Un informe realizado para el Gobierno Vasco analiza la complejidad de la violencia hacia menores y propone una herramienta de detección

2 de diciembre de 2019

  • Realizado por la Fundación EDE para el departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco
  • Analiza la posible violencia hacia niñas, niños y adolescentes en la Comunidad Autónoma Vasca
  • Un test de chequeo, “screening”, elaborado por Agintzari a instancia del Gobierno Vasco, permitirá detectar sospechas de abuso sexual hacia menores

 

VG 02 12 19

Un estudio sobre la violencia hacia niñas, niños y adolescentes en la Comunidad Autónoma Vasca realizado por la Fundación EDE para el departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco analiza la complejidad de la violencia hacia menores y considera que lo más importante en su análisis es una correcta detección de los casos para lo que el departamento de Empleo y Políticas Sociales, siguiendo la recomendación del Consejo de Europa, cuenta con una herramienta de chequeo, o “screening”, desarrollada por Agintzari, como medida preventiva para que todas las personas profesionales que mantienen un contacto habitual con la infancia posean conocimientos adecuados acerca de la explotación y el abuso sexual, medios para detectarlos y los canales adecuados para comunicarlos a los servicios responsables.

La Viceconsejera de Políticas Sociales del Gobierno Vasco, Lide Amilibia, Ainara Canto responsable de investigación de EDE Fundazioa y Rosa Lizarraga, psicóloga y psicoterapeuta infantil de Agintzari, han presentado esta mañana en Lakua los datos del Estudio sobre la violencia hacia niñas, niños y adolescentes en la Comunidad Autónoma Vasca y el instrumento que permitirá detectar sospechas de abuso sexual hacia menores.

Indicadores

No existen indicadores conductuales específicos y únicos de abuso sexual. Los indicadores siempre nos dicen que la niña, niño o adolescente presenta alguna dificultad y pueden orientarnos a cerca de cuál puede ser. Los indicadores de un tipo de maltrato

no son específicos y pueden presentarse en diversas formas de maltrato o pueden estar relacionados con otra problemática. Para responder a esta necesidad, hemos realizado un trabajo de selección y organización de lo que sabemos en relación a los indicadores con objeto de generar una herramienta de screening sencilla, que permita a quienes se ocupan de la detección una referencia y una guía a la hora de calificar aquello que han visto” detalla Lide Amilibia.

Para ello, se han seleccionado los 50 indicadores más útiles, agrupados por sus características específicas, físicos inespecíficos, comportamentales de la niña o el niño, comportamentales en la adolescencia, y conductuales e inespecíficos de su persona cuidadora. “50 indicadores que permiten explorar la sospecha fundada de abuso sexual infantil. En su utilización no deja huella ni de quien utiliza la herramienta, ni tampoco de la niña, niño o adolescente sobre el que se realiza la consulta en la web, ya que no se registran datos de identificación personal” destaca la viceconsejera.

En la utilización del screening a través de la web, la ponderación de los indicadores señalados en la consulta, permite extraer rangos relativos a la sospecha fundada de abuso sexual infantil, lo que contribuye a orientar las actuaciones subsiguientes. “Los datos del estudio son básicos para definir y consensuar un sistema de valores común que sirva de soporte para la difusión y sensibilización respecto a la cultura del Buen Trato a la infancia y adolescencia, reforzando la intervención comunitaria con el impacto que tiene en clave preventiva y la detección temprana de casos para aumentar el éxito de las intervenciones” ha señalado la Viceconsejera Lide Amilibia.

“Analizamos con detalle y de forma permanente para detectar y prevenir, además de aumentar la supervisión y limitaciones sobre los contenidos que se difunden tanto a través de los medios de comunicación como series, programas, o noticias y a través de la publicidad, los videojuegos, e Internet. Ponemos en valor el papel socioeducativo de la educación emocional y de la educación afectivo-sexual y desarrollamos servicios de atención en relación con los focos de mayor preocupación y asegurar la equidad en el acceso a servicios y prestaciones en todo el territorio vasco” ha añadido Amilibia.

Según el informe, a final del pasado año había, en acogimiento residencial, cerca de 800 menores en los centros forales. En 2017 cerca de 1.150 menores de 18 años fueron atendidos en los puntos de encuentro familiar, una cifra casi un 8% mayor a la de dos años antes. Se estima que una de cada cinco personas ha sufrido algún tipo de violencia sexual durante su infancia y se calcula que menos del 10% de los casos de violencia contra niños y niñas se notifica durante la infancia o adolescencia, es decir, cuando se produce la violencia.

