Departamento de Cultura y Política Lingüística

27. Casco Antiguo Orio (Orio)

ETAPA 2: DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN • ZARAUTZ

Un puerto fluvial de gran vocación marinera

Las primeras referencias a la existencia de un espacio humanizado llamado Orio se retrotraen a mediados del siglo XII, época en la que el rey García el Restaurador de Navarra donó al monasterio de Leire diversos seles (asentamientos ganaderos) que poseía en Igeldo y Orio. Dentro de ese espacio pronto destacó la comunidad agrupada en torno a la iglesia de San Nicolás de Orio, erguida en un espacio de gran valor estratégico. En efecto, el templo con su comunidad se asentaba sobre un peñón desde el que se dominan el curso bajo del Oria y su desembocadura en el mar, a cuyo pie se ubicaba una cala que servía de puerto. Además, en este lugar se encontraba el embarcadero que servía de pasaje para los viandantes que discurrían por el camino procedente de San Sebastián, a través de Igeldo, y tras salvar el Oria, continuaba por tierras de Aia en dirección a Zarautz.

Esta aldea de San Nicolás de Orio, que desde fines del siglo XII pertenecía a la jurisdicción de Donostia-San Sebastián, era, en suma, un importante nudo de vías de comunicación y comercio de carácter marítimo, fluvial y terrestre. Esta circunstancia acarreó su desarrollo económico, de lo cual es buen ejemplo el hecho de que ya para 1294, casi un siglo antes de que alcanzara el rango de villa, en Orio se cobraban rentas del hierro elaborado en las ferrerías del entorno que se exportaba por su puerto. En efecto, el desarrollo de las actividades marítima como las exportaciones de hierro, la caza de la ballena y la construcción naval posibilitaron un importante desarrollo económico y social, de manera que permitió a los habitantes de esa aldea acceder a la corte de Juan I de Castilla y que este monarca les concediera en 1379 la Carta Puebla de la villa que en adelante se llamaría Villarreal de San Nicolás de Orio. De esta manera, los habitantes de esta nueva villa se dotaron de las herramientas jurisdiccionales y políticas necesarias para imponerse sobre las ambiciones de diversos señores del entorno que pretendían acaparar el tráfico comercial y la explotación de los ricos recursos pesqueros de la ría. En adelante, la villa dentro de su jurisdicción centralizó el tráfico comercial en la rentería municipal y monopolizó la captura de salmones y de la práctica de la pesca en el Oria.

La imposibilidad del desarrollo óptimo de una actividad pesquera local (por la existencia de una peligrosa barra en la ría), motivó que los oriotarras buscaran su sustento en actividades que se desarrollaban muy lejos de su casa. A lo largo del siglo XVI participaron de lleno en las expediciones bacaladeras y, sobre todo, balleneras destinadas a Terranova. Cuando a partir de fines de esa centuria disminuyó mucho la captura de cetáceos en Terranova, a lo largo de todo el siglo XVII y el primer tercio del siglo XVIII los balleneros oriotarras destacaron en el apresto de expediciones balleneras destinadas a Galicia y Asturias.

Entre fines del siglo XVI y finales del siglo XVIII este espacio fluvial, perteneciente a las jurisdicciones de Orio, Usurbil y Aia, se transformará, junto a la bahía de Pasaia, en uno de los principales centros de construcción de grandes galeones y navíos de guerra y comercio de la Monarquía Hispánica. De sus gradas partieron muchos de los galeones y navíos que traían la plata de América y combatían en la Armada. A partir de inicios del siglo XIX la construcción naval de Orio se encaminaría a satisfacer la demanda local y provincial de pesqueros y barcos de transporte. La actividad de estos astilleros tradicionales se extendió hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando se cerraron los últimos.

Un magnífico conjunto monumental

Las características del trazado urbanístico del casco antiguo de Orio son las habituales en las villas asentadas en laderas de montaña, con calles de fuerte pendiente que conectan las partes más elevadas con la zona baja del casco, como son las calles Nagusia y Almirante Oa. Otras recorren el casco de manera transversal, como es el caso de las calles Iturbide, Antxiola y Aritzagakalea.

Este recinto medieval destaca por constituir un magnífico conjunto de edificios construidos entre fines del siglo XV y el siglo XVIII, siguiendo los cánones estilísticos góticos, renacentistas, barrocos y neoclásicos. Además de la impresión causada por la imponente parroquia renacentista de San Nicolás de Bari, al recorrer sus calles es imposible sustraerse de la sensación de disfrutar de un paisaje urbano fruto de la riqueza generada mediante el gran desarrollo que a lo largo de los siglos conocieron en Orio las ya mencionadas actividades marítimas.

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