Discapacidad o diversidad funcional. ¿Quién decide?

Fecha de publicación: 

Equipo de Coordinación Sociosanitaria

Wendy Lopez  Mainieri, investigador de la Universidad de Costa Rica,  estudia los conceptos “discapacidad” y “diversidad” en este artículo de la revista “Autonomia Personal” que publica el Imserso. (abre en nueva ventana)

El  concepto de discapacidad he evolucionado junto con la humanidad, ha contado con distintas conceptualizaciones, todas ellas relacionadas con las implicaciones sociales que tienen la falta o deterioro de una estructura corporal o función que cumple, y por ende con las ayudas o apoyos que deben brindársele a quienes la presentan.

En la década de los 70, la Organización Mundial de la Salud (OMS) (abre en nueva ventana) realizó un esfuerzo por lograr un consenso a nivel profesional que permitiera definir y clasificar la discapacidad. Esta iniciativa tuvo como producto la publicación en 1980, de la Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías (CIDDM).

En este texto se define discapacidad como “la restricción o ausencia, debido a una deficiencia, de la capacidad para realizar una actividad dentro del margen que se considera normal par aun ser humano” y establece una clara relación entre deficiencia, discapacidad y minusvalía; pues la deficiencia genera una discapacidad y la discapacidad produce una minusvalía.

En ese contexto, se analizó y clasifico la discapacidad desde un punto de vista clínico, y lo mismo se hizo con las personas; siendo prioritaria y definitoria la condición de impedido o minusválido sobre su entidad como persona.

Se entendía que era necesario rehabilitar a la persona para que se incorporara a la sociedad en la que había nacido.

La posterior incorporación de las personas con discapacidad a la sociedad marcó el inicio del reconocimiento de las capacidades intrínsecas de las personas con discapacidad  ,  la necesidad de romper con el estereotipo de la minusvalía  y supuso el inicio de la lucha a nivel social y legal.

En 2001 la OMS publicó la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF) en la que aclara que la discapacidad engloba tanto las deficiencias como las limitaciones en la actividad (discapacidades) o las restricciones que se den en la participación de la persona (minusvalías)

Desde esta perspectiva, las deficiencias son producto de problemas en las funciones o estructuras corporales, mientras que la discapacidad se refiere  a las limitaciones en la actividad, las dificultades para ejecutar acciones o tareas, y las restricciones en la participación serán los problemas para participar en situaciones vitales, lo que constituye una minusvalía.

DIVERSIDAD FUNCIONAL
La “diversidad funcional” como concepto es resultado de la lucha de personas con discapacidad y su necesidad por reivindicarse dentro del colectivo al que pertenecen.

El impulsor del concepto es el Movimiento de Vida Independiente (MVI) (abre en nueva ventana) , ente creado por un colectivo de personas con discapacidad en la década de los 70 en EEUU. La filosofía de este colectivo se opone al dominio profesional y a la escasez y provisión burocrática para el acceso a los servicios sociales.   El enfoque de MVI defiende que las causas que originan la discapacidad no son científicas sino sociales; la raíz del problema está en las limitaciones de la sociedad para prestar servicios apropiados.

En este contexto, el colectivo de personas con discapacidad reivindica su derecho a decidir sobre sus propias vidas, y esto tiene repercusiones a nivel político económico y social.

Durante la década del 2000, tras profundos análisis y discusiones,  surge el concepto “diversidad funcional” que refleja la vivencia de las personas desde su propia perspectiva; El Foro de Vida Independiente y Diversidad lo define de la siguiente manera:  La diferencia de funcionamiento de una persona al realizar las tareas habituales de manera diferente a la mayoría de la población.

La diversidad funcional (antes discapacidad)  por tanto, es un problema de origen social. Discapacidad y diversidad funcional no pueden usarse como sinónimos, ya que representan diferentes etapas en la evolución conceptual de la terminología utilizada.

Diversidad funcional es la primera denominación en la historia que carece de un carácter negativo o médico; en lugar de partir de una insuficiencia lo hace desde una originalidad enriquecedora, reclamando el cambio en la visión de esta característica especial; no es algo que deba ser remediado.

¿DISCAPACIDAD O DIVERSIDAD FUNCIONAL?
Es cierto que se  ha producido un cambio en el uso del lenguaje, y con ello se denota la responsabilidad de la sociedad en el tema y se rescata la evolución del concepto de discapacidad al migrar a diversidad funcional.

Vivimos en una sociedad que apoya y respeta la diversidad, pero dentro de un límite, pues el grado de aceptación está estrictamente limitado por las definiciones que hagamos de lo que consideramos diverso.

En este marco, las personas con condiciones que difieran de lo establecido como bello o saludable serán siempre reflejo de imperfección

Finalmente está la novedad terminológica. Diversidad funcional, como concepto ha sido utilizado como sinónimo de discapacidad, se sustituye el termino en lugar de reconstruir el concepto.

¿Reconstrucción para qué?
La reconstrucción conceptual debe llegar no solo a una mayor visualización de las personas y sus condiciones sino que debe acercarlas al ideal de vida que quieren llevar dentro de sus colectivos.

Termina el texto con George Orwell:“ si el pensamiento corrompe el lenguaje el lenguaje puede corromper el pensamiento”

Ha llegado la hora de empoderar y dar herramientas a las personas para que se empoderen en la lucha por contar con un lugar digno y en igualdad de oportunidades dentro de sus familias y comunidades.

El documento completo está disponible en este enlace (abre en nueva ventana)