De media, los procesos legales se alargan en el tiempo hasta tres años y los niños y niñas cuentan los abusos, una vez denunciados, hasta 4 veces. Algunas familias presentan necesidades insuficientemente cubiertas de apoyo y acompañamiento para mitigar el impacto negativo que estas situaciones causan en ellas, más allá del daño que sufre el colectivo. En torno a uno de cada cinco alumnos y alumnas de entre 4º de Educación Primaria y 4º de ESO afirma haber sufrido a menudo algún tipo de maltrato entre iguales en la escuela, una tasa que ha crecido en los últimos años.

Un 13% del alumnado de Educación Primaria ha sufrido algún tipo de ciberbullying por parte de sus iguales durante el último año, una tasa que se ha incrementado en casi dos puntos con respecto a la consulta anterior 4 años antes. Un 32% de las y los escolares que cursan ESO afirma haber sido testigo de casos de exclusión de algunas y algunos compañeros por su orientación sexual o el hecho de ser chico o chica en el ámbito escolar. La discapacidad es un importante factor de riesgo de sufrir violencia y algunas personas pueden presentar dificultades añadidas para identificar y denunciar las situaciones de violencia que sufren.

Mujeres

Aproximadamente, el 10% de las mujeres de 16 o más años ha sufrido violencia física de alguna pareja o expareja en algún momento de su vida y 6 de cada 10 de las mujeres con descendencia que la han sufrido afirma que las y los hijos presenciaron o escucharon alguna de las situaciones de violencia. Los datos alertan de que la incidencia de la violencia psicológica de control por parte de la pareja o expareja entre las mujeres jóvenes de 16 a 19 años que han tenido pareja en alguna ocasión, es muy superior (25%) a la media de mujeres de cualquier edad (9%).

Se calcula que viven en la CAPV unas 1.500 niñas menores de 15 años procedentes de países donde la realización de la Mutilación Genital Femenina tiene un fuerte arraigo identitario. Preocupan los casos de violencia filioparental y dentro de estos cabe destacar dos realidades emergentes relacionadas con los reagrupamientos familiares de familias migrantes y las familias adoptantes que se ven desbordadas en la crianza, especialmente en la etapa de la adolescencia, con comportamientos muy agresivos y aparente ruptura de vínculos. Algunas necesidades de personas con problemas de salud mental no están suficientemente cubiertas, ya que no se dispone de suficientes recursos sociosanitarios especializados.

El estudio recomienda “la agilización de los procedimientos y ganar en rapidez de respuesta, cuidando la intervención precoz y garantizando un adecuado nivel de personalización de los itinerarios en todas las intervenciones y una mayor adecuación de algunos recursos a sus necesidades específicas”.

Asimismo, sugiere asegurar la continuidad en la atención, una mayor integralidad en la atención mediante una apuesta, refuerzo e impulso de un modelo de trabajo en red, una mayor integralidad en la atención mediante una apuesta, refuerzo e impulso de un modelo de trabajo en red, mayor integralidad en la atención mediante una apuesta, refuerzo e impulso de un modelo de trabajo en red, y un enfoque de género que respete la diversidad afectivo-sexual y la multiculturalidad en la intervención.

“Es preciso aumentar el nivel de escucha a las niñas, niños y adolescentes y para ello contamos, entre otros, con el servicio Zeuk Esan. Las múltiples formas y tipos de violencia contra niñas, niños y adolescentes pueden clasificarse a partir de diferentes criterios en el contexto o entorno en el que se produce la violencia como son el hogar y familia, escuela, ocio y tiempo libre, lugares de trabajo, Internet y tecnologías de la comunicación” ha detallado Amilibia.

Estudio

El estudio realizado por la Fundación EDE combina distintas técnicas metodológicas para recoger información tanto cuantitativa como cualitativa de fuentes primarias y secundarias. EDE ofrece un enfoque multidimensional (el análisis no se limita a determinadas formas de violencia más visibles, sino que trata de mostrar todas ellas) y participativo que considera a los diferentes agentes sociales implicados copartícipes de la reflexión (han participado 53 personas de 34 entidades públicas y privadas del ámbito de servicios sociales, judicial, policial, sanitario y educativo).

También detecta “una brecha significativa entre los casos existentes y los que se registran, y por eso se han recopilado datos de incidencia (los hechos registrados por los órganos oficiales) y además, se ha realizado un acercamiento a los datos de prevalencia disponibles (hechos que no han sido conocidos por las autoridades sino únicamente por las personas implicadas y/o su entorno y que por norma general, se refieren a la proporción de población que presenta una característica o evento determinado) en relación con diversas formas de violencia (diferentes tipos, diferentes ámbitos).