Departamento de Salud / Igualdad, Justicia y Políticas Sociales

La digitalización de los servicios de salud, otro desafío para la equidad

Fecha de publicación: 

Equipo de Coordinación Sociosanitaria

Reproducción parcial de la portada del documento'Equidad digital en los servicios de salud' Digital equity in health services (National Collaborating Centre for Determinants of Health and Nova Scotia Health Authority. Universidad de San Francisco Javier, 2022)

Reproducción parcial de la portada del documento'Equidad digital en los servicios de salud' Digital equity in health services (National Collaborating Centre for Determinants of Health and Nova Scotia Health Authority. Universidad de San Francisco Javier, 2022)

Este documento profundiza en el riesgo de exclusión que puede derivarse de la incorporación de medios digitales en el continuum de la atención sanitaria y, en definitiva, en la desigualdad que puede comportar el empleo de las nuevas tecnologías en el acceso equitativo a la salud 

¿Qué se entiende por equidad digital?

La equidad digital busca garantizar que todas las personas, especialmente los grupos históricamente desatendidos o subrepresentados, dispongan de la capacidad necesaria para el empleo de las nuevas tecnologías de la información de cara a la participación cívica y cultural, el empleo, el aprendizaje permanente y el acceso a los servicios esenciales. De ahí que la innovación si no plantea una naturaleza inclusiva de las iniciativas, sea un claro agente de inequidad ya que se convierte en un elemento que exacerba a las desigualdades con una nueva brecha: la digital.

Este documento, elaborado en el contexto y la experiencia canadiense, subraya el aumento de la dependencia de los medios digitales para brindar información y servicios de salud a las comunidades de Canadá y otros sectores, a consecuencia de las restricciones de salud pública para reducir el riesgo y la transmisión durante la pandemia de COVID-19. Se comprueba que las medidas han tenido un desigual impacto entre las poblaciones que ya experimentaban la carencia de recursos sociales y económicos, junto con la falta de acceso a la atención médica y otras formas de inequidad. En consecuencia, el cambio a los servicios de salud digitales ha supuesto que las poblaciones vulnerables, y que desde el punto de vista socioeconómico y médico podrían beneficiarse más de la telesalud, puedan ser las menos preparadas para su uso.

La incorporación generalizada de servicios de salud digitales durante la pandemia refleja como la intersección de barreras individuales, comunitarias y estructurales se ha convertido en un importante riesgo para el refuerzo de disparidades en el acceso a la salud en aquellas comunidades que más se podrían beneficiar de su uso.

Se constata la relevancia de los determinantes digitales de la salud para brindar servicios comunitarios y de salud que logren llegar a más personas en todo el proceso de atención a medida que crece el uso de las tecnologías de salud digital.

Por ello, las dimensiones clave a considerar para garantizar la equidad digital en el acceso a los servicios de salud son:

  • Accesibilidad

La disponibilidad de tecnología y servicios de salud digitales puede no ser suficiente para garantizar el acceso a estos. Además del acceso a elementos de hardware, software y conectividad a Internet, los niveles más altos de uso de Internet, lo que se denomina inclusión digital, se hallan asociados con la edad (más jóvenes), altos niveles de confianza, empleo, mayores ingresos y educación, y ubicación geográfica. Las personas adultas mayores, personas con capacidad lingüística limitada en inglés, las mujeres y quienes no disponen de una localización permanente para la atención sanitaria tienen menos probabilidades de emplear internet para el acceso a los servicios de salud. También las comunidades que viven en desventaja debido a la falta de ingresos y recursos, o quienes enfrentan un mayor riesgo de desastres y enfermedades, experimentan también inequidad en los servicios de salud digitales.

Por ello, promover opciones digitales en áreas afectadas por desventajas socioeconómicas que disponen de acceso limitado puede contribuir a reproducir las inequidades actuales o crear nuevos riesgos para los grupos que buscan equidad, ya que las comunidades desfavorecidas pueden tener que tomar decisiones sobre qué aplicación o servicio usar en función del costo o la seguridad, aunque haya mejores oportunidades disponibles para otros. La prestación de servicios virtualmente permite superar la distancia geográfica y crear oportunidades que antes no existían. Sin embargo, la falta de acceso a Internet y dispositivos confiables constituyen una barrera importante para la participación plena en los servicios digitales y afecta de manera desproporcionada a las poblaciones afectadas por otras inequidades. Es el caso de personas discapacitadas, con muy bajos ingresos o sin hogar, que pueden carecer de acceso a medios digitales, o de apoyos para acceder a ellos (transporte, instrucción, asistencia física para el uso de equipos, planes de datos limitados y demandas que compiten entre sí, etc.).

