Departamento de Salud / Igualdad, Justicia y Políticas Sociales

El derecho a la vivienda como asunto de salud pública

Fecha de publicación: 

Equipo de Coordinación Sociosanitaria.

Portada del estudio ?Cuando la casa nos enferma 3. Redes de apoyo en tiempos de crisis (Asociación Provivienda, 2020)?

Portada del estudio ?Cuando la casa nos enferma 3. Redes de apoyo en tiempos de crisis (Asociación Provivienda, 2020)?

Provivienda, entidad sin ánimo de lucro que trabaja para dar respuesta a las necesidades residenciales de las personas en situaciones de fragilidad, ha elaborado un estudio que relaciona las malas condiciones de la vivienda o la ausencia de ésta, con problemas de salud (física, mental y social).

El estudio busca mostrar las profundidad y heterogeneidad de vínculos existentes entre la vivienda y la salud a partir de la exploración de numerosa evidencia científica y del análisis de los testimonios brindados por las personas atendidas en tres ciudades españolas (Madrid, Barcelona y Santa Cruz de Tenerife).

También es objeto del estudio el denunciar la insuficiente respuesta que por parte de las instituciones públicas se está ofreciendo a esta cuestión así como visibilizar las situaciones de vida que se ocultan detrás de la exclusión residencial y que afecta de manera más severa a los/as niños, niñas y adolescentes.

Así, tal y como sostiene la hipótesis de esta investigación ‘las personas y las familias enferman cuando no disponen de una vivienda o ésta es inadecuada’.

Desde esta perspectiva, tomando una visión integral del concepto de salud, la vivienda tiene un importante peso en la garantía del bienestar físico, mental y social de las personas pues es la base para el desarrollo personal, la construcción de proyectos vitales y de relaciones sociales; constituyéndose en última instancia, en un elemento clave de la integración social.

En este sentido, el estudio identifica circunstancias que impactan negativamente en la salud de quienes la padecen como puede ser problemas para acceder a una vivienda, inseguridad en la tenencia de la misma, malas condiciones de habitabilidad (como plagas, problemas estructurales, humadades, falta de ventilación, etc.), precariedad energética, hacinamiento u otro problemas medioambientales y de la seguridad del entorno (ruido excesivo, contaminación, suciedad o delincuencia, entre otros); que causan múltiples afecciones tales como problemas respiratorios (bronquitis, asma), problemas de salud mental (ansiedad, depresión, estrés u otros transtornos), setimientos de culpabilidad, falta de control o soledad y en el caso de menores, repercusiones en el rendimiento escolar junto con sentimientos de vergüenza y frustración.

Es de destacar el impacto que se produce en este grupo poblacional pues tal y como se señala en el estudio a partir de un informe de la Organización Mundial de la Salud, ‘la calidad de la vivienda y el entorno en el que viven los/as niños, niñas y adolescentes así como las interacciones que tienen o no con otras personas, tienen un gran impacto en su desarrollo a través de experiencias y oportunidades’ (OMS, 2013). En este sentido, el 20% de los/sa niños y niñas que presentan hiperactividad, mala conducta o problemas emocionales residen en viviendas precarias y sólo un 17% de este colectivo obtiene buenos resultados académicos (Plataforma de Afectados por la Hipoteca, 2015).

El estudio también ahonda en las particularidades del contexto socioeconómico español y analiza las causas que originan las diferentes situaciones que conducen a la falta de asequibilidad de la vivienda, poniendo en evidencia en última instancia, la debilidad de las políticas públicas en materia de vivienda, y señala que: ‘la reducción del riesgo de pobreza y exclusión social pasa, entre otras medidas, por la protección de políticas de acceso a la vivienda’.

Asimismo, se identifican tres dimensiones o características de la vivienda y del entorno que inciden en la salud de quienes las habitan. Estas dimensiones son:

  1. El hogar, en el sentido emocional y social del término como espacio de desarrollo personal y vital. Un hogar disfuncional o con gastos asociados inasumibles puede ocasionar en casos extremos, situaciones de exclusión residencial con graves problemas de salud física y mental.
  1. Las condiciones físicas de la vivienda y el hacinamiento. Las malas condiciones de habitabilidad como la aparición de humadades y moho, la dificultad para mantener la vivienda a una temperatura adecuada, una deficiente ventilación o situaciones de sobreocupación o hacinamiento están relacionados con mayor prevalencia de enfermedades respiratorias (asma infantil, bronquitis), patologías cardiovasculares, mayor moribilidad o padecimiento de mala salud mental (ansiedad, depresión). En menores, confinamientos frecuentes en viviendas de poco tamaño puede conducir a problemas motrices, transtornos del sueño o conductas de riesgo, entre otros.
  1. El entorno físico y social, entendido como la comunidad o el barrio donde se localiza la vivienda. Un entorno físico poco accesible, inseguro o inadecuado puede desencadenar problemas mentales o conductas de riesgo que deriven en un incremento de la mortalidad. Si el medio externo se percibe como inseguro se reduce el tiempo fuera del hogar y con él, la actividad física y el mantenimiento de los vínculos sociales pudiendo conducir a sentimientos de soledad y desarraigo.

Finalmente, el estudio concluye con una serie de recomendaciones como introducir estrategias de integración comunitaria en el proceso de acompañamiento social para el acceso a la vivienda cuando se carece de vínculos sociales, desarrollar protocolos de detección e intervención temprana de situaciones de sinhogarismo en el ámbito sanitario así como el desarrollo de políticas preventivas, o el reforzamiento de la coordinación entre los servicios, sociales, sanitarios, de vivienda y los agentes sociales, entre otras.

Para consultar el informe completo pulse el siguiente enlace: https://www.provivienda.org/wp-content/uploads/INFORME-CUANDO-LA-CASA-NOS-ENFERMA-1.pdf