Departamento de Cultura y Política Lingüística

portada libro

Título: La tierra fértil
Autor: Paloma Díaz-Mas

Editorial: Anagrama

Decisión del jurado

La tierra fértil. Sinopsis.

Algunos dirán que La tierra fértil es un retrato de una sociedad feudal: la de la Cataluña del siglo XIII. Otros, que es la crónica de una cadena de pasiones, amistad, traición, amores, odios, justicia, fidelidad, rebeldía, violencias, errores y arrepentimientos. Para alguien será la biografía de Arnau de Bonastre, hombre atormentado cuya vida -como la rueda de la Fortuna- gira y recorre varias veces el camino que va del poder y la seguridad a la decadencia y la miseria. O quizás la novela sea una peripecia casi edípica, que cuenta cómo los hijos (Arnau de Bonastre primero, sus propios hijos Raimón Amat y Oliver Ull Blau después) se rebelan siempre contra sus padres, aunque luego carguen con un ominoso sentimiento de culpa. Hay quien verá en esta historia una recreación del mito de Caín y Abel, y considerará que el tema principal es la lucha fraticida.O tal vez lo que vertebra toda la novela sea un proceso por el cual un hombre puede llegar

O tal vez lo que vertebra toda la novela sea un proceso por el cual un hombre puede llegar a amar al hombre que más ha odiado; o cómo un traidor puede ser fiel, de la misma forma que un amigo es capaz de convertirse en el peor enemigo. O incluso cómo el mal, una vez desatado, asesta sus zarpazos, no sólo a sus víctimas, sino también a quienes lo propician y a los que tratan de conjurarlo con su mejor intención.

Pudiera ser, sin embargo, que lo que se cuenta aquí no sea más que los intentos de hombres y mujeres -los de aquel pasado medieval, como los de hoy- por sobrevivir en un mundo difícil. En esa lucha se encuentran todos: Arnau de Bonastre, el señor feudal tiránico y clemente, lúcido y ofuscado; Bertrán Guerau, el desdichado caballero que fue su amigo y su enemigo; Bernat Armengol, el guía y maestro, cabal y un tanto frío; Guifré de Castelnau, el hereje piadoso; Joan Galba, el artesano metido contra su voluntad en un mundo caballeresco; Vidal Girondí, el médico judío; y esas mujeres sometidas o altivas (Elisenda Guerau, Tibors de Fenal, Margarida la de Pere Galba, Sibila de Armengol), cuya presencia es sobre todo un silencio tenso. Y otra presencia todavía más silenciosa: la de los campesinos sujetos a una tierra que es a la vez su precario medio de supervivencia y su cadena. Pues, contra toda estúpida idealización del pasado, sabemos que "una cruel necesidad esclaviza desde siempre a los hombres y les lleva a convertir su historia en un mal sueño de dolor tenebroso y estéril".

La tierra fértil. Fragmentos.

• Pero llevamos sobre nuestras espaldas el peso de todo nuestro siglo que acaba, con sus dolores y desengaños, y no podemos ser ya tan inocentes: sabemos que este paisaje se hizo humano y que esta tierra se hizo fértil a costa de sudor y sangre, que fue el sufrimiento de los que aquí vivieron lo que hizo nacer el trigo y su esfuerzo quien abrió el camino, que con sudor levantaron esta casa y luego padecieron penas y lloraron bajo sus techos. Que esta tierra es fértil gracias a la sangre y a las lágrimas derramadas sobre ella, porque sólo es fértil la tierra sobre la que se ha sufrido.

• Después de esto hizo otros daños peores; que dicen que quien empieza a andar por el camino torcido resbala pronto de una piedra en otra y baja enseguida en la pendiente. Y lo malo fue que Arnau de Bonastre no se despeñó solo por aquella torrentera de sus pecados, sino que, como siempre iba con Bertrán Guerau, llevó a su amigo a compartir con él muchas de las malvestades que hacía; y si, yendo juntos, forzaba él a una doncella, luego se la dejaba a su amigo para que hiciese él lo mismo.

