Departamento de Cultura y Política Lingüística

91. Ermita - Necrópolis de San Esteban de Gerekiz (Morga)

ETAPA 6: GERNIKA-LUMO • BILBAO

Una humilde ermita de antiguo origen

A quien se acerque a esta pequeña iglesia le sorprenderá encontrar dos piedras que forman parte del muro exterior en la zona de la puerta de acceso, que no se parecen en nada a los bloques de mampuesto de los que se rodean.

Se trata de sendos fragmentos de estelas en las que, siguiendo la tradición romana, un personaje dedica a otro el monumento funerario. En este caso, ambas piedras se realizan para rememorar a los cónyuges. Uno de ellos, rectangular, está datado en el 362, y es el marido (Terencio) el que lo dedica a su esposa (Sempronia). El otro fragmento, de forma irregular, alargada y con una cazoleta, carece de data, pero contiene el nombre de la donante (Severinia) quien dedica ese recuerdo a su esposo (Salvícalo Certimio). Las estelas que vemos en la actualidad son réplicas, ya que los originales se llevaron al Museo Arqueológico de Bizkaia (Bilbao).

Algunas fuentes nos indican que en las obras realizadas en 1770 para rehabilitar la construcción, se hallaron éstas y otras lápidas, de forma que unas se utilizaron en los muros y otras se volvieron a enterrar. Además, se encontraron huesos y enterramientos orientados en la forma cristiana medieval, con la cabeza hacia el oeste y los pies al este. A falta de un estudio arqueológico en profundidad, podemos sugerir que esta coincidencia de necrópolis de distintas cronologías y ritos en un mismo espacio resulta de gran interés. Se habría producido la cristianización de un espacio ritual anterior, manteniendo el uso sepulcral, pero añadiéndole la edificiación litúrgica cristiana.

En el País Vasco cantábrico la transición entre la Edad Romana y la medieval no se conoce aún más que de forma muy superficial. El cuidado de los muertos y los ritos asociados a ellos no son una excepción. Sin embargo, podemos afirmar, a grandes rasgos, que en algunos casos las necrópolis de época romana se abandonaron (Tribisburu, Bermeo); en otros, los espacios cinerarios paganos fueron cristianizados pero sin que se siguiera realizando enterramientos en época medieval (Santa Elena, Irun); en algunos, el culto y los enterramientos cristianos proceden ya del final de la Antigüedad y se continúan hasta el inicio de la Edad Media (Finaga, Basauri).

En todo caso, este tipo de lugares son testimonio de cómo los antiguos pobladores del País Vasco atendieron a sus difuntos. Además, en algunos casos se mantuvo el culto a los lugares ancestrales a pesar de haberse transformado (desconocemos en qué grado) su concepto de trascendencia y su sistema de creencias.

En la actualidad, el sencillo edificio reconstruido en el siglo XVIII, es de planta rectangular y tejado a dos aguas, con una puerta principal de arco de medio punto a los pies.

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