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En el Lea se puede observar la convivencia de aspectos productivos de la Edad Media, como las primitivas ferrerías, con otros de la Edad Moderna, como muchos de sus molinos y ferrerías de nuevo cuño, y de la Edad Contemporánea, con el paso a pequeñas unidades de producción de
electricidad y la presencia de astilleros de ribera en su desembocadura.
Los objetivos en los que se enmarca este estudio están determinados por las relaciones espacio-histórico-productivas que han generado una caracterización específica de esta zona. Y es que la cuenca del río Lea reproduce el esquema habitual de las cuencas hidrográficas del País Vasco, donde se sucede el uso continuado de la fuerza hidráulica gracias a la concatenación de ferrerías, molinos y centrales eléctricas. Sin embargo, muchos de estos ingenios productivos, que caracterizaron parte de la preindustrialización y de la industrialización del territorio, han ido desapareciendo o su presencia se ha visto minimiza a causa de la consecuente modificación e industrialización de nuestros valles.

Algunas de los conjuntos ferrones más importantes del país han sido protegidos y revalorizados. Nos referimos a la ferrería del Pobal en Muzkiz, la ferrería de Mirandaola de Legazpi, la ferrería Igartza en Beasain o la ferrería de Agorregi. Aunque muy importantes, son ejemplos ferromolineros individuales, aislados, que no llegan a reflejar en toda su extensión la ocupación del espacio productivo anterior a la Revolución Industrial. Nos estamos refiriendo, precisamente, a la sucesión de unidades productivas en los cauces fluviales, que buscan un uso intensivo y sin solución de continuidad de la fuerza hidráulica de los ríos, imagen universal del paisaje fabril del Antiguo Régimen.

Es por ello que el río Lea es un área de altísimo valor patrimonial, que ejemplifica lo que supuso la implantación de las ferrerías y molinos en nuestros paisajes. Un paisaje que, aunque evolucionado, ha conservado muchas de las características de aquella época. Un paisaje antropizado que recoge la importancia de los ingenios ferromolineros en el tejido productivo y, por ende, en el territorio del País Vasco. Su estudio, protección, difusión, puesta en valor y su correcta gestión redundarán en una mayor calidad de los paisajes y patrimonio de la Comunidad Autónoma Vasca, evitando la homogeneización de los mismos.

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