En definitiva, no abordar estos problemas significa que las soluciones digitales destinadas a aumentar el acceso y la calidad de la atención médica a menudo descuidan a quienes más las necesitan.

La lección aprendida con la pandemia de COVID-19, tras experimentar el cierre de muchos espacios públicos de acceso a WIFI gratuito, implica la extensión del acceso WIFI del interior de los edificios a espacios exteriores de modo que la planificación futura considere soluciones orientadas a la seguridad para el acceso y garantice su disponibilidad en caso necesario.

  • Asequibilidad

Las comunidades que tienen un estatus socioeconómico más alto se benefician más de las intervenciones digitales. De modo que reducir el costo de Wi-Fi en realidad no resuelve la brecha de equidad ya que se reducen los costes para las personas que pueden afrontarlos. Además, las comunidades de nivel socioeconómico más bajo pueden ser objeto de intervenciones digitales menos efectivas porque resultan menos costosas, lo que puede derivar en una pérdida de acceso a los servicios cuando sean necesarios.

En Canadá, el elevado coste de los dispositivos, internet y planes de datos suponen una barrera en la equidad en comparación con otros países. El Tercer Sector canadiense ha asumido una responsabilidad considerable al intentar reducir esta brecha a través de préstamos de dispositivos o planes de datos a corto plazo. Estos gastos agotan, con frecuencia, sus presupuestos operativos. Asegurar la financiación, gestionar la distribución de dispositivos, actualizar o expandir los planes de datos y ayudar al público a saber dónde acceder a Wi-Fi gratis de manera segura añade una carga financiera significativa a las organizaciones comunitarias.

Por ello, se hace necesaria la existencia de mecanismos para garantizar que, cuando las personas no tienen acceso o no pueden pagar los dispositivos tecnológicos, disponen de otras opciones para recibir los servicios apropiados (por ejemplo, mediante préstamo de dispositivos).

  • Alfabetización digital

Las personas que padecen situaciones de inequidad con frecuencia carecen de confianza en el uso de un medio digital y tienen conocimientos de salud limitados que les apoyen en la comprensión de lo qué hacer, que servicios ofrece el medio tecnológico y cómo emplearlo. Los factores que afectan a la alfabetización digital (la capacidad de usar de manera efectiva los servicios de salud digitales) incluyen el acceso previo a la salud electrónica, las habilidades técnicas y el conocimiento, así como la edad, la educación y las circunstancias vitales. Quiénes experimentan altos niveles de desventaja social corren el riesgo de experimentar los peores resultados de salud, pero también pueden carecer del acceso, las habilidades digitales y el conocimiento para la relación con los sistemas de salud digitales.

En consecuencia, la alfabetización digital debe ser incorporada en el desarrollo de estrategias de salud digital para mejorar la equidad en salud porque contar con un dispositivo conectado y acceso a internet no asegura la inclusión digital. La capacidad individual para el uso efectivo de los servicios digitales varía y está influenciada por los desafíos intelectuales, el deterioro cognitivo, la discapacidad, la enfermedad mental, la edad, el acceso y la exposición a oportunidades de aprendizaje anteriores. Con tantas aplicaciones, plataformas, sistemas operativos e interfaces, muchas personas experimentan desafíos al navegar por espacios en línea desconocidos. Los proveedores de servicios también enfrentan el desafío de aprender cómo conectarse y relacionarse con las personas en espacios en línea y hacer la transición de la programación presencial a formatos virtuales que satisfagan las necesidades de las personas.

Para promover la alfabetización digital, este documento sugiere la puesta en marcha de iniciativas que conecten a personal trabajador comunitario con jóvenes, personas adultas mayores y personas cuidadoras para recibir capacitación sobre cómo usar los servicios de salud digitales.

