Departamento de Economía y Hacienda

El Gobierno Vasco estima la caída del PIB en Euskadi para 2020 del -8,7%, siendo el crecimiento previsto en 2021 del 6,7%

9 de junio de 2020

 

El Departamento de Hacienda y Economía del Gobierno Vasco ha revisado sus previsiones tras conocer la duración definitiva del estado de alarma, las restricciones ligadas a él y las limitaciones del proceso de desescalada efectiva hasta llegar a la nueva normalidad, momento en el que aún habrá actividades que tengan que mantener medidas que limiten su potencial. Con este escenario, nos encontramos ante una situación económica muy complicada, con una caída del PIB en 2020 del -8,7%, y un crecimiento del 6,7% para 2021.

Esta previsión tendrá una elevada incidencia en el empleo. Así, este año se estima que su caída sea del 7,0% (unos 68.000 puestos de trabajo a tiempo completo perdidos). El fuerte incremento de 2021 conseguirá recuperar del orden de los 48.000 puestos de trabajo. Respecto a la tasa de paro, ésta se situará en el 13,7% en 2020, con una corrección muy significativa en 2021 llegando al 12,2%.

 

Cuadro macroeconómico de Euskadi 2019-2021

 

2019

2020

2021

PIB

2,2

-8,7

6,7

Consumo final

1,9

-7,3

6,2

Consumo hogares

1,9

-10,5

8,5

Consumo AAPP

2,1

5,1

-1,7

FBC

2,8

-9,6

7,1

Demanda interior

2,1

-7,8

6,5

Aportación demanda externa

0,0

-0,7

0,1

Sector primario

0,6

-3,8

8,4

Industria

1,1

-7,8

6,4

Construcción

3,1

-5,4

4,6

Servicios

2,5

-9,0

6,9

Valor añadido bruto

2,2

-8,5

6,7

PIB nominal

3,2

-9,1

8,0

Deflactor PIB

1,0

-0,4

1,3

Empleo

1,6

-7,0

5,4

Tasa de paro

9,6

13,7

12,2

Fuente: Dirección de Economía y Planificación.

 

El escenario macroeconómico vasco a corto plazo refleja la fuerte caída que el PIB vasco está conociendo desde el mes de marzo, en un contexto de freno de la actividad y de confinamiento de las personas para impedir una mayor difusión de la enfermedad. En 2020, el motor económico de los últimos años, la demanda interna, será el que sufra el mayor impacto del coronavirus, por la paralización de las actividades no esenciales y las limitaciones al movimiento. En concreto, se estima que la demanda interna caiga un 7,8% en el conjunto del año. A pesar de que en los trimestres siguientes se irá recuperando la actividad, no se espera que las tasas de variación sean positivas hasta bien entrado 2021.

Tanto el consumo como la inversión conocerán descensos muy significativos este año. La formación bruta de capital se reducirá un 9,6% en media anual. La incertidumbre generada por el coronavirus, las dificultades para retomar la actividad habitual, la ruptura de las cadenas de suministros y la cancelación de pedidos del exterior y del interior son algunas de las muchas razones que inciden en la pérdida de expectativas de las empresas, como muestran los datos sobre el clima industrial.

Dentro del consumo final, la evolución es contrapuesta en el componente público y en el privado. La necesidad de responder de forma eficaz a la amplia batería de colectivos que se ven perjudicados por la parálisis, y la puesta en marcha de los estabilizadores automáticos harán que el gasto de las administraciones públicas aumente de forma significativa este año.

Una situación de baja actividad económica como la actual afecta directamente en la evolución de los precios, que tienden a reducirse. Además, el intenso abaratamiento de los precios del petróleo en los mercados internacionales incide en el coste de la energía. Con ese telón de fondo, el deflactor del PIB será ligeramente negativo este año y volverá a situarse en los valores previos a la pandemia (ligeramente por encima del 1,0%). De cumplirse esta previsión, se alejaría el riesgo a una deflación.

