Bunda recibe un diagnóstico bastante claro: no hay nada que hacer y la muerte es inminente.
Mor es la conciencia de Bunda y trata de ayudarle en este trance.
Bunda no quiere irse, ahora mismo no le viene bien.
El diálogo de los dos personajes refleja y da voz a la lucha interna que lleva Bunda. También permite al público convertirse en testigo de ese recorrido que va desde la negación hasta la rendición y la entrega.
Cada fase tiene su propia poesía y con ella de la mano Bunda y Mor nos guían por este caminar de emociones.
Dos pañuelos y una guitarra son el único atrezzo del que disponen antes de desprenderse definitivamente de todo.
Aunque la payasa no viene a hacer reír, el humor está presente y acompaña las emociones que van emergiendo.
Este espectáculo quiere ser un homenaje y un acto de gratitud hacia las personas que con su vivir y su morir nos han hecho crecer y amar la vida. También hacia las personas que trabajan día a día acompañando el bello proceso de morir.


