Departamento de Salud / Igualdad, Justicia y Políticas Sociales

Radiografía de la exclusión y el desarrollo social en Euskadi tras la COVID-19

Fecha de publicación: 

Equipo de Coordinación Sociosanitaria

Persona con poco dinero

Persona con poco dinero

Cáritas y la Fundación para el Fomento de Estudios Sociales y de la Sociología Aplicada (FOESSA) publican un informe que actualiza la radiografía de la exclusión y el desarrollo social en Euskadi tras la pandemia de COVID.

El documento se ha elaborado a partir de información relevante obtenida de fuentes estadísticas oficiales y de las respuestas obtenidas a la Encuesta de Integración y Necesidades Sociales de FOESSA (EINSFOESSA 2021), cuyo trabajo de campo se realizó entre los meses de marzo y mayo de 2021.  

Se completa así la descripción de la exclusión y el impacto de la crisis de la COVID-19 en las condiciones de vida y la estructura social en Euskadi y que complementa al estudio, más amplio y con riqueza de matices interpretativos y prospectivos, sobre el estado actual de la cohesión social en España tras la irrupción de la COVID-19 y las consecuencias para la actividad económica, el empleo, o la vulnerabilidad social por causa de factores de exclusión como la edad, el género o el acceso a las nuevas tecnologías, entre otros. 

El estudio realizado con ocasión de esta edición de la EINSFOESSA 2021 se enriquece, además, con una doble perspectiva: longitudinal, porque ofrece datos sobre la evolución de las cifras de exclusión en Euskadi con respecto a 2018, y comparativa, porque en todos los casos se ofrece la posibilidad de cotejar los datos autonómicos con los del conjunto de España. 

El informe se estructura en dos grandes bloques de contenidos que abordan:

  1. La integración social y las características de los hogares afectados por los procesos de exclusión social en Euskadi, con atención al desigual impacto de la exclusión en Euskadi.
  2. Los principales factores de exclusión de la crisis actual y la respuesta a las necesidades generadas o visibilizadas por la COVID-19. 

Entre las principales conclusiones, este informe sobre la situación de la exclusión y el desarrollo social tras la pandemia de COVID en Euskadi destaca:

  • El crecimiento de las situaciones de exclusión social severa pese a que se mantienen las elevadas tasas de integración social.

Según los datos obtenidos, en 2021 el 57,7% de la población vasca se encuentra en una situación de integración plena, el 26,1% en una situación de integración precaria, el 7,3% en una situación de exclusión moderada y el 9,0% en una situación de exclusión severa. Las personas en situación de exclusión social representan el 16,3% de la población de Euskadi, lo que implica que, aproximadamente, uno de cada seis habitantes -en torno a 360.000 personas- se encuentra en 2021 en una situación de exclusión moderada o severa.

No obstante, estas informaciones constatan el notable aumento de las tasas de exclusión, especialmente de exclusión severa, entre 2018 y 2021. El cambio más significativo se refiere al notable incremento del número y el porcentaje de la población en situación de exclusión social severa, que pasa del 4,4% de la población al 9,0%.

En definitiva, la crisis del COVID19 ha conllevado un incremento importante de las situaciones de exclusión, en especial de las situaciones más severas, junto con un aumento de la población que vive en hogares con una mayor puntuación en el Índice Sintético de Exclusión (ISES), que ha pasado del 1,3% al 6,1%.¡

  •    El aumento del porcentaje de población afectada por situaciones de exclusión en el eje económico, y reducción del impacto de la exclusión tanto en el eje político como en el de ciudadanía y en el eje relacional.

Los datos de la encuesta indican que el 24,4% de la población vasca está afectada por una situación de exclusión en el eje económico (empleo y consumo); el 31,47% en el eje político y de ciudadanía (exclusión de la participación política, de la educación, de la vivienda y la salud); y el 7,1% en el eje relacional (situaciones de conflicto y aislamiento social). La situación en cada uno de estos tres ejes es sustancialmente mejor que la observada en el conjunto de España y, en términos evolutivos, respecto a 2018 se reduce el porcentaje de personas afectadas por situaciones carenciales en el eje político y de ciudadanía y en el eje relacional (en un 6% y en un 10%, respectivamente).

