EUSKALTEL EUSKADI: EL EQUIPO DE LA AFICIÓN
El equipo Euskadi nació de una manera asombrosa: por suscripción popular. En 1994, 3.450 personas y 720 empresas aportaron dinero para crear una escuadra profesional con ciclistas vascos. En los primeros años el proyecto era modesto, los corredores conseguían pocas victorias y buscaban el protagonismo en las fugas (hasta se ganaron el apodo de “los ciclistas de menos diez”: porque se escapaban del pelotón diez minutos antes de los boletines horarios de las radios, para que así los nombraran en las conexiones en directo). El equipo fue creciendo con la financiación de las instituciones públicas vascas y sobre todo con el patrocinio de la empresa de telefonía Euskaltel, que cambió los colores blanco, verde y rojo del maillot por su color naranja, que se convirtió en seña de identidad. Euskaltel-Euskadi es un caso llamativo: del equipo recordamos sus ciclistas pero por encima de todo sus aficionados, aquella marea naranja que teñía los Pirineos al paso del Tour.

En 2001, cuando el equipo Euskaltel-Euskadi participó en el Tour por primera vez, solo dos de sus nueve ciclistas habían competido antes en la vuelta francesa: Iñigo Chaurreau y David Etxebarria.
- Nunca olvidaré la primera semana -dice Haimar Zubeldia, uno de aquellos novatos, que ya había ganado una Euskal Bizikleta y había sido segundo de la Dauphiné del año anterior, detrás de Hamilton y delante de Armstrong-. Salimos con ganas de hacer una buena clasificación y en la primera semana nos pillaban en todas. Un día hubo abanicos y llegamos todos los del equipo, salvo Chaurre, en el último grupo a 18 minutos. Otro día me caí en una montonera terrible, llegué a meta con el maillot destrozado, hecho polvo...
Zubeldia acabó su primer Tour en el puesto 73, a más de dos horas.
- Creo que fue muy importante terminar la carrera, porque sufriendo se aprende mucho. Y el Tour es una carrera que exige experiencia.
Los ciclistas del Euskaltel-Euskadi resistieron como pudieron y en la tercera semana se les despertaron las ilusiones: llegaban a los Pirineos, la cordillera que se iba a convertir por primera vez en el escenario de la marea naranja.
David Etxebarria recuerda que en los primeros kilómetros de la etapa Tarbes-Luz Ardiden rodaba en las últimas posiciones del pelotón junto a Roberto Laiseka. En la cabeza empezaron los ataques, ellos iban sufriendo los latigazos en la cola, salió una escapada grande y de repente le dijo Laiseka:
- David, tengo unas piernas increíbles, las tengo de mantequilla pura. Hay que poner a tirar al equipo, que hoy gano la etapa.
Etxebarria alucinó:
- Roberto, ¿qué dices? Que van veinte tíos con dos minutos de ventaja. Que esto es el Tour, que nosotros no hemos tirado nunca del pelotón…
- Pues hoy sí, que hoy gano la etapa, ya verás.

