TRIUNFO Y EXILIO PARA FEDERICO EZQUERRA
autoría: Ander Izagirre,
Cuando Federico Ezquerra arrancó con todas sus fuerzas en el col de la Turbie, se estaba lanzando a la escapada de su vida. Primero, por una razón previsible: si coronaba la montaña con un poco de ventaja, sus perseguidores ya no podrían alcanzarlo en el breve descenso hasta Niza y se convertiría en el primer vasco en ganar una etapa del Tour de Francia. Segundo, por una razón inesperada: era el 19 de julio de 1936; el día anterior los militares habían dado un golpe contra la República española, estallaba una guerra civil y el vizcaíno Ezquerra, nacido en Gordexola, vecino de Sodupe, tardaría mucho en volver a casa. La escapada ciclista duró una treintena de kilómetros. La escapada vital, un año y medio.

Ezquerra estaba harto. Él era uno de esos escaladores explosivos como el cántabro Vicente Trueba, el madrileño Julián Berrendero o el navarro-catalán Mariano Cañardo, que descolgaban a los favoritos en las montañas y luego se quedaban sin premio, porque en aquella época no existían los finales en alto, y los perseguidores se organizaban para darles caza en los largos tramos de bajada y llano hasta las metas en las ciudades. Así le ocurrió una y otra vez a Ezquerra. En el Tour de 1934, pinchó poco antes de empezar la subida al Galibier, fue rebasando uno a uno a todos los ciclistas, ya entre las nieves atrapó al ídolo francés René Vietto, se abrió paso repartiendo puñetazos a los espectadores que empujaban a Vietto y le cerraban el camino a él, coronó el Galibier con un tiempo récord de 1h 58m 30s, ganó una prima de quince mil francos y en la interminable bajada hasta Grenoble fue atrapado por cinco corredores. Terminó cuarto. “Ese día entendí que para ganar una etapa del Tour había que ser un sprínter y tener un equipo de percherones a tu disposición”, declaró Ezquerra. “Yo, ni lo uno ni lo otro”.
En 1936 perdió la tercera etapa de la misma manera: pasó destacado por el Ballon de Alsacia, el líder Maurice Archambaud lo atrapó en la entrada al velódromo de Belfort y lo batió al sprint. Así que en la undécima etapa, en el col de la Turbie, Ezquerra se vio ante la oportunidad de su vida, la oportunidad de subida: marchaba fugado con los flamencos Maes y Vervaecke (que acabarían primero y tercero en aquel Tour), les atacó desde la base, coronó con 1m 50s y mantuvo la diferencia en el corto descenso a Niza.
En el País Vasco, el triunfo de Ezquerra sonó remoto y apagado entre los tambores de guerra.

Al terminar el Tour, Ezquerra y Berrendero permanecieron en Francia. Se instalaron en Pau y se ganaron la vida compitiendo en equipos franceses. Algunos diarios españoles publicaron críticas a los deportistas que se habían exiliado en lugar de presentarse a filas, aunque al Gobierno republicano no le venía mal que aquellas celebridades defendieran su causa en el extranjero. ‘El Mundo Deportivo’ les dio un toque: “Las figuras del balompié español, los ases del ciclismo y los púgiles de alguna nombradía invaden las Galias para escapar de las penalidades de la guerra que ensombrece las soleadas tierras de España que les dieron tantos honores y beneficios. Así hallan la manera de vivir sin angustias ni privaciones. Que sigan corriendo pero que no desatiendan sus deberes con la República”.
El siguiente Tour, el de 1937, lo ganó un ciclista nacido en el País Vasco: Roger Lapébie, hijo de un maquinista ferroviario destinado en Baiona. Por otro cambio laboral, la familia se trasladó a la periferia de Burdeos cuando Roger tenía seis años y allí vivió a partir de entonces.
Ese año, los seleccionados españoles para correr el Tour firmaron un manifiesto de adhesión a la República y anunciaron que donarían la mitad de sus ganancias a los huérfanos de la guerra. Cañardo y Berrendero consiguieron dos triunfos muy emotivos en los Pirineos, aclamados por los refugiados que habían huido a Francia, incluso por los soldados republicanos que cruzaron el puente internacional de Puigcerdà para ver la salida del segundo sector de la etapa en Bourg-Madame. Allí Cañardo se encontró con su cuñado, a quien daban por desaparecido desde hacía meses, lo abrazó, tomó la salida, pasó en primera posición por el col de Puymorens y ganó en Ax-les-Thermes.
El triunfo de Cañardo, natural de Olite, coincidió con las últimas pedaladas de Federico Ezquerra en el Tour. El vizcaíno se retiró ese mismo día, enfermo, febril, vestido por última vez con el maillot tricolor republicano (morado, rojo, amarillo), porque al final de la temporada regresó al País Vasco, las nuevas autoridades franquistas echaron el cerrojo y él nunca más volvió a competir en Francia.
Autor: Ander Izagirre , periodista y escritor.

