• Después de un periodo marcado por tensiones mediáticas y electorales a lo largo de 2024, se aprecia una mejora general en los principales indicadores de apertura, mostrando una vuelta a puntuaciones previas y a la tendencia observada antes del periodo excepcional entre 2020 y 2022.
• El Índice de Apertura hacia la inmigración alcanza en 2025 los 65,86 puntos sobre 100, más de dos puntos por encima de la edición anterior (63,54), y el grupo de personas con actitudes más inclusivas supera por primera vez la mitad de la población (54,2 %).
• La inmigración no se percibe como un problema: solo el 9,7 % la menciona entre los principales problemas de Euskadi y apenas un 2,7 % afirma que le afecta de manera personal.
• Existe un amplio consenso a favor de la igualdad de derechos: más del 80 % apoya el acceso universal a la sanidad y la educación, y ocho de cada diez personas respaldan algún tipo de regularización para quienes están en situación administrativa irregular.
• Casi nueve de cada diez personas se muestran favorables a la acogida de solicitantes de protección internacional y un 75,1 % defiende garantizar condiciones de vida adecuadas a menores y jóvenes de origen extranjero sin referentes familiares.
El Departamento de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico del Gobierno Vasco, la Universidad del País Vasco (EHU) e Ikuspegi-Observatorio Vasco de Inmigración han presentado hoy el “Barómetro 2025: percepciones y actitudes hacia la población de origen extranjero en la CAE”, un estudio anual que, desde 2007, mide las opiniones, percepciones, valores y actitudes de la población vasca hacia las personas migrantes y el fenómeno migratorio.
Julia Shershneva, directora de Ikuspegi – Observatorio Vasco de Inmigración, ha resaltado lo siguiente: “Año tras año vemos cómo el contexto social, económico y político influye en la percepción del fenómeno migratorio. Es por ello importante seguir trabajando desde diferentes ámbitos en la lucha contra la xenofobia y el discurso de odio, ya sea desde el ámbito académico, político o comunitario. Es importante también no perder de vista las factores estructurales y estructurantes que afectan a la inserción social y laboral de las personas migradas, ofreciendo una contra narrativa a las lecturas simplistas. Aunque los datos que presentamos hoy pueden parecen tranquilizadores, no podemos bajar la guardia”. Este análisis se basa en 600 entrevistas presenciales domiciliarias a personas residentes en Euskadi de 18 y más años, realizadas entre el 11 y el 27 de marzo de 2025. El estudio confirma que la sociedad vasca mantiene una actitud mayoritariamente abierta e inclusiva hacia la inmigración, en la senda ya apuntada en la edición anterior, pero con una ligera mejora de los indicadores de apertura y aceptación.
Una apertura que se consolida
En 2025, el Índice de Apertura hacia la inmigración, que sintetiza el posicionamiento general de la ciudadanía en una escala de 0 a 100, se sitúa en 65,86 puntos, lo que supone una subida de más de dos puntos respecto a los 63,54 puntos registrados en 2024, consolidando la tendencia hacia actitudes más inclusivas tras los años marcados por la pandemia de la COVID-19 y la posterior guerra de Ucrania en los que la población vasca mostró una solidaridad inédita. El análisis de perfiles distingue tres grandes grupos de población según su grado de apertura: un “grupo abierto”, que agrupa al 54,2 % de la ciudadanía y presenta una puntuación media de 75,63 puntos; un grupo ambivalente (33,7 %) y un grupo reacio (12,2 %), situado claramente en posiciones minoritarias.
La inmigración, fenómeno estructural y no problema prioritario
El Barómetro confirma que la inmigración se percibe en Euskadi como un fenómeno estructural y consolidado, lejos de ser considerada una fuente de conflicto. Sólo el 9,7 % de la población menciona la inmigración, entre los principales problemas de Euskadi y, cuando la pregunta se traslada al plano personal, el porcentaje desciende hasta un 2,7 %, -mínimos históricos en la serie-. Al mismo tiempo, las expectativas son claras: nueve de cada diez personas (90,0 %) creen que la llegada de población migrante aumentará en los próximos cinco años, lo que refuerza la idea de que se trata de un fenómeno llamado a perdurar y que debe gestionarse desde la normalidad.
Efectos percibidos en la sociedad y la convivencia
La mayoría de la ciudadanía percibe la inmigración como un factor positivo para la sociedad vasca, reconociendo su aportación al desarrollo económico, al sostenimiento del mercado laboral (73,6 %) y al considerarla como clave a la hora de contrarrestar los desafíos del actual envejecimiento poblacional (71% de acuerdo). También se consolida una mirada favorable en el plano cultural: tres de cada cuatro personas (75,5 %) creen que la inmigración enriquece la vida cultural de Euskadi, aunque ha habido un pequeño repunte respecto al año pasado de la postura que defiende la homogeneidad cultural (42,5 %). Al mismo tiempo, al igual que en años anteriores, existe un consenso mayoritario en que la integración debe ser un esfuerzo conjunto, aunque se espera que recaiga principalmente sobre la población inmigrante. Por último, la sociedad vasca percibe un clima de convivencia positivo que mejora de forma progresiva en la última década.
