La caracterización y valoración del paisaje industrial del río Lea se enmarca en el Inventario de Paisajes Industriales de la Comunidad Autónoma del País Vasco, impulsado por el Centro de Patrimonio – Departamento de Cultura del Gobierno Vasco que ha comenzado a trabajar en la línea ya iniciada por las instituciones culturales europeas. El Convenio Europeo del Paisaje (Consejo de Europa, 2000 y ratificado en 2008) entiende por paisaje cualquier parte del territorio tal y como lo percibe la población cuyo carácter será el resultado de la acción de factores naturales y humanos. En esta misma línea, en el año 2007 el Plan de Patrimonio Industrial del Ministerio de Cultura incluyó los espacios generados por la actividad industrial, por lo que quedaron incluidos en el citado Plan el paisaje industrial del valle del río Turón (Asturias), o el paisaje minero de la Unión y Cartagena, en Murcia.
En nuestro Inventario de Paisajes Industriales de la Comunidad Autónoma del País Vasco se determinaron en primer lugar las tipologías de paisajes industriales, con sus relaciones físicas y productivas, que determinan su evolución y que, a su vez, lo singularizan. Estamos hablando de paisajes fluviales, paisajes fabriles, paisaje lineal- ferroviario, paisajes mineros... En cuanto a los paisajes fluviales, uno de los seleccionados para su análisis ha sido el área de influencia del río Lea en donde nos detenemos en los numerosos elementos patrimoniales que, a lo largo de la historia, han dejado su huella en el paisaje y perfil de esta cuenca hidrológica. La historiografía tradicional, al explicar el uso de la fuerza hidráulica en los valles de la Cornisa Cantábrica y, por ende, en los valles vascos, subraya como su principal característica el aprovechamiento intensivo de los cauces, generando verdaderas redes productivas concatenadas, de alto interés histórico y, por qué no decirlo, patrimonial. Es habitual encontrar en la documentación los pleitos por usos abusivos de los aprovechamientos hidráulicos, que demuestran la masiva implantación de ingenios en los cauces fluviales, algo que desde finales de la Edad Media hasta el siglo XIX –y, en algunos casos, incluso el siglo XX– se convirtió en el rasgo más característico de los valles vascos. Fue éste el germen para el desarrollo industrial posterior, por lo que a menudo su huella aparece desvirtuada por la presencia de enclaves fabriles. En el Lea, en cambio, podemos hoy observar la convivencia de aspectos productivos de la Edad Media, como las primitivas ferrerías, con otros de la Edad Moderna, como muchos de sus molinos y ferrerías de nuevo cuño, y de la Edad Contemporánea, con el paso a pequeñas unidades de producción de electricidad y la presencia de astilleros de ribera en su desembocadura.
Por tanto, los objetivos en los que se enmarca este estudio están determinados por las relaciones espacio-histórico-productivas que han generado una caracterización específica de esta zona. Y es que la cuenca del río Lea reproduce el esquema habitual de las cuencas hidrográficas del País Vasco, donde se sucede el uso continuado de la fuerza hidráulica gracias a la concatenación de ferrerías, molinos y centrales eléctricas. Sin embargo, muchos de estos ingenios productivos, que caracterizaron parte de la preindustrialización y de la industrialización del territorio, han ido desapareciendo o su presencia se ha visto minimiza a causa de la consecuente modificación e industrialización de nuestros valles.
Algunas de los conjuntos ferrones más importantes del país han sido protegidos y revalorizados. Nos referimos a la ferrería del Pobal en Muzkiz, la ferrería de Mirandaola de Legazpi, la ferrería Igartza en Beasain o la ferrería de Agorregi. Aunque muy importantes, son ejemplos ferromolineros individuales, aislados, que no llegan a reflejar en toda su extensión la ocupación del espacio productivo anterior a la Revolución Industrial. Nos estamos refiriendo, precisamente, a la sucesión de unidades productivas en los cauces fluviales, que buscan un uso intensivo y sin solución de continuidad de la fuerza hidráulica de los ríos, imagen universal del paisaje fabril del Antiguo Régimen. Es por ello que el río Lea es un área de altísimo valor patrimonial, que ejemplifica lo que supuso la implantación de las ferrerías y molinos en nuestros paisajes. Un paisaje que, aunque evolucionado, ha conservado muchas de las características de aquella época. Un paisaje antropizado que recoge la importancia de los ingenios ferromolineros en el tejido productivo y, por ende, en el territorio del País Vasco. Su estudio, protección, difusión, puesta en valor y su correcta gestión redundarán en una mayor calidad de los paisajes y patrimonio de la Comunidad Autónoma Vasca, evitando la homogeneización de los mismos.