Las medidas de distanciamiento social, el confinamiento y el cierre de establecimientos comerciales y de hostelería afectará directamente al consumo de las familias, que se reducirá del orden del 10,5% en media anual. Una parte de esa demanda se perderá al no poder ser postergada, pero otra parte se satisfará en 2021, por lo que el incremento de este agregado en dicho año será excepcionalmente elevado (8,5%).

La paralización de la actividad productiva se ha llevado a cabo tanto en Euskadi como en el resto del Estado y en los países con los que se tiene relaciones comerciales. Esto significa que las exportaciones y las importaciones descenderán de forma muy importante en este ejercicio. El cálculo de la Dirección de Economía y Planificación señala que el saldo exterior será negativo este año y que restará algo menos de un punto al incremento del PIB. En 2021, se volverá a la posición prácticamente neutra que se ha conocido en varios de los últimos años.

Desde el punto de vista sectorial, todas las actividades principales registrarán reducciones muy significativas este año. La excepción es el sector primario, que, aunque también perderá valor añadido, lo hará en un porcentaje moderado (-3,8%). Sin duda, los servicios serán los más perjudicados por la pandemia y por las decisiones tomadas para conseguir su control. Más en detalle, se anticipa que este sector pierda un 9,0% de su valor añadido este año, y que recupere casi un 7,0% el próximo. Por su parte, la industria reducirá su valor añadido un 7,8% en 2020, con una recuperación del 6,4% el próximo. Por último, la construcción perderá un 5,4% de su actividad y recuperará gran parte en el año próximo.

 

Impacto en las cuentas públicas

La estimación del impacto de esta situación tan compleja es difícil y requiere de la máxima colaboración interinstitucional. Por eso, el Gobierno Vasco trabaja con las Diputaciones Forales y con Eudel para llegar determinar tales efectos y gestionarlos de una manera coordinada. En el momento actual, la hipótesis de trabajo es que se producirá una caída de la recaudación cercana al 18% -menor del contemplado en abril-.

El Gobierno vasco constata un factor muy positivo, que es consecuencia del margen que brinda el proceso de consolidación fiscal llevado a cabo con éxito en los tres últimos años.

A lo largo del mes de abril el Ejecutivo ha emitido el total de la deuda pública aprobada para 2020, casi 900M/€ y ha habilitado líneas de crédito por otros 900M/€. Además, ha empleado más de 300M/€ de remanentes, lo cual ha permitido afrontar la situación con unos niveles de liquidez suficientes para garantizar la prestación de los servicios públicos tal y como estaban previstos.

Existe por otro lado la posibilidad de considerar el gasto sanitario derivado de la pandemia en el marco del Programa Operativo FEDER País Vasco, lo que representa un ingreso efectivo de 90 millones de euros procedentes de los fondos estructurales.

Si bien todo lo anterior garantiza un equilibrio en las cuentas públicas, el desplome de los ingresos habrá de ser amortiguado con otras fuentes de ingresos, como son el fondo extraordinario de 16.000M€ no reembolsables que el Estado transferirá a las CCAA y fundamentalmente con un incremento considerable de la deuda pública vasca. Ambas cuestiones han de ser acordadas en la próxima Comisión Mixta del Concierto Económico, a celebrar en el primer semestre del año, tal y como se comprometieron ambos Gobiernos el pasado 11 de marzo.

Junto a todo lo anterior, quedaría una vía de ajuste a través de los fondos provenientes del plan europeo Next Generation EU, que maneja cifras importantes, y habrá de definirse su llegada a las CCAA. El Plan Europeo Next Generation UE se encuentra alineado con los tres grandes retos previos a la pandemia que marcaban la dirección estratégica del Gobierno Vasco, que son la transformación ecológica, la transformación digital y avanzar en el bienestar colectivo, reduciendo las diferentes brechas sociales (salariales, de género, generacionales…) que menoscaban la igualdad de oportunidades.

 

09/06/2020