  • Relevancia

Las innovaciones desarrolladas contextualmente pueden beneficiar en gran medida los resultados de salud en un sector de la sociedad mientras crean, mantienen o aumentan inadvertidamente las disparidades de salud en otro ámbito. La relevancia va más allá del contenido e incluye factores que influyen en la aceptabilidad y el uso de las tecnologías digitales en entornos de bajos recursos. El desafío se encuentra en hacer que un contenido culturalmente relevante esté disponible en diversos entornos culturales al tiempo que se abordan los determinantes sociales de la salud en comunidades desatendidas. Se trata de garantizar la seguridad cultural y la adecuación de los servicios digitales para diferentes comunidades étnicas, culturales, etc. Para ello se habrá de contar con la participación de un corpus heterogéneo de personas usuarias en el desarrollo de intervenciones digitales. En cualquier caso, ninguna solución se adapta a todas las personas, que deben contar con opciones a elegir y con las que se sientan cómodas (mensajes de texto, llamadas telefónicas o videollamadas).

En definitiva, la salud digital es contextual dentro de las desigualdades socioeconómicas con las que viven las personas y las comunidades. La consideración de las desigualdades sistémicas y las circunstancias históricas y la participación significativa de los miembros de la comunidad en las decisiones sobre las tecnologías digitales en la salud pública deben ser una parte integral de los programas de salud digital, porque cuando las personas no se ven representadas en el servicio o en el sistema de salud, es menos probable que participen.

  • Seguridad y protección

La privacidad puede ser una preocupación para las personas afectadas por situaciones de desventaja socioeconómica y que necesitan compartir dispositivos móviles con familiares o amigos, o tomar prestado un dispositivo de una organización, o cuyo acceso a los dispositivos tecnológicos está controlado por otra persona. Así se comprueba que en Canadá algunas comunidades étnicas pueden desconfiar del sistema de salud debido a la exclusión, la falta de representación, el estigma y la discriminación que experimentan o han experimentado.

Las relaciones significativas con las comunidades que han sufrido discriminación son importantes para establecer la seguridad de las plataformas digitales de salud. Existe un riesgo significativo de empeorar o crear nuevas fisuras en la confianza entre las personas usuarias de las tecnologías y quienes crean y usan los datos que producen porque las personas que tienen condiciones de salud estigmatizadas pueden tener preocupaciones particulares sobre la privacidad y seguridad de las tecnologías de salud digital.

La experiencia indica que reunirse virtualmente con un/una profesional sanitario/a requiere una habitación privada y tranquila (no siempre posible cuando una persona tiene responsabilidades de cuidado de niños/as o personas mayores en el hogar, o en hogares pequeños con familias extensas que conviven, o en casos donde hay violencia de género). Incluso cuando las personas pueden encontrar accesos seguros en espacios públicos, se enfrentan a la estigmatización.

Conclusión

En definitiva, adoptar un enfoque de equidad en salud para los servicios de salud digitales requiere desarrollar una comprensión profunda de la relación entre la tecnología y la desventaja interseccional que enfrentan las personas más desfavorecidas a diario. Porque la equidad en salud significa que todas las personas (individuos, grupos y comunidades) tienen una oportunidad justa de alcanzar su pleno potencial de salud y no se encuentran en desventaja por las condiciones sociales, económicas y ambientales basadas en factores socialmente asignados como la raza, el género, la sexualidad, la religión o el estatus social.

Para lograr la equidad en salud se han de identificar y reconocer puntos de partida desiguales para conseguir que ciertos grupos accedan a la salud (servicios, bienestar y estado de salud, etc.) así como corregir los factores generadores de desequilibrios, en línea con lo planteado por la Estrategia Mundial de Salud Digital 2020-2025 auspiciada por la Organización Mundial de la Salud (que exige intervenciones de salud digital que incorporen integridad, el fomento de la confianza, la equidad, la ética, el fomento de la capacidad, la alfabetización y la evaluación del impacto de los factores socioeconómicos en el acceso y uso de las tecnologías de la salud).

Si desea ampliar esta información, puede consultar el documento “Equidad digital en los servicios de salud” (Digital equity in health services, National Collaborating Centre for Determinants of Health and Nova Scotia Health AuthorityUniversidad de San Francisco Javier, 2022).