en forma de herradura de caballo. El interior del fuerte se organiza en varios patios que se rodean de terraplenes y parapetos en los que se disponen las baterías de artillería. Los cuarteles, almacenes, estancias, pasillos y galerías, etc. se extienden de forma subterránea, con el objetivo de que las obras terreras y de fábrica (mampostería y hormigon no-armado) protejan a los soldados de la guarnición para la que se diseñó: un batallón de 500 hombres y la compañía de artillería, de 100. Contaba con un sistema de suministro de agua potable a traves de 4km de caño, una cisterna de 18.000 litros y conducciones para desalojar aguas fecales y pluviales. Las piezas de artillería con las que se dotó eran piezas de hierro (cañones Ordoñez) de 150mm, obuses de bronce de 210mm, cañones de batalla, cañones rápidos (Nordenfelt) de 57m y ametralladoras. En total 44 piezas.

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