Entrevista con Alberto Ortíz de Zarate, Director de Atención Ciudadana del Gobierno Vasco
¿Qué casos de buenas prácticas destacan en torno a la digitalización/cultura digital?
Para responder a esta pregunta, primero deberíamos llegar a un acuerdo acerca de a qué llamamos “digitalización de la cultura” y “cultura digital”. Entiendo que son dos conceptos distintos, ambiguos ambos.
Cuando hablamos de “digitalización de la cultura”, hacemos referencia a procesos de incorporación de fenómenos culturales a soportes y medios digitales y, preferentemente, a su presencia en Internet. Esos fenómenos culturales son de distintos órdenes: creación cultural, industria cultural, productos culturales, difusión de la cultura, consumo cultural...
Cuando hablamos de “cultura digital”, generalmente nos referimos a los valores y prácticas que han surgido en torno a Internet. Entiendo que en el marco de esta entrevista queremos hacer referencia a otra cosa, y que tiene que ver con los fenómenos enunciados en el párrafo anterior.
Entendido esto, la pregunta formulada precisa de una respuesta estrictamente infinita. Las buenas prácticas son tantas y surgen con tanta frecuencia, que en el tiempo que tardemos desde que escribo estas palabras hasta que sean publicadas, habrán quedado obsoletas.
Para evitarlo, ascenderé un escalón hacia una visión más general. Sin pretender ser exhaustivo, en el campo de la cultura quiero destacar:
- La democratización de la creación. Joseph Beuys creía en el poder de la creatividad de cada ser humano y confiaba en que la universalización del arte universalizado nos traería un cambio revolucionario. Pues bien, esa utopía se empieza a cumplir.
- La independencia de la creación respecto de la industria. Cada vez más, la creación no depende de una potente industria. La cinematografía, que parecía una excepción, ya no lo es. Con equipamiento digital bastante económico, cualquier grupo de artistas puede producir obras comparables a “La ventana indiscreta”, de Hitchcock, aunque todavía falta un tiempo para producir el equivalente a las superproducciones.
- Nuevos medios de expresión. Lo digital es un medio de expresión más. Por poner un ejemplo, el videojuego se presta a nuevas expresiones artísticas, con la interesante característica de ser literalmente interactivas.
- La crisis de las industrias culturales clásicas, que hará que algunas desaparezcan, otras se transformen y algunas nuevas surjan.
- Nuevos medios de difusión. Algunos de los héroes culturales actuales han ganado su fama en una página web personal, donde han ido creando su audiencia, especialmente en el caso de la música.
- Nuevas formas de comercialización. No es difícil para un autor disponer de una plataforma propia de comercialización.
- Nuevas formas de consumo cultural, independientes del tiempo y del espacio, posibilitadas por la posesión de un ordenador y de banda ancha para conectarse.
- La contribución al procomún de muchos autores, con una nueva gama de licencias que posibilitan derechos de autor más abiertos, menos restringidos y que favorecen la redistribución de las obras.
¿Qué elementos especialmente innovadores incorporan este tipo de proyectos?
Bueno, creo que ya casi he respondido a esa pregunta en el punto anterior.
Haré un resumen: todos podemos ser creadores, gracias a la simplificación y abaratamiento de los procesos de creación, difusión y consumo. Las reglas globales del juego cambian radicalmente. En la parte del consumo, el acceso a la producción cultural tiende a hacerse libre y muy barato, lo que realimenta los fenómenos culturales e impulsa hacia una edad de oro de la cultura.
¿Qué sectores y ámbitos culturales están en la vanguardia en el tema de la cultura digital?
Tal como decía antes, algunas industrias culturales han entendido que deben transformarse.
Por ejemplo, en el campo de la música, me parece reseñable el intento de Spotify, una plataforma que ofrece música (muchísima música) de manera legal para su audición –gratis- y para su compra –canción a canción. El día que rebajen el precio de su subscripción premium conseguirán un número masivo de clientes de pago, lo que restaurará la confianza perdida de las discográficas.