Acceso a derechos
En cuanto al acceso a derechos, en 2025, ocho de cada diez personas respaldan alguna forma de regularización para quienes están en situación administrativa irregular: un 41,5 % se muestra a favor de regularizar a todas las personas y un 44,3 % defiende hacerlo al menos para quienes tienen un empleo. Las posiciones más restrictivas —expulsar a todas las personas o forzar el retorno— quedan reducidas a porcentajes muy minoritarios. En cuanto al acceso a derechos, la ciudadanía vasca avala de forma clara un modelo universalista. El 84,7 % cree que la asistencia sanitaria debe garantizarse en las mismas condiciones para todas las personas, con independencia de su situación administrativa, y el 80,2 % opina lo mismo para la educación. Un 69,8 % extiende este principio a la asistencia jurídica. En ámbitos vinculados a prestaciones económicas o participación política, el acuerdo sigue siendo mayoritario, aunque con más matices: el 40,2 % apoya el acceso universal a ayudas sociales y el 24,5 % al derecho de voto, mientras que una parte de la población opta por vincular estos derechos a la situación administrativa regularizada. En coherencia con estas posiciones, siete de cada diez personas (69,2 %) defienden que la población autóctona y la de origen extranjero deben tener los mismos derechos y obligaciones, frente a un 29,2 % que se inclina por dar prioridad a las personas autóctonas, -postura que ha perdido fuerza en el último año-.
Apoyo amplio a la igualdad de derechos y a la regularización
En cuanto a la política de acceso, la mayoría de la población vasca respalda la llegada de personas migrantes (92,8 %), aunque este apoyo está principalmente vinculado a la actividad laboral como motivo de entrada. El apoyo a una gestión garantista también se observa en la respuesta a situaciones de especial vulnerabilidad. En el caso de las personas solicitantes de refugio o asilo, casi ocho de cada diez (86,6 %) se muestran favorables a su acogida: un 31,3 % sin restricciones y un 40,3 % condicionándola a la verificación de la persecución, mientras que las posturas contrarias a cualquier tipo de acogida apenas alcanzan el 3,3 %.
Respecto a las personas menores de edad y jóvenes de origen extranjero sin referentes familiares, el 75,1 % de la sociedad vasca considera que las instituciones deben garantizarles unas condiciones de vida y desarrollo adecuadas. De hecho, un 46,3 % apuesta por su atención mediante sistemas de reparto entre comunidades autónomas y un 28,8 % por la provisión de pisos o residencias tuteladas en el propio territorio.
Percepciones y estereotipos: avances y retos
En cuanto al volumen, la ciudadanía sobrestima la presencia de población de origen extranjero: calcula que alrededor del 22,6 % de las personas residentes en Euskadi han nacido fuera de España, cuando el dato real es del 14,1 %. Aun así, prácticamente la mitad de la población considera que el número de personas migrantes es “adecuado” y sólo un 19,0 % lo ve “demasiado elevado” y que desciende a un 9,8 % una vez informada la cifra real.
Aunque persiste cierta distancia entre percepción y realidad —se tiende a sobreestimar la presencia de la inmigración y a atribuir en exceso las llegadas al Magreb y otros países africanos—, los datos muestran que la mayor parte de las nuevas personas empadronadas en Euskadi proceden de Latinoamérica, que concentra más de la mitad de la población de origen extranjero (55,5 %) y cerca de tres cuartas partes (75 %) de los nuevos incrementos anuales.
El Barómetro también registra un rechazo mayoritario a los discursos abiertamente negativos, al haber más personas que se posicionan en desacuerdo con estos estereotipos que aquellas que los comparten, aunque siguen presentes en determinados segmentos sociales, lo que subraya la necesidad de seguir trabajando en información rigurosa, educación en igualdad y prevención de rumores xenófobos.
La consejera de Bienestar Juventud y Reto Demográfico Nerea Melgosa ha subrayado que estos resultados “dibujan una Euskadi que, con matices y debates, apuesta de forma clara por la convivencia, la igualdad de derechos y una gestión ordenada y garantista de la diversidad”, y que el Barómetro de Ikuspegi es una herramienta clave para monitorizar el clima de convivencia y, en el caso de detectar algún problema en ese ámbito diseñar políticas públicas basadas en datos y no en percepciones distorsionadas.
Por su parte, Ixone Fernandez de Labastida, vicerrectora del Campus de Álava de la EHU, ha dicho que “la investigación del fenómeno migratorio y de la convivencia, como es el ejemplo del estudio que presentamos hoy, es de gran relevancia social importante, ya que no sólo sirve para conocer mejor la realidad, sino también constituye una herramienta útil para incidir en una mayor igualdad y cohesión”.
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