VIII Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España

Fecha de publicación: 

Equipo de Coordinación Sociosanitaria

El VIII informe publicado sobre Exclusión y Desarrollo Social en España por la Fundación de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada (FOESSA) constata en sus más de 500 páginas de análisis que la exclusión social se enquista en la estructura social de España y que el 18,4% de la población sufre sus consecuencias (8,5 millones de personas de los cuales aproximadamente la mitad se enfrenta a situaciones de exclusión social severa). Asimismo, se estima que unos 6 millones de personas integran el grupo de la llamada “sociedad insegura”, que se encuentra en la antesala de la exclusión.

Este VIII Informe FOESSA, impulsado por Cáritas España, expone las diferentes dimensiones que presenta la desigualdad en España en relación a factores como:

  • La vivienda, que se convierte en motor elemental de la desigualdad y un factor clave en las dinámicas de exclusión social. El acceso a una vivienda digna se ha convertido en un derecho inaccesible para muchas familias, que sufren la inseguridad y la inadecuación de su hogar, y tiene una influencia notable sobre los recursos económicos, sobre el estado de salud y sobre los proyectos vitales de los más jóvenes.
  • El desempleo que, pese a su progresiva reducción, es una realidad persistente que se manifiesta en forma de precariedad (temporalidad, parcialidad e itinerarios cíclicos que alternan períodos cortos de empleo con otros de desempleo) y que, genera trabajadores pobres y excluidos, con importantes limitaciones para las posibilidades de integración de muchos colectivos. La precariedad laboral se ha convertido ya en una forma de vida de forma estructural en nuestra sociedad.
  • Las familias con niños y la juventud, que se encuentran más expuestos a la exclusión social: el 33% de las familias numerosas y el 28% de las familias monoparentales y el 21% de todos los hogares con menores se enfrentan a una situación de exclusión social.
  • Las desventajas de las mujeres, que se ven afectadas por la brecha de ingresos en el empleo y en las prestaciones, por su mayor riesgo de empobrecimiento, su acceso más precario a la vivienda, las diferencias en el estado de salud y la mayor exposición a situaciones de aislamiento social. De hecho, este informe identifica que cuando una mujer es la sustentadora principal del hogar tiene más problemas económicos para acudir a ciertos servicios médicos (odontología, tratamiento psicológico, podología); debe reducir la intensidad de los gastos de suministros del hogar y los gastos en comunicaciones; además de tener más retrasos en los pagos de recibos o en los pagos de alquiler de la vivienda. Asimismo, enfrenta un mayor volumen de amenazas de pérdida de vivienda, mayores cambios de residencia, despliega mayor número de estrategias para compartir casa con gente que no conoce o para alquilar una habitación a otros, o mayores retornos a la casa paterna.
  • La salud, que plantea una estrecha relación con la exclusión social. Pese a que en términos generales ha descendido la incidencia de los problemas de salud (un 29%), los datos informan que el 8,8% de la población ha dejado de comprar medicinas, seguir tratamientos o dietas por problemas económicos, o que el 15% de la población no puede acceder a un tratamiento bucodental porque no se lo puede permitir. La salud se convierte en un elemento de exclusión social y no la pobreza monetaria en el caso de personas con discapacidad (el 30% de ellas se encuentran en situación de exclusión social y un 16% en exclusión social severa, el doble que las personas sin discapacidad). Es decir, aunque el riesgo de exclusión se incrementa para las personas con discapacidad o que padecen alguna enfermedad, dicha probabilidad aumenta notablemente en función del acceso a los recursos para el mantenimiento de dicha salud y que pueden reducir las limitaciones que estas situaciones generan.

En definitiva, la relación entre salud y exclusión es bidireccional: la dificultad para acceder a medicamentos, a los servicios sociosanitarios y a un régimen adecuado de alimentación son indicadores que, de manera casi necesaria, se asocian con un deterioro en la salud. Asimismo, ciertas situaciones de exclusión pueden tener su origen en problemas de salud y en la aparición y desarrollo de determinadas enfermedades. Estas situaciones pueden incrementar el riesgo de aislamiento y exclusión social en individuos que, por ejemplo, forman parte de un hogar en el que surgen y persisten cargas asociadas al cuidado de personas enfermas o en relación a algún tipo de discapacidad.