En el campo de la edición de libros, ya contamos con varias plataformas que permiten que cualquiera edite su libro y lo distribuya. Quizá la más conocida sea bubok.com.
El gran avance en el ámbito del Patrimonio viene en el campo del procomún. Por fin empieza a ser posible que la cultura sea, como siempre se ha dicho, “patrimonio de la Humanidad”.
Cada vez son más los autores que prefieren poner sus obras bajo licencias abiertas, en el convencimiento de que el mayor favor que pueden hacerse es conseguir que cualquiera pueda distribuir sus obras. Libre no equivale necesariamente a gratis, y así encontraremos fenómenos como el de grupos de música que dejan su obra libre para ser descargada, pero piden a cambio que quien lo haga pague un precio libremente decidido. En algunos casos, con notables beneficios económicos.
La difusión hoy equivale a Internet. Toda manifestación cultural tiene una representación en la red.
Me parece muy interesante lo que está ocurriendo en:
- revistas culturales: cualquiera puede tener una, en formato blog, de ahí que surjan nuevos articulistas de prestigio de manera continua, fuera del circuito tradicional de adquisición de prestigio
- fotografía: en plataformas como Flickr es donde están exponiendo los fotógrafos de nuestra era, donde aprenden a mejorar y donde reciben las críticas de sus iguales
- música: MySpace y otras plataformas similares posibilitan que cada artista tenga su espacio, que puede alcanzar repercusión global
Creo que ya he hecho mucho hincapié en lo que respecta a la Creación: todos podemos ser creadores. Surge la cultura punk, caracterizada por el “do it yourself”.
Hay que destacar la intensidad del aprendizaje que se produce entre iguales, en un contexto en que Internet favorece las relaciones sociales entre personas con similares intereses.
También hay que destacar el valor de la remezcla, de la obra derivada, que parte del trabajo ya existente para crear algo nuevo.
¿Qué nuevas necesidades se están generando en torno a estos nuevos proyectos (en cuanto a perfiles profesionales, formación continua, rutinas productivas, organización del trabajo, etc.)?
Esta pregunta es muy interesante y merecería un monográfico para responderla.
Se podría responder de manera general, diciendo que se precisan personas que entiendan y compartan la vida digital. No hablo de gente que entienda de tecnología, sino que entienda la sociedad-red y sus posibilidades, y que esté orientada a la innovación.
Debemos poner los medios para la adquisición de nuevas habilidades digitales, que podríamos reunir en una escala que asciende en este orden:
- Buscar: saber cómo llegar rápidamente a resultados relevantes
- Leer: disponer de fuentes personalizadas de lectura/visualización/escucha en internet
- Guardar: etiquetado social que permite recuperar y compartir contenidos
- Escuchar: aprender a escanear la red y a integrarse en las conversaciones relevantes
- Relacionarse: establecer relaciones en red con personas con quien compartes intereses
- Conversar: contribuir a la gran conversación global con aportaciones propias
- Coproducir: involucrarse en procesos colectivos de creación
- Crear nuevos entornos: proporcionar plataformas para que lo anterior suceda
Los profesionales del presente son reclutados entre las personas con estas habilidades.
¿Qué ventajas ofrece la digitalización al usuario?
La primera, dejar de ser usuario. Pasamos del consumo al prosumo, a la participación activa –perdón por la redundancia- del usuario en la obra consumida. El usuario puede remezclar los contenidos a los que accede y seguir creando valor cultural en una cadena infinita.
Otra ventaja tiene que ver con el increíblemente abundante, variado y barato acceso a la producción cultural global. Yo hubiera sido mejor músico si hubiera tenido el acceso que hoy tengo a canciones, partituras, miniclases en video, foros sobre música, aplicaciones para grabar música en casa...
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