  • La ligera reducción del porcentaje de personas que no tienen ningún problema en ninguna dimensión mientras crece el número de personas que manifiestan problemas en cuatro o más dimensiones de la vida cotidiana (el empleo, el consumo, la participación política, la educación, la vivienda, la salud, el conflicto social, y el aislamiento social).

La población vasca que tiene problemas en cuatro o más dimensiones aumenta del 4,0% al 6,7%. Asimismo, el empleo (que afecta al 22,1% de la población), seguida de la dimensión de la vivienda (17,2%), la participación política (13,6%) y la salud (11,7%) son las dimensiones en las que una mayor proporción de población enfrenta situaciones de carencia.

  • Los problemas más frecuentes que enfrenta la población vasca son el desempleo, la inestabilidad laboral y los gastos excesivos de vivienda, así como barreras a la participación política y social.

En Euskadi los problemas más frecuentes, y que afectan a más del 8% de la población, son cinco: los gastos excesivos de vivienda (el 15,2% de la población vive en hogares en esta situación); la inestabilidad laboral grave (13,8%); el desempleo de todas las personas en edad activa que residen en el hogar (9,7%); las dificultades económicas para comprar medicamentos o seguir tratamientos médicos (9,2%), y las limitaciones a la participación política (8,6%). En torno a 200.000 personas, dependiendo del indicador, se han visto afectadas por estas situaciones carenciales en 2021. La interrelación entre indicadores si bien afecta a dimensiones o ámbitos diferentes, deriva, en definitiva, en la ausencia de unos ingresos económicos mínimos para dar respuesta al conjunto de las necesidades de las familias.

  • Los hogares pobres o sin ingresos, las personas sustentadoras principales en busca de empleo y las personas extranjeras constituyen los colectivos más afectados por situaciones de exclusión social.

Ocho son los perfiles o grupos sociales que registran tasas de exclusión social superiores al 40%: los hogares en situación de pobreza severa (98,3%); los hogares cuyo sustentador principal está buscando empleo (91,4%), los hogares que señalan carecer de ingresos (84,6%) y los hogares que están en situación de pobreza, aunque no sea pobreza severa (82,1%). Con tasas de exclusión inferiores, aunque también elevadas, se sitúan los hogares cuya persona sustentadora principal tiene nacionalidad extranjera (59,6%), el conjunto de las personas de nacionalidad extranjera (58,8%), los hogares en los que viven cinco o más personas (49,2%) y los hogares cuya persona sustentadora principal no tiene estudios (44,7%).

Por contra, los cinco perfiles o colectivos con tasas de exclusión más bajas son las personas de 65 y más años (2,2%), los hogares que tienen como persona sustentadora principal a una persona de esa misma edad (3,5%), los hogares que tienen como persona sustentadora principal a una persona con estudios superiores (3,9%), y los hogares que tienen como persona sustentadora principal a una persona jubilada o prejubilada (4,2%). Con tasas algo superiores de exclusión, pero muy inferiores a las del conjunto de la población, destacan también los hogares cuya persona sustentadora principal trabaja (8,6%), los hogares en los que no hay presentes menores de edad (9,1%) y los que no experimentan situaciones de pobreza (10,0%).

  • El aumento de la exclusión entre la población pobre o sin ingresos, en las familias numerosas y entre la población extranjera.

Según este estudio, el principal crecimiento de la exclusión se constata en el caso de las personas en situación de pobreza, pero no severa (que aumentan del 54,8% al 82,1%), los hogares encabezados por personas sin estudios o con estudios incompletos (del 17,5% al 44,7%) y entre las familias numerosas (de más de cinco miembros), cuyas tasas de exclusión aumentan del 32,4% al 49,2%. También se producen incrementos importantes de las tasas de exclusión en el caso de los hogares sin ingresos, los encabezados por personas que están buscando empleo, quienes solo tienen ingresos asistenciales y entre las personas de nacionalidad extranjera y/o que viven en hogares cuya persona sustentadora principal tiene nacionalidad extranjera.

