Departamento de Salud / Igualdad, Justicia y Políticas Sociales

La salud como palanca para el crecimiento económico y social

Fecha de publicación: 

Equipo de Coordinación Sociosanitaria

Imagen de una enfermera a las puertas de un autobús urbano.

Imagen de una enfermera a las puertas de un autobús urbano.

La fundación británica The Health Foundation ha publicado recientemente un informe que analiza la gestión realizada por el sistema sanitario de Reino Unido en los últimos años y las consecuencias para la sociedad británica; proporcionando en última instancia, elementos para recuperar la resiliencia de los sistemas y el fortalecimiento del bienestar social.

La relación entre la salud y la economía es estrecha y viene de lejos. La salud no es un elemento independiente a la producción mercantil o al consumo de los hogares, al contrario; juega un papel decisorio para el crecimiento económico y social. Los avances en la atención sanitaria de las últimas décadas han contribuido a alcanzar las mayores tasas de esperanza de vida de la historia junto con importantes progresos sociales y mejoras en la calidad de vida de las personas.

En este sentido, el autor señala que la salud debe considerarse un “activo social”, una “dotación o capital social” de los países que complementa al resto de capitales de los que se nutre la sociedad en su conjunto, a saber: “capital humano (las habilidades de las personas), capital físico (máquinas y tecnologías), capital social (confianza y relaciones) al capital natural (nuestro medio ambiente y ecologías)”.

Este capital social, argumenta el informe, no siempre se incorpora de una manera notoria al diseño de las políticas económicas produciendo efectos negativos en la sociedad en su conjunto. Equilibrar la relación entre la salud y la riqueza de las naciones en un momento como el actual de grandes cambios económicos, políticos y sociales y también de una gran incertidumbre causada por los efectos de las crisis financieras, crisis sanitarias -COVID-19-, y la actual crisis del coste de vida; es crucial para el bienestar de las sociedades contemporáneas.

Sin embargo, a pesar de tratarse de fenómenos globales dichos efectos no han tenido la misma repercusión en todos los países, destacando especialmente, el caso de Reino Unido por tratarse de uno de los que mayores pérdidas ha tenido. La causa de ello se explica, según el estudio, por una mala gestión de los sistemas económico-financiero, sanitario y energético, principales sostenedores de la sociedad.

Reino Unido está experimentando lo que el autor denomina “un debilitamiento de sistema inmunológico social. Al igual que con lo biológico, esto está restringiendo tanto nuestra capacidad crecer como nuestra resistencia a los golpes. Una sociedad débil sistema inmunológico explica por qué el Reino Unido ha sufrido crecimiento anémico, ha sido más propenso a los choques y por qué ha tenido períodos posteriores de convalecencia más prolongados que en otros lugares – y que en el pasado”.

Siguiendo con ello, esta debilidad es consecuencia de una inversión insuficiente de los “subsistemas” básicos para el desarrollo humano como son la vivienda, la salud, la educación, el entorno comunitario y la innovación. Se trata de subsistemas conectados entre sí de manera que, para garantizar la mejora de todo el sistema, deben abordarse medidas que permitan el fortalecimiento de todos y cada uno de ellos. Como se señala en el informe: “Reconstruir la resiliencia de estos subsistemas es clave para un sistema inmunológico social fortalecido en general y con ello un mejor crecimiento, una mayor resistencia a cualquier impacto y un mayor bienestar para las personas”.

El ejemplo más reciente, lo escenifica la pandemia del COVID-19. La crisis sanitaria desencadenada ha producido un empeoramiento de la salud de la población británica con una importante desaceleración del crecimiento económico del país cuyos efectos, según apuntan las estadísticas, se prevén a largo plazo. Sin embargo, la crisis sanitaria también ha servido para poner el foco de la salud entre las prioridades de la agenda política y de la economía mundial.

En este sentido, se hace preciso implementar líneas de actuación basadas en la resiliencia definida como “la capacidad de un sistema para hacer frente a las crisis sin menoscabo de sus servicios básicos y sin ejercer una presión indebida sobre otros soportes sistemas, incluido el gobierno”. Entre otras se apuntan las siguientes medidas:

  • Facilitar y sistematizar las estadísticas de medición de datos, de manera que se visibilicen necesidades reales y se prioricen. Concretamente, el autor plantea la posibilidad de introducir datos de salud en tiempo real a las estadísticas sobre economía y sociedad (PIB e índices de bienestar social, por ejemplo).
  • Someter al sistema de salud a pruebas de estrés que permitan valorar los resultados no esperados de una política o anticipar los riesgos del sistema. La aplicación de pruebas de estrés es una práctica estandarizada en el sistema financiero para analizar los riesgos de una operación. También fueron empleadas durante la crisis del COVID-19 para determinar la capacidad de quiebra de los sistemas. Generalizar este tipo de prácticas contribuiría anticipar los efectos adversos de una actuación al tiempo que flexibilizaría los sistemas.
  • Retornar la salud y los cuidados a nivel local. Se propone devolver al entorno cercano o comunitario los cuidados y la atención sanitaria, adaptando las respuestas sanitarias a las necesidades locales de salud.
  • Impulsar políticas de integración y en concreto, implementar la prescripción social para hacer frente a necesidades que van más allá de los problemas salud. La definición conjunta de políticas sociales y sanitarias también se señala como palanca para mejorar la resiliencia del sistema.
  • Educar en salud. Se propone impulsar la educación en salud para el colectivo de población más joven, así como un conjunto de iniciativas dirigidas al entorno comunitario cuyo objetivo buscaría minimizar las desigualdades sociales en salud. Estas medidas requieren un esfuerzo por aumentar el gasto en educación para la población más joven.
  • Condiciones laborales en pro de la salud. Bajo el epígrafe de “negocio”, el autor sugiere un conjunto de iniciativas encaminadas a las empresas y específicamente, en cómo éstas pueden contribuir a mejorar la salud en el lugar de trabajo. Para el desarrollo de este escenario, empresas y gobierno deben establecer líneas de colaboración que permitan, por ejemplo, planes de trabajo flexibles o incentivos fiscales para los/as trabajadores/as.
  • Rediseñar nuevos modelos para la política fiscal financiera. Ganar resiliencia en el sistema en términos financieros es complejo pues se precisa redefninir el modelo establecido entre consumo e inversión y transitar hacia un endeudamiento para financiar únicamente el gasto de inversión en salud.
  • Procurar impulsar iniciativas encaminadas a una cobertura más amplia de la red de protección social. Se señala con especial mención al colectivo de jóvenes con problemas de salud mental que “parecen estar fuertemente relacionados con el crecimiento económico y financiero”; y, se apunta la necesidad de buscar soluciones para “las inseguridades” o vacíos en los que esta protección no es suficiente. En este sentido, una de las experiencias exitosas está siendo la universalización de una Renta Básica, no obstante, se indica lo conveniente de explorar vías alternativas.

Para más información, puede consultar el informe íntegro en el siguiente enlace: 'Health is wealth? Strengthening the UK’s immune system (The Health Foundation, 2022)'