Departamento de Salud / Igualdad, Justicia y Políticas Sociales

Guía metodológica de Buenas Prácticas contra el estigma

Fecha de publicación: 

Equipo de Coordinación Sociosanitaria

Imagen de la Guía de Buenas Prácticas contra el estigma

Imagen de la Guía de Buenas Prácticas contra el estigma

La Universidad Complutense de Madrid junto con Grupo 5 Contra el Estigma, ha elaborado la guía de Buenas Prácticas contra el Estigma cuyo objetivo es proporcionar orientación y metodología para luchar contra el estigma asociado a las personas con enfermedad mental, con discapacidad, y/o en situación de vulnerabilidad o exclusión social.

El estigma es uno de los factores que inciden en mayor medida, en la aparición de estereotipos, prejuicios y actitudes discriminatorias en nuestras sociedades y presenta un enorme impacto en el ámbito de la salud mental. Profundizando en este concepto, se ha constatado que no existe un único estigma sino diferentes tipologías de estigma. Autores como Livingston y Boyd (2010) distinguen tres tipos o niveles de estigma, estructural, social o público y personal.

El estigma estructural se relaciona con las leyes, normas y procedimientos que, dictados desde un nivel institucional o político, limitan los derechos y oportunidades de las personas estigmatizadas. El estigma social, por su parte, es aquel que se promueve por grandes grupos sociales en torno a estereotipos y prejuicios asociados a los trastornos mentales y que, también limitan la igualdad de oportunidades de quienes se ven afectado por un diagnóstico de este tipo. Por último, el estigma personal es aquel en el que las personas interiorizan los estereotipos y prejuicios asociados a una determinada situación o condición y provocan una merma de la calidad de vida de las personas que sufren una enfermedad mental.

Sin embargo, más allá de la salud mental, el estigma se extiende a características presentes en toda población (como el género, la orientación sexual, la etnia, las discapacidades, la edad, la nacionalidad, entre otros, etc.), que se convierten en estigmatizantes e interactúan entre sí. Tal y como se señala en la guía, se trata de lo que se denomina “interseccionalidad del estigma que afecta a las personas con varias características potencialmente estigmatizantes (trastornos mentales, sin hogar, minorías, etc.)”.

Para combatirlo, los/as autores de la guía han realizado una revisión de las principales intervenciones y prácticas que han demostrado eficacia para luchar contra el estigma. De dicha revisión, han construido un conjunto de indicadores de buenas prácticas que, de manera agregada, han dado lugar a la Escala de Buenas Prácticas contra el estigma.

Los indicadores señalados son los siguientes:

  1. Metodología: la metodología viene definida por la calidad, replicabilidad y transferibilidad de las intervenciones. En este sentido, la metodología se soporta por una evaluación de necesidades, el diseño de hipótesis y la evaluación de resultados.
  1. Efectividad: busca aunar acciones que resulten efectivas y eficientes, demostrables y que optimicen los recursos requeridos para su desarrollo/implementación.
  1. Sostenibilidad: se trata de acciones que puedan desarrollarse en el corto, medio y largo plazo sin perjudicar a la calidad de las mismas. Se distinguen tres tipos: sostenibilidad económica, medioambiental y social.
  1. Enfoque ético: de enorme importancia en las actuaciones anti-estigma, éstas deben cumplir con los códigos deontológicos establecidos y deben respetar la autoderminación y la autonomía de las personas.
  1. Enfoque de género: se trata de incorporar transversalmente el enfoque de género en todas las intervenciones, siendo especialmente importante considerar las desigualdades que se puedan producir por el hecho de ser mujeres y tener un trastorno mental, así como las interacciones que se puedan dar entre ambas condiciones.
  1. Enfoque inclusivo y participación: en el ámbito que nos ocupa, el enfoque inclusivo se ha desglosado en la consideración del trabajo en red, la accesibilidad, el lenguaje inclusivo y la interseccionalidad de las acciones emprendidas.
  1. Impacto social: se trata de un indicador muy vinculado a la participación y la sostenibilidad de toda intervención y hace referencia a aquellas actuaciones que generen un resultado beneficioso para una comunidad o colectivo.
  1. Innovación: es entendida como aquel cambio que desencadene una mejora significativa en el objeto o contexto en el que se aplique. En relación con la lucha contra el estigma, las Tecnologías de la Información y la Comunicación ofrecen nuevas y numerosas posibilidades para la experimentación, entre otras: la utilización de técnicas de realidad virtual, de videojuegos formativos, programas web y otros contenidos audiovisuales. 

Finalmente, a partir de las premisas señaladas se define una escala de Buenas Prácticas contra el estigma formada por ocho indicadores y 21 ítems. Dicha escala, ha sido contrastada por un grupo de expertos/as del ámbito académico y profesional y plantea líneas de trabajo para los próximos años.

La guía se dirige a un público diverso que abarca tanto a profesionales del sector como a personal investigador, estudiantes o ciudadanía con sensibilidad o proximidad a la cuestión estudiada.

Si desea ampliar esta información, puede consultar el informe completo aquí.