  • La pandemia por COVID-19 afecta al mercado de trabajo y aumentan notablemente los problemas relacionados con el empleo.

El impacto de la pandemia se manifiesta con intensidad sobre el mercado de trabajo, y se traduce en un aumento de los niveles de exclusión severa. En el caso del empleo -que refiere, fundamentalmente, a situaciones dentro del hogar asociadas al desempleo, empleos sin contrato ni cobertura en la seguridad social, empleos de exclusión o alta inestabilidad laboral-, se comprueba un aumento importante del porcentaje de población afectada por situaciones de exclusión, pasando del 10,0% al 22,1%.

  • La disminución en el porcentaje de población afectada por problemas de vivienda, aunque aumenta el número de hogares con gastos excesivos de vivienda y situaciones de vivienda inadecuada o insegura.

La exclusión de la vivienda afecta en 2021 al 14,5% de los hogares de Euskadi y al 17,2% de la población. Así, entre 2018 y 2021, la incidencia de la exclusión social en la dimensión de la vivienda se ha reducido en 1,5 puntos porcentuales en el caso de los hogares y en 1 punto en el de la población.

El problema que afecta a una mayor parte de la población, en la dimensión de la vivienda, son los gastos excesivos de esta, que afectan al 12,4% de los hogares, frente al 10% en 2018. En el caso de las personas en situación de exclusión, el porcentaje de hogares afectados por esta situación es del 57,7% y en el caso de los hogares en situación de exclusión severa del 71,7%. A mucha distancia, el segundo de los indicadores que afecta a un mayor porcentaje de la población vasca es el relacionado con la insalubridad en su vivienda (humedades, malos olores, etc.). Esta situación afecta al 4% de los hogares. En el caso de las personas en situación de exclusión, el porcentaje de hogares afectados es del 14,8% y en el caso de los hogares en situación de exclusión severa del 23,3%. Además, el 3,7% de los hogares vascos —frente al 1,9% en 2018— están en una situación de hacinamiento grave.

  • La disminución en el porcentaje de población con problemas de exclusión social en la dimensión de la salud, pese al mayor impacto de la COVID-19.

Durante los tres últimos años se ha reducido la proporción de hogares y de personas están afectadas por problemas de exclusión social en la dimensión de la salud. El 13,2% de los hogares y el 11,7% de la población vasca experimentan una situación de exclusión en el ámbito de la salud, y acumulan carencias diversas en dicha dimensión. Se trata de una proporción, tanto en el caso de los hogares como de la población, muy inferior a la que se registra en el conjunto de España, e inferior también, desde el punto de vista evolutivo, a la registrada en 2018, cuando estas situaciones afectaban al 14,3% de los hogares y el 13,6% de las personas.

Si se atiende al conjunto de hogares vascos, los problemas más prevalentes en el ámbito de la salud son la falta de acceso a medicamentos debido a problemas económicos (el 7,1% de los hogares ha dejado de comprar medicinas o prótesis, seguir tratamientos o dietas, por problemas económicos) y la presencia de una discapacidad, enfermedad crónica o problemas graves de salud en todas las personas adultas del hogar (7,2%). La prevalencia de estas problemáticas es superior entre los hogares en situación de exclusión social: dentro de este grupo, el 40,7% ha dejado de comprar medicamentos o seguir tratamientos o dietas por problemas económicos, un 8% son hogares en los que todos los adultos sufren discapacidad, enfermedad crónica o problemas graves de salud que les generan limitaciones para las actividades de la vida diaria. En el 5,5% de estos hogares se han experimentado, en la actualidad o en el pasado, situaciones de hambre.

  • La reducción de las situaciones de conflicto social y aumento muy moderado de los problemas de aislamiento.

