Jone Arriola, directora del cortometraje "Dena asmatuta dago": «Quiero mostrar de forma directa y pura cuestiones frecuentemente ocultas y miedos o conflictos internos de la juventud»

  • Jone Arriola, directora del cortometraje "Dena asmatuta dago": «Quiero mostrar de forma directa y pura cuestiones frecuentemente ocultas y miedos o conflictos internos de la juventud»

Enfrentándose a la creencia de que todo está inventado, Jone Arriola estrenó el pasado año en ZINEBI, tras dos años de trabajo, un cortometraje sobre la relación innominada entre dos jóvenes, recientemente seleccionado para participar en el circuito Laburbira. Hemos hablado con ella sobre la importancia de la comunicación, de mostrar los "pequeños" asuntos cotidianos a través del cine, del proceso de grabación de Dena asmatuta dago (Todo está inventado), de su trayectoria hasta el día de hoy y de sus proyectos de futuro.


Al comienzo de la película, Martín dice: "Lur, no podemos inventar nada. Aunque pensemos que hemos tenido la idea más original del mundo, no es verdad. No es original". Y sin embargo, decidiste hacer un corto. Por lo tanto, no todo estaba inventado, o, al menos, no todo está contado. ¿Tú qué querías contar? ¿Y por qué?

En las clases he oído decirnos a varios docentes que todo lo que se dice está ya está inventado y que es difícil innovar. Pero he aprendido que lo importante es la motivación, el punto de vista y la forma de narrar que hay detrás de una historia: todo eso la convierte en diferente. Por lo tanto, aunque toda la tipología de historias ya está inventada, siempre cada cual le dará su propia singularidad a la suya; de ahí surge para mí la curiosidad sobre la idea de que todo esté inventado.

El punto de partida de esta historia es la relación que mantienen dos jóvenes. Una relación que no tiene nombre. Me parecía curioso añadir a esta relación innominada el concepto de que todo esté inventado, ya que hay quien dice que lo que no tiene nombre no existe. Pero muchas veces, hay situaciones que, aun careciendo de nombre, sí que existen, más allá de un objeto o elemento; en este caso, nos referimos a una relación.

Para mí resultaba interesante reflexionar sobre algo innominado y cuestionar si el nombre es tan importante. A medida que avanzamos en la historia, nos damos cuenta de si no podemos dar nombre a la relación, a veces es más importante que exista comunicación entre quienes la mantienen. Mientras haya una comunicación sana, el asunto del nombre queda en un segundo plano.


Los protagonistas, Lur (Xanti Agirrezabala) y Martin (Jon Ander Urresti), se encuentran en un baño rosa, fumando un porro acompañados de música. ¿Por qué ese decorado, esa apuesta estética? ¿Buscabas desnudar a los personajes externa e internamente? ¿Cómo fue la grabación?

Al crear historias me he dado cuenta de que el espacio es el punto de partida para mí, ya que siempre procuro que el tema de la historia y los espacios estén estrechamente relacionados. En este caso, tenía claro que quería que se tratase de un baño, por ser un lugar que suele ser pequeño y privado, un espacio en el que podemos encerrarnos y desnudarnos. Para mí era interesante situar a la pareja dentro del baño, o, para ser más precisa, dentro de la bañera, un pequeño espacio que comparten desnudos. La desnudez es una forma de representar a los personajes en estado puro o sin elementos que los escondan. Y yo quería representar a los personajes de una manera real, sin otro remedio que responderse dentro de ese espacio a la cuestión de "¿Qué somos?".

Fue una grabación de dos días y fuimos un pequeño grupo de trabajo. Teniendo en cuenta que se trata de un cortometraje bastante íntimo, nos parecía muy importante que los actores se sintieran cómodos ante la gente. Tuvimos la oportunidad de construir un baño dentro de la sede en Bilbao de la Escuela de Cine del País Vasco, lo que nos facilitó mucho la grabación, tanto respecto a los movimientos de cámara, como en lo referido al espacio.


Los protagonistas divergen de opinión sobre muchos asuntos: el ritmo de la relación que mantienen, la necesidad de contárselo todo... Uno de ellos se pregunta: "¿Qué es esto que hay entre los dos? ¿Cómo se le denomina a nuestra relación?" El otro responde: "¿Es obligatorio que tenga nombre? ¿Todas las cosas necesitan una etiqueta, un nombre?".

Me parece interesante plantear opiniones contradictorias y ver cómo les encuentran la solución. En cualquier tipo de relación puede ser muy normal que cada uno tenga una opinión diferente y, ante esa situación se dan dos opciones: hablar sobre esa cuestión conflictiva o pasarla de alto. En esta historia yo quiero apostar por la comunicación, por lo que nuestros personajes no tienen otra opción que dialogar. Pero está claro que muchas veces resulta difícil hablar de temas conflictivos o incómodos y que la comunicación no siempre es tan fácil. El proceso de comunicación tiene sus altibajos, pero lo más importante es que han hablado sobre el tema, o lo han intentado.

Creo que algunas personas pueden sentir más necesidad de etiquetar, de poner una denominación a algo, y que las necesidades de cada cual son absolutamente respetables. Al final, en todas las relaciones hay que atender a las necesidades de la otra persona para encontrar el equilibrio entre ambas. Por lo tanto, aunque para mí no es necesario etiquetarlo todo, creo que para que eso funcione, para que la relación se mantenga sana, tiene que haber una comunicación básica.


No es frecuente presenciar en la pantalla grande ese tipo de conversaciones íntimas e incómodas. ¿Son estas "pequeñas" cosas del día a día las que más te interesan?