Laiseka insistió y los ciclistas del Euskaltel tiraron en cabeza hacia un Tourmalet inundado de ikurriñas y camisetas naranjas. Redujeron la desventaja, Laiseka atacó al paso por la estación de La Mongie y fue cazando a los fugados uno por uno. En la ascensión final a Luz Ardiden rebasó a Wladimir Belli, el más adelantado de todos ellos, y apretó con angustia porque Armstrong y Ullrich subían a tope, no demasiado lejos, disputándose el maillot amarillo.
- Luz Ardiden fue una locura -recuerda Laiseka-. Subí por un pasillo estrecho de aficionados vascos que me gritaban todo el rato, fue increíble, terminé la etapa y me pitaban los oídos.
Haimar Zubeldia, que se había vaciado en la persecución de los fugados, subía Luz Ardiden a veinte minutos de los primeros.
- Íbamos subiendo y de repente rugió la montaña entera. Fue una pasada, como la celebración de un gol en un estadio, pero en plenos Pirineos. La gente nos empezó a gritar: “¡Ha ganado Laiseka, ha ganado Laiseka!”.
Ni en la previsión más optimista habrían imaginado un triunfo así, en semejante escenario, ante su afición, en el primer Tour del equipo.
Y Zubeldia, desde luego, ni soñaba con la escena que vivió dos años más tarde en una etapa casi idéntica. Cuatro ciclistas pasaron en cabeza por el Tourmalet: Armstrong, Ullrich, Zubeldia y su compañero Iban Mayo. En aquel Tour de 2003 los corredores de Euskaltel-Euskadi pelearon por el maillot amarillo, por las etapas más prestigiosas, por un puesto en el podio de París.
- Sí que soñé durante unos minutos con el maillot amarillo -recuerda Zubeldia, quien marcó el mejor tiempo en el prólogo que se celebró al pie de la torre Eiffel, para conmemorar el primer centenario de la carrera. Aún faltaban muchos corredores por llegar, pero ninguno batía la marca de Zubeldia. No lo consiguieron ni los especialistas como Ekimov, Rich, Botero o Peña, ni los grandes de la general como Armstrong, Ullrich o Beloki. Al final Bradley McGee y David Millar lo mejoraron por apenas dos segundos.
- Sabíamos que llegábamos bien al Tour, pero no tanto -dice Zubeldia.
Euskaltel-Euskadi perdió tres minutos en la larguísima crono por equipos de 69 kilómetros, una diferencia que les pesaría en la lucha por el podio. Pero la primera gran etapa de montaña se convirtió en un festival vasco. No solo del Euskaltel: Joseba Beloki, de la ONCE, más ambicioso que nunca después de tres podios consecutivos en París, atacó a Armstrong en la subida final a Alpe d’Huez y se marchó durante un buen tramo. Cuando lo alcanzaron, Iban Mayo contraatacó y voló hasta la meta, donde ganó con dos minutos y se puso tercero en la general, cerca de Armstrong y Beloki. Zubeldia también llegó con los favoritos. En un escenario mítico como Alpe d’Huez, los ciclistas de Euskaltel-Euskadi aparecieron entre los grandes protagonistas del Tour. Y todavía faltaban los Pirineos.
Zubeldia encadenó una gran crono llana (fue cuarto) y una gran primera etapa pirenaica (fue tercero en Bonascre, donde atacó un par de veces y dejó atrás incluso a Armstrong).
- Mi reto en 2003 era aguantar la tercera semana -recuerda-, y me sentí con las mejores piernas de mi vida.

