Departamento de Cultura y Política Lingüística

53. Casco Antiguo Mutriku (Mutriku)

ETAPA 4: DEBA • MARKINA-XEMEIN

Una pionera entre las villas costeras vascas

La población de Mutriku recibió su carta foral hacia 1209, en tiempos de Alfonso VIII, aunque se tiene constancia documental de que la localidad ya existía en 1200. En este momento una de las actividades que caracterizaban a sus habitantes era la caza de la ballena, una actividad que perdurará durante siglos. En este sentido, no es una casualidad que el concejo adoptara como escudo y sello una escena que representa la caza de la ballena. La economía marítima dio forma y riqueza a la localidad, de forma que los mutrikuarras se destacaron en la pesca (tanto de bajura como transatlántica) y el comercio marítimo.

Esta vocación marinera ha tenido su plasmación en la monumentalidad de esta pequeña localidad. No es una casualidad que dos de los más destacados marinos de la Monarquía Hispánica tengan su cuna en ella, de la misma forma que no lo es que otros muchos también fueran vascos. Este territorio con sido la base de un pueblo volcado al mar y que ha tenido un papel protagonista de la historia marítima mundial.

El más insigne de los marinos mutrikuarras es Antonio de Gaztañeta (1656-1728), constructor de barcos y teórico sobre la ingeniería naval que revolucionó el esquema de los buques de su época. Sus diseños fueron adoptados por las potencias rivales, como Inglaterra o Francia.

El otro es Cosme Damián Churruca (1761-1805), científico, marino y militar, pariente del anterior, que compaginó las acciones bélicas con la enseñanza en la Academia de Ferrol y las expediciones científicas. Murió en la batalla de Trafalgar (1805).

Entre torres y palacios

La monumentalidad de la villa de Mutriku es muy destacada. En ella encontramos edificios medievales del siglo XV y comienzos del XVI (como la de Luardo), algunas de ellas en forma de altas torres (como la de Berriatua, en la bajada al puerto). En estos edificios predomina la mampostería, con cadenas esquineras y vanos en sillería arenisca.

Uno de los fuegos vividos por la villa, en 1543, calcinó una gran parte de la villa y, progresivamente, se fueron construyendo nuevos edificios en ella, al gusto de cada época. De fines del siglo XVI es el palacio Zabiel, construido en sillería de arenisca con una ordenación simétrica de los vanos y una fachada principal monumental. Destaca el cuerpo central donde la puerta y el balcón del primer piso se enmarcan en una arquitectura coronada por el escudo y un pequeño frontón. A cada lado, en cada piso encontramos sendas columnas, presentando, las de la planta baja, un remarcable fuste helicoidal. Se debe destacar también el ancho alero de madera, profusamente decorado.

En el siglo XVII se edifican nuevas casas palaciegas, como son el palacio Galdona, en la plaza del Ayuntamiento, de sillería caliza, con amplias puertas-ventana en la fachada principal y un escudo esquinero. No podemos olvidar tampoco la casa Arrietakua, edificada por mandato de Antonio de Gaztañeta a inicios del siglo XVIII, también en sillería de caliza, con fachadas prácticamente lisas, a excepción de los balcones de hierro forjado, el escudo y alero decorado.

También del siglo XVIII, pero contrastando con la sobriedad del edificio anterior, encontramos el palacio Montalivet, diseñado por Francisco de Ibero, el más destacado arquitecto guipuzcoano del siglo XVIII. Levantado en sillería de caliza, presenta una planta rectangular aunque, en el primer piso, la esquina que se abre hacia el puerto aparece redondeada para habilitar un balcón, también curvo. Destaca su gran escudo, así como la portada, enmarcarda entre pilastras y coronada por un óculo ovalado.

Finalmente, la localidad cuenta con un importante exponente de la arquitectura neoclásica, como es la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, diseñada por el prestigioso arquitecto Silvestre Pérez y erigida entre 1803 y 1843. En esta iglesia cuenta con un gran pórtico hexástilo (6 columnas de estilo dórico) y una gran escalinata que salva la inclinación natural del terreno. En su interior se guarda un lienzo de Zurbarán, que representa la Crucificxión de Cristo.

Compartir en

unesco