Departamento de Cultura y Política Lingüística

44. Atalaya de Itziar (Deba)

ETAPA 3: ZARAUTZ • DEBA

Oteando el mar

En el barrio de Itxaspe de Itziar (término municipal de Deba) se sitúan las ruinas de la antigua atalaya emplazada sobre la ladera que desciende hacia la punta de Mendata, cerca de la playa de Sakoneta. Es un recordatorio de la vocación marinera que los vecinos de Itziar siguieron conservando siglos después de que en 1343 pasara la cabecera de la villa desde Itziar a Deba. En efecto, las investigaciones histórico-arqueológicas que hasta el momento se han realizado en torno a esta atalaya señalan que el actual edificio es obra del siglo XVIII. Asistiría, con toda probabilidad, a los pescadores de Itziar que se hacían a la mar desde Sakoneta, que constituía su principal puerto.

Las atalayas consistían en infraestructuras de primer orden para la gestión de las actividades marítimas de los pueblos de la costa. Constituían uno de los principales procedimientos de obtención de información meteorológica, pesquera, comercial, etc. fundamental para la buena marcha de los negocios. En efecto, lo atalayeros que asistían en las atalayas cumplían varios cometidos. En primer lugar, avisaban de la llegada de peligros a las embarcaciones que se hallaban tanto en el puerto como en el mar. Estos peligros podían ser naturales, como la llegada de galernas y temporales, o provocadas por el hombre, caso de la presencia de barcos de guerra o corsarios enemigos. En segundo lugar, daban aviso de la presencia de ballenas, o de bancos de peces, a fin de que los pescadores se lanzaran lo antes posible a su captura. Estos avisos procuraban hacerlos de manera que no fuesen observados desde los pueblos vecinos para tratar de evitar competencias no deseadas. En tercer lugar, informaban también de la presencia de mercantes destinados a algún puerto cercano, como el de Deba. Estas embarcaciones precisaban ser atoadas o remolcadas a puerto de manera que las lanchas de los puertos remaban lo más aprisa posible para llegar a ser los primeros en ser contratados para el efecto. En cuarto lugar, recolectaban información acerca del volumen de tráfico comercial de los puertos vascos. Estas noticias eran muy importantes para el comercio de determinados productos, ya que a la hora de vender era preferible acudir a puertos donde menos barcos habían llegado y los precios eran más altos, pero a la hora de comprar se hallaban precios más módicos en puertos con mayor tráfico.

Una pequeña torre sobre el acantilado

Las ruinas del edificio de la atalaya permiten conocer las características de este sencillo complejo. Se compone de dos dependencias anejas. Por una parte, la pequeña cabaña o txabola construida en mampostería de arenisca y que originariamente estaría dotada de puerta, ventana y tejado a dos aguas. Esta cabaña servía de refugio y albergue al atalayero. Por otra parte, destaca la base maciza de la torre cilíndrica de la atalaya, a la que se encaramaba el atalayero para observar el mar y emitir las señas correspondientes. Actualmente, se conserva sólo la base de la torre y ha perdido la escalera de acceso, así como el antepecho que originalmente disponía en su coronamiento.

Los atalayeros se servían de diversos sistemas de señales que aplicaban según las circunstancias. Por una parte, recurrían a señales visuales como banderas usadas de forma diurna y de fogatas durante las horas nocturnas. Por otra, usaban, también, señales acústicas, apropiadas para momentos de escasa o nula visibilidad, causada por las nieblas, las nubes bajas o la oscuridad de la noche. Para estas señales sonoras, las torres de las atalayas disponían de campana. También hay constancia del uso de otros procedimientos como el lanzamiento de cohetes.

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