En la etapa reina de los Pirineos, Ullrich atacó a mitad del Tourmalet. Primero lo alcanzó Armstrong. Luego llegó Iban Mayo. Y un poco más tarde, Haimar Zubeldia. Todos los demás favoritos (Vinokúrov, Hamilton, Basso, Sastre, Menchov...) se quedaron atrás.
- Nunca me olvidaré de ese momento -dice Zubeldia-. Me costaba créermelo: íbamos en cabeza los dos reyes del Tour, Armstrong y Ullrich, y dos ciclistas de Euskaltel. ¡Nada menos que en el Tourmalet! La montaña parecía un estadio naranja, los espectadores nos animaban como locos. Y a mí se me quedó grabada la última recta. En carrera vas como en una burbuja, pero allí empecé a identificar amigos, familiares, gente conocida en el público, y en medio del griterío me vino una emoción que nunca he vuelto a sentir.
Todavía, dice Zubeldia, les faltaba experiencia en el Tour.
- Habíamos aprendido mucho en los primeros años, pero nunca nos habíamos visto tan arriba en la general, peleando por el podio, esa situación sí que era nueva para nosotros. Y visto ahora, creo que teníamos que haber sido más ambiciosos.
En la bajada del Tourmalet, Armstrong y Ullrich se dieron una tregua, comieron, bebieron, relajaron un poco las piernas para la subida final a Luz Ardiden.
- Nosotros teníamos que haber tirado a tope -dice Zubeldia-. Podíamos haber eliminado a los demás aspirantes al podio, pero faltaba Luz Ardiden, no sabíamos cómo responderíamos en una situación así y preferimos guardar fuerzas. Vinokúrov, Hamilton y otros cuantos nos atraparon en el descenso.
En un Tour en el que Armstrong mostraba flaquezas por primera vez en muchos años, los ataques de Mayo en Luz Ardiden dinamitaron la carrera. Armstrong respondió al primero, se puso en cabeza, se enganchó con un espectador y cayó a plomo. Mayo, que iba a su rueda, también se fue al suelo. Los demás esperaron con deportividad. Y al poco de reincorporarse, Mayo lanzó el ataque definitivo. Definitivo porque Armstrong contraatacó y despejó las dudas: se fue solo y ganó en Luz Ardiden con 40 segundos sobre Mayo, Ullrich y Zubeldia.
Los demás aspirantes al podio perdieron tiempo otra vez, pero las diferencias no fueron demasiado grandes. Vinokúrov se aseguró la tercera plaza en la crono final, Hamilton escaló hasta la cuarta tras una fuga larguísima en solitario hasta Baiona, Zubeldia terminó quinto y Mayo sexto. Fue el Tour más espectacular de Euskaltel-Euskadi.
- Era la primera vez que nos veíamos tan arriba y quizá nos faltó confianza para ir a por el podio. Pero la cabeza nos hizo un clic, sin duda. Nos sentíamos capaces de ir ya a por todas, así que al año siguiente volvimos con mucha ambición.
En 2004, Mayo ganó la Dauphiné, Zubeldia llegó también con buenos resultados en pequeñas vueltas, pero el Tour se les torció desde el principio: perdieron tiempo en las caídas de la etapa del pavés, una tendinitis dejó fuera de juego a Zubeldia y un virus a Mayo.
- En 2003 no teníamos tantas expectativas y nos salió un Tour increíble; en 2004 íbamos a por todas y nos retiramos los dos. Fue una cura de humildad. Aprendimos que el Tour es durísimo y que tiene que coincidirte todo a favor: estar en forma, no caerte, no enfermar… No es nada fácil mantenerse arriba todos los días.
Zubeldia se mantuvo arriba muchos años. Participó en dieciséis Tours (solo cuatro ciclistas lo han hecho más veces que él) y terminó cinco veces entre los diez primeros.

En 2009 dejó Euskaltel-Euskadi (“un equipo en el que todos los ciclistas vivíamos en un radio de cien kilómetros”) para enrolarse en el Astaná (“un equipo con corredores de nueve o diez países”), porque le apetecía conocer un ciclismo más global. Trabajó como gregario de lujo para Contador, que ganó aquel Tour, y para Armstrong, que había vuelto al ciclismo tras su primera retirada y terminó tercero, en una edición muy polémica por el enfrentamiento entre los dos gallos del mismo corral. Zubeldia vivió ese año una experiencia inolvidable: también ganaron la clasificación por equipos, así que subió con sus compañeros al podio de París.
- Fue un momento especial, un regalazo, porque yo tuve un idilio con el Tour desde el principio. A pesar de los bofetones del primer año, me di cuenta de que era una carrera para mis características. Tienes que ser resistente, fondista, completo en la crono y en montaña…
Zubeldia no consiguió triunfos deslumbrantes como otros ciclistas, pero fue uno de los corredores más tenaces. Siguió su carrera en equipos internacionales como RadioShack y Trek, siempre como ciclista clave en la vuelta francesa.
- En el Tour se sufre mucho, pero fue siempre mi carrera.
También fue la carrera fetiche para Euskaltel-Euskadi. En los siguientes años el equipo se apuntó triunfos como los de Samuel Sánchez, ganador en Luz Ardiden y rey de la montaña en 2011, cuarto en la general en 2010 (segundo, tras las descalificaciones posteriores de Contador y Menchov), y pedaleó siempre cabalgando las olas naranjas, esas mareas de aficionados que tiñeron para siempre la memoria vasca del Tour.

Autor: Ander Izagirre
Fotografías: www.fundacioneuskadi.com