Departamento de Cultura y Política Lingüística

Danza la Danza tradicional: Abordamiento en base a una Tipología



 
Introducción
 
Abordamiento en base a una tipología
 
Diversidad de estilos en la danza tradicional
 
Conceptos básicos
 

 

ABORDAMIENTO EN BASE A UNA TIPOLOGÍA

  

La danza tradicional es una actividad artística y cultural especial, que ocurre cuando una o varias personas ataviadas de forma especial hacen mover su cuerpo de un modo distinto al que lo hacen cuando participan en los avatares ordinarios de la vida cotidiana. Se observa que, en las sociedades llamadas tradicionales, las personas muestran una gran inclinación a danzar en momentos considerados fundamentales en el devenir de su vida social, sus actividades económicas y sus convenciones espirituales y religiosas. De ahí que la danza tradicional se entienda como una actividad ligada a la expresión de sentimientos sociales y culturales sobresalientes. No en vano las danzas ocurren en situaciones en que las personas sienten la necesidad de celebrar un acontecimiento crucial dentro de la comunidad, pudiendo ser el acontecimiento a conmemorar consecuencia de hechos económicos, religiosos, históricos, políticos, míticos, o individuales. Sin embargo, lo habitual es que el acontecimiento motivo de celebración consista en el festejo de una circunstancia que combine la variedad de características que hemos enumerado. Por tanto, la danza tradicional es un evento social que se organiza para celebrar situaciones de magnitud en la vida de las personas.

CRITERIOS DE CLASIFICACIÓN

    Un tema sobre el que reflexionar a la hora de adentrarse en el mundo de la danza tradicional es el de qué criterio debemos seguir a la hora de clasificar las danzas. Un criterio seguido, entre otros, por Julio Caro Baroja es temporal. Consiste en mostrar que las danzas tradicionales son manifestaciones culturales que acontecen dentro de fiestas concretas de una comunidad, de modo que la suma de todas ellas compone un calendario anual de fiestas y danzas tradicionales. Esta circunstancia permite comprobar que las fiestas y sus danzas forman un conjunto de celebraciones que se suceden a lo largo de las estaciones del año, los ciclos agrícolas y los cambios sociales que se sustentan en la vida de las personas así como en los grupos sociales. Entre los investigadores no hay acuerdo acerca de qué criterio es prioritario en la clasificación de las danzas. Por ejemplo, Juan Antonio Urbeltz ha seguido criterios morfológicos y coreográficos en la elaboración de un sistema de clasificación de las danzas vascas1 . Por su parte, el folclorista vasco José Antonio Quijera ha empleado criterios formales y coreográficos, una propuesta que, difiere de la Juan Antonio Urbeltz.2 En la clasificación propuesta por Juan Antonio Urbeltz destacan siete epígrafes por este orden: danzas masculinas individuales; danzas femeninas individuales; danzas colectivas de hombres solos; danzas colectivas de mujeres solas; danzas colectivas de hombres y mujeres; danzas y comparsas de carnaval; danzas de oficios, danzas-juego y juegos. Igualmente, Juan Antonio Urbeltz ha indicado la existencia de otras divisiones dentro de cada uno de esos epígrafes, al igual que ha enumerado las danzas que se corresponden con cada división de su clasificación. Mientras que José Antonio Quijera suguiere un sistema de clasificación basado en la distinción entre danzas con herramientas y danzas sin herramientas, que a su vez subdivide en apartados más precisos a los que asigna las danzas que les corresponden. Julio Caro Baroja destaca entre los investigadores que han elegido una presentación temporal de las fiestas. Ello se aprecia sobre todo en las obras que tituló El carnaval: análisis histórico-cultural 3 y El estío festivo: fiestas populares del verano,4 respectivamente. También la revista Dantzariak, órgano de Euskal Dantzarien Biltzarra, publicó por entregas a lo largo de sus primeros números un calendario de fiestas en Euskal Herria. El calendario de fiestas y localidades, junto con sus danzas y demás peculiaridades, elaborado por la revista Dantzariak comenzaba el 1 de Enero y seguía día a día el curso natural del año hasta el 31 de Diciembre. Sin embargo, en su libro Fiestas populares: España día a día, 5 María Ángeles Sánchez defiende que los ciclos festivos no se corresponden con el calendario civil. Así la autora considera más apropiado iniciar su guía a partir del 13 de Diciembre, festividad de Santa Lucía. La razón que ofrece María Ángeles Sánchez es que el ciclo festivo de invierno da comienzo con las fiestas de Navidad, que comienzan, según argumenta ella, con las festividades en honor de Santa Lucía. Al igual que en este calendario de María Ángeles Sánchez, el calendario festivo de invierno elaborado en Navarra por el historiador José María Jimeno Jurio también refleja la discordancia que existe entre el comienzo de la actividad festiva popular y el calendario civil, aunque José María Jimeno Jurio establece el 24 de Diciembre como fecha de inicio de la festividad popular.6

