Departamento de Cultura y Política Lingüística

20. Conjunto estación del Norte-Puente de MC y Tabacalera (San Sebastián)

ETAPA 1: HONDARRIBIA • DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN

El ferrocarril y la transformación de San Sebastián

La transformación económica, social, demográfica y urbana que vive la ciudad de San Sebastián entre 1850 y 1900 no se puede entender sin tener en consideración el papel jugado por la llegada del tren el 14 de agosto de 1864. A pesar de que los planes de establecer una línea que uniera Irun con Madrid a través del ferrocarril precedieron a este acontecimiento en dos décadas, la materialización del proyecto no pudo ver la luz hasta aquel momento. En los próximos años, durante los pocos en los que se prolongó el reinado de Isabel II (que terminó en 1868), la ciudad contaría con una cantidad nada desdeñable de unos 800 veraneantes.

Una vez transcurrida la Última Guerra Carlista (1872-1876), se producirá el definitivo empuje del turismo en San Sebastián. El establecimiento en la ciudad de la corte durante el verano, incluyento a los reyes Alfonso XII y Alfonso XIII y a la regente María Cristina, atrae a las clases altas de Madrid, así como a la aristocracia y alta burguesía de Europa.

Sin embargo, también debemos tener en cuenta que San Sebastián se encontraba integrada en la principal línea de ferrocarril de España, ya que es la que conectaba la capital con Francia. Por tanto, las vías que cruzan San Sebastián no solamente transportarán pasajeros, sino que acojen un importante flujo de mercancías. Desde la década de los años 60 del diecinueve se asentarán las bases de la industria en la ciudad, y a comienzos del siglo XX la zona ferroviaria de Egia verá la creación de una importante industria.

Una nueva puerta para la ciudad

La primera estación del ferrocarril en San Sebastián se inauguró en 1864 y consistía en un cuerpo central de dos pisos, flanqueada por dos alas de un único piso, todo ello en un estilo clásico muy sobrio, diseño del ingeniero ferroviario francés C.A. Letourneur. 20 años más tarde, se acometieron trabajos de ampliación en el conjunto, de forma que se añadieron otros dos cuerpos en los extremos y, sobre todo, se erigió una gran marquesina metálica para cubrir las vías. Para ello se contrató a la compañía de G. Eiffel et Compagnie. Se trata de una cubierta a dos aguas, con un linternón corrido o longitudinal que permitía la iluminación natural y, especialmente, la evacuación de humos.

En 1905 se realizará una nueva actuación, para establecer un paso elevado sobre las vías y comunicar ambos lados de la ciudad. Esta obra fue la que dio a luz al portal de cinco arcos y rematado con reloj. La monumentalidad de esta construcción se vería, pronto, ensalzada por el nuevo puente que comunicaría la estación con el ensanche del Centro, que ya la había rebasado hacia el sur. Dado el carácter de puerta de la estación, por la que llegaban una multitud de veraneantes de la burguesía y la aristocracia española y europea, se decidió dar una singular monumentalidad al puente. Realizado en hormigón armado, con tres arcos rebajados que se apoyan en otros tantos pilares, se presenta sumamente decorado, mediante elementos marinos (proas de barcos, peces, caballos de mar, seres mitológicos, etc.). Destacan los 4 obeliscos que se ubican en las cuatros esquinas de la estructura.

Finalmente, el conjunto se completa con una infraestructura industrial, la Tabacalera, que fue erigida entre 1886 y 1913. Destaca la monumentalidad de la fábrica, levantada en noble sillería arenisca, que se caracteriza por su apariencia palaciega. En esta industria fueron empleadas más de 1000 personas, en su mayoría, mujeres.

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