• Don Raimón sabía que su heredero tomaba aquella cruz sólo para contrariarle y liberarse de la obediencia que le debía, y como lo sentía se lo dijo; así que las últimas razones que se cruzaron el padre y el hijo fueron palabras ásperas, de esas que muchas veces pesan en el corazón más tarde, cuando la rueda de la fortuna ha girado lo suficiente como para que el hombre se arrepienta de lo que hizo o dijo; pero entonces ya no lo puede remediar, que la razón mal dicha es como el agua derramada en el suelo, que una vez vertida ya no se puede recoger del todo.

• Tanto tiempo lloró que se puso el sol, se hizo de noche, brillaron las estrellas y la luna, que era casi llena y lucía mucho en aquella noche clara. Bajo aquella luz vio cómo salía un sapo negro de entre unas piedras y andaba por las hierbas que habían nacido en el lar, donde estuvo el fuego del hogar, y aquello le pareció el emblema de su infortunio: que un sapo se paseaba como dueño y señor por el lar de la casa pairal de Bonastre.

• -A mi señor- respondió Bernat Armengol- no le han faltado causas para que aumentase su cólera y se calentase toda su complexión: que una vez que fue rescatado de su cautiverio, volvió a su tierra pensando abrazar a su padre y lo encontró muerto y sin enterrar, porque su cadáver había sido ultrajado; el feudo que era de su padre estaba usurpado por quien en tiempos fue el mejor amigo de mi señor, hijo de quien le había armado caballero.

• Así iban haciendo todo el mal que podían en el feudo de Guerau, pero sin tocar el de Bonastre, porque don Arnau no quería gastar su propia tierra, ya que un día esperaba ser señor de ella. Mandó también que hiciesen daño en los campos y los ganados de Guerau, pero que no hiriesen ni matasen a payés ni payesa, salvo que fuesen gentes armadas, y que tampoco les tomasen las mujeres; y que si alguno contravenía esta orden lo pagase con la vida.

• Y Bernat Armengol se alegró de esta magnanimidad de su señor, porque veía que don Arnau era tan buen o mejor caballero que lo había sido su padre y no obraba ya con aquel arrebato de sus primeros años; y también le pareció muy bien a don Guifré de Castelnau, porque este caballero era muy piadoso y de todas la virtudes la que más apreciaba era la mesura. Que una cosa es combatir al enemigo y otra muy distinta hacerle traición

• Doña Elisenda era orgullosa, como corresponde a una doncella de linaje, así que en medio de su congoja decidió mantenerse entera le hiciesen lo que le hiciesen, porque no quería dar a don Arnau y los suyos el placer de verla llorar y suplicar.

• Amigo- dijo don Bertrán, haz lo que debes. Que ya sabes que mientras yo viva no tendrás ni feudo ni honra, y querer que sea de otra forma es como si un pescador quisiera detener la corriente que se le lleva la barca. No hay lugar para dos señores en esta tierra.

• Tan pronto como se vio echado y envuelto en ropas limpias, le sobrevino a don Arnau una gran tristeza, que fue como el arquero que tensa demasiado la cuerda del arco y de repente se le quiebra. Porque suele suceder que cuando el hombre tiene que hacer frente a la adversidad se mantiene firme y derecho, pero en el momento en que siente alguna blandura se ablanda también su ánimo y desfallece

• Aún hoy se ven en el presbiterio de aquella iglesia, entre el muro y el altar, dos cuévanos pequeños en el suelo como los que suele hacer la gota de agua cuando cae con insistencia hasta que penetra en la roca, y se cuenta que son de aquella vez en que lloró su pecado el señor de Bonastre.

• Cuando fueron a mirar a la criatura vieron que tenía la hermosura de cuerpo de su padre, pero el mismo pelo oscuro del pelo y la misma dulzura de rostro que Joan Galba; y los ojos, uno lo tenía negro, con la misma mirada que este caballero, y el otro azul, como su padre. Que en todo parecía que, más que hijo del señor de Bonastre y Tibors de Fenal, fuese de don Arnau y su amigo, como si en vez de padre y madre hubiera tenido dos padres; y a todos les maravilló mucho esto, aunque cosas más extrañas se han visto y han pasado.

• Y mientras bajaban su cuerpo a la fosa y le echaban tierra encima, don Arnau de Bonastre pensaba que todo lo que había querido estaba ya bajo aquellas losas y no quedaba sobre ellas nada que amase.