  • Los fenómenos demográficos (longevidad, cambios en pautas reproductivas, modificación de la estructura de los hogares y en la organización familiar), que se encuentran en el origen de un aumento progresivo de la necesidad de cuidados en España: 1 de cada 3 hogares necesita cuidados bien por crianza, por edad avanzada, por dependencia o por enfermedad. La naturalización de las habilidades y competencias relativas a los cuidados de larga duración, asumidos principalmente por mujeres en el seno del hogar/familia, alimenta la desconfianza hacia los servicios sociales ofertados: se perciben como asistencialistas e impersonales, por lo que en muchos casos las familias se niegan a recibir atención personalizada en centros de día o en otros servicios complementarios. Emerge así un nuevo reto para los sistemas de bienestar y cuidados ya que la alternativa al familismo (bien por escasez de vínculos familiares o bien por ausencia de una figura femenina que asuma los cuidados de larga duración) se traduce en una mercantilización de los cuidados, que se convierte en motivo de exclusión social para quienes no pueden asumir su coste. En opinión de los autores y las autoras de este informe, “los cuidados de larga duración se perciben, por tanto, como un problema individual que debe resolverse dentro del ámbito privado porque las opciones que ofrece el estado no responden a las expectativas y requerimientos de las situaciones particulares”.

En un posterior y extenso bloque de contenidos, este VIII Informe FOESSA analiza la evolución de las políticas sociales, con atención particular a los recortes que han sufrido servicios públicos fundamentales en los últimos años (educación, sanidad, dependencia) y que han terminado por afectar a la accesibilidad, disponibilidad, asequibilidad y adaptabilidad de los mismos a las situaciones de mayor precariedad, aunque la crisis haya supuesto, también, una oportunidad para acometer mejoras en coordinación y eficiencia.

En definitiva, los cambios sociales más recientes en España, acaecidos en un período de profunda crisis económica subrayan la consolidación de la exclusión social en la estructura económica y social. Las formas en las que se manifiesta esta desigualdad no se limitan, sin embargo, a una única dimensión. Como se señala en el informe, hay tres tipos de desigualdad:

  • La desigualdad vital, tiene reflejo en la salud, en la esperanza de vida, en el tipo de enfermedades contraídas, pero también en la cohabitación y en la fecundidad.
  • Sobre los procesos y consecuencias de la exclusión en la salud, el VIII Informe FOESSA incide en las condiciones materiales y sociales como un claro determinante de la salud de las personas. La estrecha relación entre clase social y desigualdades en salud se evidencia cuando aquellas clases sociales desfavorecidas o negativamente privilegiadas tienden a aparecer sobrerrepresentadas entre los casos de deterioro de la salud o desarrollo de enfermedades. Igualmente, la relación entre salud y desigualdad se manifiesta cuando determinadas enfermedades afectan al estatus y la posición sociales.
  • La desigualdad existencial se evidencia en el grado de reconocimiento de las diferencias que constituyen a los seres humanos. Reconocimiento de hecho y de derecho para que la raza, el sexo, la edad o la diferencia cultural no sean motivo de discriminación.
  • La desigualdad de los recursos está vinculada a las capacidades y los medios y pone límites a las dos anteriores. Las riquezas materiales y los ingresos económicos, el poder familiar o el capital educativo se consiguen, pero también se heredan. Y ello, por ejemplo, puede coaccionar el grado de reconocimiento existencial y la evolución de la salud a lo largo de la vida.

Este VIII Informe ha sido elaborado por un equipo de investigación formado por 125 investigadores de 30 universidades y 13 organizaciones de acción e investigación. El trabajo de campo se ha desarrollado con el apoyo de más de 350 encuestadores profesionales en 17 Comunidades Autónomas y han recogido información de 29.000 personas y 11.600 hogares.

Si lo desea, puede ampliar esta información consultando el VIII Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España (2019)