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Gestión sostenible para un recurso escaso
Para las instituciones vascas los temas relacionados con la gestión del agua son prioritarios.
Pero ¿por qué si vivimos en un país donde el agua no es un problema?
En primer lugar, tenemos mala memoria y hemos olvidado ya que hasta el pasado mes de marzo Euskadi vivió un periodo de sequía, aunque no tan severo como el que ocurrió entre 1989 y 1991 cuando se pensó, incluso, en transportar agua en barcos. Y esto ha venido ocurriendo con cierta frecuencia en los últimos años. Por tanto, el agua, salvo en momentos puntuales, también es ya en Euskadi un bien escaso y debemos ser conscientes de la necesidad de hacer un consumo responsable de ella.
El régimen de precipitaciones ha variado y, probablemente por efecto del cambio climático, Euskadi vive largos periodos de escasez de lluvia seguidos de episodios de precipitaciones de gran intensidad. Este mes de junio, 25 años después de las trágicas inundaciones del 83, zonas de Alava, Bizkaia y Gipuzkoa sufrían fuertes trombas de agua causaban daños importantes, aunque en esta ocasión no ha habido que lamentar desgracias personales.
La geografía vasca hace que en escasos kilómetros pasemos de alturas de más de mil metros al nivel del mar, lo que supone que los ríos tengan grandes pendientes que agravan las inundaciones. Si a esto añadimos que durante décadas hemos construido al borde, e incluso encima, de los cauces y que allí donde "estorbaba" un río se procedía a taparlo el riesgo de catástrofe es elevado.
Por tanto, la tarea de reducir el riesgo de inundaciones es una de las prioridades del Gobierno Vasco y del resto de instituciones. Para ello desde el departamento de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio se han acometido en estos años obras de calado que buscan minimizar los efectos de las inundaciones levantando las coberturas allí donde es posible, eliminando obstáculos como puentes que al estar asentados sobre el cauce hacen efecto presa y sustituyéndolos por otros más diáfanos. Y, también, creando llanuras de inundabilidad, espacios libres por donde el río puede discurrir cuando las aguas se salen de su cauce.
No caer en los errores del pasado
Se trata de una tarea difícil, ya que para asegurar que las fuertes avenidas de agua no terminen inundando pueblos y ciudades es necesario, incluso a veces, derribar pabellones industriales o viviendas que se construyeron en su momento junto al río o sobre él. Y esa cirugía urbana, dadas las implicaciones que conlleva, exige buscar alternativas para reubicar esas actividades económicas o residenciales.
Es necesario, por tanto, no caer en los errores del pasado y que los planeamientos urbanísticos de pueblos y ciudades tengan en cuenta las zonas de riesgo de inundabilidad. Y en eso se está trabajando de la mano de los ayuntamientos.
Para Euskadi es también prioritario gestionar de forma eficaz el saneamiento de nuestros ríos y arroyos. Durante décadas se han vertido en los cauces residuos industriales, muchos de ellos peligrosos, y las aguas usadas de nuestras casas. Se ha avanzado mucho en este terreno con la colaboración de todas las instituciones: Gobierno Vasco, diputaciones y ayuntamientos, a través de sus consorcios y mancomunidades. La construcción de colectores para recoger esas aguas y de estaciones de tratamiento para depurarlas ha hecho posible mejorar la calidad ecológica de ríos y arroyos. La mayor parte de estas infraestructuras o ya está en marcha o en construcción y en los próximos años este objetivo se habrá logrado. Un dato, si en el año 2000 el porcentaje de aguas limpias o no contaminadas se situaba en Euskadi en el 17%, en 2006 había ascendido al 47%.
Colaborar con el Tercer Mundo
No obstante, es necesario ir más allá. No basta con depurar las aguas y lograr que lleguen al mar limpias. Se impone, también, la tarea de devolver a los ríos y arroyos su aspecto natural. De modo, que devolvamos con intereses ese recurso que hemos estado robando a la Naturaleza. Se trata de revegetar los cauces eliminando los encauzamientos a base de hormigón y sustituirlos por otras técnicas más respetuosas con el medio ambiente. De este modo, recuperaremos la contemplación del libre discurrir de nuestros arroyos y ríos que han conformado nuestros valles y nuestro paisaje y que durante mucho tiempo estaban sepultados.
Finalmente, Euskadi tiene asimismo una tarea hacia afuera en este campo del agua. Si los vascos nos caracterizamos por nuestra solidaridad con los países menos favorecidos es necesario también que en este terreno trabajemos poniendo a disposición de quienes lo necesitan los medios materiales y técnicos que les permitan contar con agua de calidad y acceder al saneamiento.
Tenemos, por tanto, un reto importante. Ayudar a estos países que tanto necesitan el agua y, a la vez, hacer políticas en nuestra casa de gestión de este recurso que tengan en cuenta que se trata de un bien escaso y que sean respetuosas con la naturaleza.
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