Profesionales de los cuidados de larga duración frente al COVID-19

Fecha de publicación: 

Equipo de Coordinación Sociosanitaria

Imagen de portada del informe: 'On the Corona Frontline. The experiences of care workers in nine European countries; Summary report / Lisa Pelling. FES Nordic Countries, Estocolmo (2021)'

Imagen de portada del informe: 'On the Corona Frontline. The experiences of care workers in nine European countries; Summary report / Lisa Pelling. FES Nordic Countries, Estocolmo (2021)'

Bajo el título On the Corona Frontline (En primera línea del Coronavirus), el Sindicato Sueco de Trabajadores Municipales (Kommunal) en cooperación con la Friedrich-Ebert-Stiftung y el think tank progresista Arena Idé, han elaborado un informe sobre cómo se ha visto afectado el sector de los cuidados durante la primera ola de la pandemia, identifica cuáles han sido las dificultades de los/as profesionales de los cuidados y propone una serie de recomendaciones para la mejora del sector de los cuidados en el futuro.

Tal y como señala el informe, el impacto del COVID-19 ha sido desigual en todo el mundo, propagándose con mayor virulencia en unos países y conteniéndose con mayor éxito en otros. Sin embargo, hay un elemento común a toda Europa: su mayor repercusión entre las personas mayores, y, especialmente, entre aquellas que residían en centros residenciales.

En este contexto, el informe realiza un análisis comparativo del impacto del COVID-19 en el sector de los cuidados tomando como referencia datos de la primera ola de la pandemia (de marzo a octubre de 2020); para nueve países europeos: Alemania, Dinamarca, Escocia, España, Finlandia, Inglaterra, Noruega, Portugal, y Suecia. Según se indica, la selección de estos países obedece a criterios geográficos (por representar diferentes partes de Europa), y, a criterios contextuales (diferentes modelos de organización y prestación de los cuidados para las personas mayores).

El COVID-19 ha puesto de manifiesto las insuficiencias del sistema de cuidados en Europa. En primer lugar, se trata de un sector con una organización muy fragmentada y descentralizada. Así, en países como por ejemplo, Alemania o España la prestación de los cuidados a las personas mayores, recae fundamentalmente en las regiones federadas (Comunidades Autónomas, en el caso español); mientras que en los países nórdicos (Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia), la gestión corresponde a las autoridades municipales o, en Reino Unido, donde existiendo un Servicio Nacional de Salud (NHS), no existe una organización nacional equivalente para la prestación de los cuidados sociales de larga duración. Este hecho conduce a inequidades en el acceso al sistema de cuidados, no sólo a nivel europeo sino también, internamente dentro de cada país.

Otro elemento común a los países estudiados es la proliferación de actores destinados a la prestación de cuidados. En algunos países, los cuidados siguen siendo prestados por el entorno familiar (principalmente, por mujeres), sin embargo, cada vez más, la gestión de los cuidados está siendo atribuida al estado de bienestar. El abanico de entidades proveedoras de cuidados es amplio: desde entidades del sector público, pasando por entidades privadas sin ánimo de lucro (organizaciones religiosas o, organizaciones benéficas), o con ánimo de lucro (empresas pequeñas o multinacionales del cuidado). Esta disparidad, afecta a las condiciones laborales de las personas empleadas en este sector, como señalan los/as autores del informe: 'algunos disfrutan de un empleo permanente a tiempo completo y están cubiertos por convenios colectivos, mientras que otros luchan con trabajos a tiempo parcial, temporales o contratos de cero horas en los lugares de trabajo donde la densidad es baja, o los sindicatos están totalmente ausentes'.

Un tercer elemento lo ha supuesto la falta de financiación del sector y la escasez de personal disponible para la atención de los cuidados de larga duración. La Organización Mundial de la Salud, señaló en julio de 2020 que, la propagación del COVID-19 en los centros de cuidados de larga duración obedece a la baja prioridad ofrecida a este sistema y ha contribuido a hacer emerger problemas estructurales presentes en la mayoría de los países: 'financiación insuficiente, falta de rendición de cuentas, fragmentación, mala coordinación entre la salud y los cuidados a largo plazo, y una mano de obra infravalorada' (OMS 2020).

El incremento de las tasas de privatización es otro elemento que también contribuye a una mayor fragmentación del sistema de cuidados repercutiendo negativamente en la coordinación de una respuesta integral frente a la pandemia de COVID-19.

Todo ello, junto con el descenso de los ratios de sindicalización ha provocado un empeoramiento de las condiciones laborales de un importante sector productivo, como es el de los/as profesionales empleados en el sector de los cuidados.

En un informe de junio de 2020, la OCDE señala que la pandemia del coronavirus ha puesto de relieve los problemas estructurales de atención a largo plazo “en términos de personal insuficiente, trabajo deficiente, calidad y habilidades insuficientes”, todo lo cual “tiene un costo en calidad de atención y seguridad” (OCDE 2020).

Entre los principales problemas y dificultades de las personas que trabajan prestando cuidados (tanto en las residencias para mayores como en los servicios de ayuda a domicilio), el informe identifica los siguientes: escasez de medidas de seguridad (durante la primera ola de la pandemia), falta de recursos y prestación sub-priorizada, condiciones laborales extremas (jornadas extenuantes, alargamiento o doblaje de turnos, renuncia a días libres), con consecuencias sobre su salud física y mental.

En este escenario, el informe propone una serie de recomendaciones orientadas a una mejora significativa tanto del empleo en el sector de cuidados como en la calidad de los servicios prestados. Entre estas, destacan un incremento de la financiación pública, un aumento de los salarios y la garantía de las condiciones básicas de seguridad e higiene (disponibilidad de equipos de protección integral, el derecho a pago por enfermedad o el acceso a pruebas diagnósticas), así como el fin de la precariedad en el sector de cuidados (contratación indefinida) y formación continuada para todos/as los/as profesionales, entre otras.

Si desea acceder al informe, pulse en el siguiente enlace: On the Corona Frontline. The experiences of care workers in nine European countries; Summary report / Lisa Pelling. FES Nordic Countries, Estocolmo (2021).

También puede consultar en el siguiente enlace, el informe sobre la experiencia española:On the Corona Frontline The Experiences of Care Workers in Spain”.