La evolución de estos indicadores no es tan clara y lo que se produce es una ligera reducción de la prevalencia de las situaciones de exclusión en este eje (disminuyendo del 7,9% al 7,1% de la población). Las dos dimensiones que conforman este eje han evolucionado de forma diferente en Euskadi, ya que mientras la proporción de población en situación de conflicto social se ha reducido (del 5,8% al 4,9%), la correspondiente al aislamiento social se ha incrementado muy ligeramente (del 2,2% al 2,3%).

  • La constatación de que la brecha digital afecta en mayor medida a los hogares en situación de exclusión social severa.

La brecha digital alcanza al 34,5% del conjunto de los hogares, y este porcentaje es del 31,9% en aquellos en situación de integración, del 44,2% en el caso de los hogares en situación de exclusión moderada y alcanza el 57,6% en el caso de los hogares en situación de exclusión severa.

Si entre los hogares en situación de integración quienes señalan haber perdido oportunidades de participación por no contar con dispositivos, conexiones o habilidades para manejarse en internet es muy minoritario (inferior al 1%), este porcentaje es del 18,7% en el caso de los hogares en situación de exclusión.

  • El aumento de la pobreza y la desigualdad, pese a la mejoría de la mayor parte de los indicadores relacionados con la privación material.

Se comprueba la negativa evolución producida en los últimos años de la tasa de pobreza severa, con un incremento importante de las tasas que crecen del 5,1% en 2018 al 6,1% en 2020. La tasa de pobreza severa creció con claridad entre 2008 y 2014, durante la crisis financiera, siguió creciendo durante el posterior periodo de recuperación económica -aunque muy ligeramente- y vuelve a repuntar entre 2018 y 2020. La tasa de riesgo de pobreza también ha crecido, aunque se ha estabilizado en el último periodo.

Se puede hablar de una estabilización de las tasas de pobreza de mantenimiento y de una reducción de los indicadores de pobreza de acumulación, lo que se traduce en una reducción de las tasas de pobreza real (que disminuye en la CAPV del 6,1% en 2018 al 5,6% en 2020), según datos estadísticos del Gobierno Vasco.

  • El Ingreso Mínimo Vital beneficia al 1,2% de la población en Euskadi, el 20% de la población en situación de pobreza severa.
  • La Renta de Garantía de Ingresos reduce la pobreza y la desigualdad en Euskadi y representa más del 40% de los ingresos de la población en situación de pobreza.

En diciembre de 2020 recibían esta prestación, aproximadamente, unos 55.000 hogares, con cerca de 100.000 personas beneficiarias. Aunque se trata de una tasa de cobertura inferior al 5,5% registrado a finales de 2014, se observa entre finales de 2019 y finales de 2020 un incremento relativamente importante de la cobertura de la prestación, que paso? en esos 12 meses de 52.455 titulares -el 2,3% de la población vasca- a 54.747, el 2,4%.

Las encuestas realizadas por el Gobierno Vasco señalan que accede a la RGI en torno al 70% de la población potencialmente demandante. De esa población, en torno al 47% consigue salir de la pobreza gracias a la prestación, mientras que el 52% no lo hace, si bien consigue incrementar sus ingresos de forma considerable, reduciendo la distancia al umbral de pobreza del 75% al 17%.

En definitiva, en Euskadi, más allá del esperable incremento de la exclusión y la pobreza, el resultado más grave se traduce en el ensanchamiento de la exclusión social, sobre todo entre aquellas personas y familias que acumulaban más dificultades de integración. Esta tendencia indica que, aunque durante las crisis se produce un rápido incremento de la exclusión, la posterior llegada de periodos de recuperación y crecimiento económico no suponen un descenso de dichos niveles de exclusión al mismo ritmo. De esta forma, en las últimas décadas se ha constado que la facilidad para caer en la exclusión cuando hay crisis se transforma en dificultad para salir de ella incluso en los periodos de bonanza.

Si desea ampliar esta información, puede consultar el 'Informe sobre exclusión y desarrollo social en Euskadi. Resultados de la Encuesta sobre Integración y Necesidades Sociales 2021', publicado por Cáritas y la Fundación FOESSA (2022).