SELECCIÓN DE MODO CRONOLÓGICO

    La elección de una presentación de fiestas y danzas tradicionales de modo cronológico sugiere varias cuestiones. Las tres primeras son: en una cultura determinada ¿qué fiesta determina el comienzo de un ciclo de festividades? ¿qué fiesta da por finalizado ese ciclo? y finalmente ¿qué características permiten aglutinar varias celebraciones dentro de un mismo ciclo? Y es que un calendario de fiestas como el que aquí se publica solapa dos criterios de temporalidad distintos, que son: el ciclo temporal de las economías locales y el ciclo temporal de la vida de las personas.

   A este respecto, se observa que un nutrido grupo de fiestas y danzas corresponde a celebraciones que concuerdan con actividades económicas que dependen de los ciclos biológicos de la naturaleza. También se observa que este tipo de danzas y celebraciones aparece ligado a fiestas religiosas, sean éstas cristianas o paganas, o bien combinen aspectos de ambas. A la hora de catalogar este tipo de celebraciones los folcloristas han distinguido cuatro grandes ciclos festivos: fiestas de invierno, fiestas de primavera, fiestas de verano y fiestas de otoño. Generalmente, en las fiestas de invierno el protagonismo de las fiestas suele recaer en los más jóvenes de la localidad celebrante, tal es el caso de los carnavales rurales vascos y otras fiestas de fecha dispar que Implican visitas y aguinaldos, al igual que dramatizan cuestiones estrechamente relacionadas con el hecho de la muerte y resurrección a la vida, sea ésta humana, animal o vegetal. Es por ello que estas fiestas se han interpretado como fiestas de la regeneración. En cambio, se ha entendido que las fiestas de primavera están dirigidas a la prevención, bien de plagas agrícolas, bien de enfermedades y desgracias familiares o individuales. Muchas romerías vascas son ejemplo de bailes asociados a este tipo de fiestas. Las fiestas de verano suelen ser más bulliciosas y tienden a celebrar la consumación, o la proximidad de su logro, de algún tipo de actividad económica vital para la pervivencia del grupo social que la realiza, lo que se aprecia en las fiestas patronales de un número importante de localidades vascas Finalmente, las fiestas de otoño conectan el mundo de los vivos con el de los muertos. Son fiestas que honran a los difuntos y rezan a sus almas. Al igual que las fiestas de invierno, estas celebraciones recuerdan que el umbral entre la muerte y la vida es diminuto. Sin embargo, las fiestas de invierno recalcan el aspecto regenerativo de la materia con mayor énfasis que las fiestas de otoño, donde las ánimas y el mundo de los espíritus ocupan un lugar central en la celebración.


1Juan Antonio Urbeltz, Reflexiones sobre el folclore coreográfico vasco, Cuaderno de Sección de Folclore nº1, Sociedad de Estudios Vascos, San Sebastián, 1983. También se puede consultar el nº10 de la revista Dantzariak, páginas 4-8, Euskal Dantzarien Biltzarra, Bilbao, 1979.
2José Antonio Quijera, Sistematika euskal folklore koreografikoan, Jentilbaratza nº7 Sociedad de Estudios Vascos, San Sebastián, 2000.
3 Editorial Taurus, Madrid, 1965.
4 Editorial Taurus, Madrid, 1984.
5 María Ángeles Sánchez, Fiestas populares: España día a día, Maeva Ediciones, Madrid, 1998.
6 José María Jimeno Jurio, Calendario festivo de invierno, Panorama nº 10, Gobierno de Navarra, Pamplona, 1988.

Emilio Javier Dueñas