Creo que hoy en día los medios audiovisuales han cambiado mucho y vemos cada vez más ficciones con similitudes con la realidad. A mí me gusta visualizar situaciones que se dan tanto en nuestro día a día como en nuestra realidad. Quiero mostrar de forma directa y pura cuestiones que a menudo quedan ocultas o miedos o conflictos internos de la juventud. Mi motivación es contar sobre todo los asuntos de la juventud, tanto porque, siendo yo también joven, los siento cercanos, como porque pueden resultar más realistas contándolas en primera persona: son historias realizadas por gente joven para gente joven.

También resulta para mí una inmensa motivación hacerlo en euskera, ya que considero que debemos seguir creando contenidos en nuestra lengua para representar nuestra sociedad y acercarnos a la gente.  Cada vez hay más contenidos en castellano, casi todos los referentes son películas y series en dicha lengua, y sigue habiendo un gran vacío que cubrir de contenidos en euskera; así que, aunque sea con proyectos pequeños, es bonito llenar un poco ese hueco.


¿Lo tuviste todo claro desde el principio? ¿O a lo largo del proceso se han producido cambios? ¿Al final ha habido mucha labor de postproducción?

Este proyecto ha tenido una preproducción de dos años. Escribí la primera versión del guion con 22 años y la grabación la hicimos cuando tenía 24. Por tanto, al igual que en estos dos años se han producido muchos cambios, la historia también ha evolucionado, porque en ese tiempo mi forma de pensar o la motivación también han variado. He tenido mucha suerte en este recorrido, porque he contado con la oportunidad de reunirme con numerosa gente profesional y de participar en laboratorios de creación, y todo eso me ha permitido dar cuerpo a la historia y sacar toda su esencia. Cuando llegó a manos de Xanti y Jon Ander, la historia también sufrió cambios. Para mí era muy importante que se sintieran cómodos y que para ellos resultara creíble lo que ocurría en la historia. Así que, antes de la grabación, trabajamos el guion entre los tres, y creo que eso ha aportado mucho al resultado final.

La experiencia de postproducción ha sido muy bonita, porque he podido trabajar presencialmente con la sección de montaje y conseguimos el resultado final de una manera relativamente sencilla. El proceso sonoro y musical también ha sido hermoso. Respeto al diseño sonoro el reto consistía en crear sonido y atmósfera en un espacio vacío. La creación musical ha completado la historia, dotándola de un principio y un final en el que el color de la imagen singulariza la película. Además de ser rosa, tiene un aspecto antiguo; nos gusta mucho la estética resultante.


En 2022, recibiste la beca de creación que otorga el  Ayuntamiento de Azpeitia. ¿En qué te ayudó? ¿Cómo son, en general, los primeros pasos en el cine?

Nos alegra mucho poder disfrutar de ayudas como la beca de creación, porque, entre otras cosas, nos ha facilitado un espacio, y eso ha sido muy importante, ya que al ser noveles es muy difícil encontrar lugares para hacer ensayos, pruebas de selección del elenco o reuniones. Al final, cuando necesitas ayuda, pero no sabes a dónde acudir, estos espacios permiten sentir que cuentas con un poco más de apoyo.

Resulta muy difícil llevar a cabo de forma digna pequeños proyectos como Dena asmatuta dago, sobre todo si eres principiante. Muchas veces, el hecho de no poder avanzar por falta de recursos genera mucha frustración, y este tipo de ayudas o laboratorios cinematográficos nos son imprescindibles, porque dan la oportunidad de conocer gente y de aprender, y de ese modo, el proyecto empieza a avanzar poco a poco.


Estrenaste el año pasado en ZINEBI el film, en la sección "Miradas desde Euskadi". Recientemente, además, ha sido seleccionado para participar en el circuito Laburbira, lo que le llevará a muchos municipios. ¿Qué acogida ha tenido? ¿Qué te han comentado? ¿Qué te pareció cuando lo viste terminado? ¿Has quedado satisfecha con el resultado?

Nos ha hecho una gran ilusión estrenar el cortometraje en ZINEBI y la posibilidad de participar en circuitos como Laburbira. Sentimos gran sorpresa y alegría, porque hasta ahora hemos recabado opiniones muy positivas. Al principio, estaba muy nerviosa; da miedo que una película que tienes guardada escondida se proyectara de repente ante personas que no conoces. Al final, han pasado varios años con este proyecto entre las manos, y, de repente, tener la oportunidad de que lo visione la gente en la gran pantalla da mucha impresión. Tanto la productora (Katz Estudio), como yo hemos quedado muy satisfechas con el resultado, más aún tras escuchar las opiniones de la gente. Creo que toda esa emoción y satisfacción son la compensación a todo ese esfuerzo.


La serie Larrugorritan, el cortometraje Dena asmatuta dago… Estás haciendo camino. ¿Qué tienes entre manos, cara al futuro? ¿Por dónde quisieras avanzar?

Emprender mi pequeña trayectoria profesional con estos dos proyectos ha sido fabuloso, porque he aprendido mucho de los dos y me he dado cuenta de que lo que más me llena es hacer ficción en euskera. De cara al futuro, me gustaría seguir por el mismo camino, en la medida de lo posible; mi objetivo es seguir escribiendo historias.

Respecto a los nuevos proyectos tengo que decir que he estado este último año estudiando en Barcelona, donde he tenido la oportunidad de grabar un pequeño cortometraje: Hor Konpon. Todavía está en fase de postproducción y si tenemos suerte nos gustaría poder verlo en alguna pantalla en algún momento.

(Especial publicado el 27 de marzo de 2024)