Departamento de Salud / Igualdad, Justicia y Políticas Sociales

Reflexiones éticas sobre el cuidado en la sociedad entre pandemias

Fecha de publicación: 

Equipo de Coordinación Sociosanitaria

Personas en contacto físico.

Personas en contacto físico.

La Fundació Víctor Griffols i Lucas publica un cuaderno con reflexiones éticas y salubristas sobre las recomendaciones preventivas planteadas durante la epidemia de COVID-19 que, además de suponer una limitación del contacto físico entre las personas, han afectado a la idea del cuidado como acto en sí y como fin de las propias políticas de salud pública.

El Cuaderno nº60 se abre con una presentación en la que se subraya la dimensión de interdependencia del cuidado y las implicaciones de la asunción de cuidados en un momento de epidemia: las inseguridades, los riesgos e incertidumbres que surgen en torno a los cuidados, entendidos como forma primaria y fundamental de apoyo de unas personas a otras, cuando estos se cuestionan e incluso se impiden. 

¿Es posible cuidarse sin tocarse? Esta pregunta es el objeto de respuesta de Txetxu Ausín, filósofo y científico titular en el Instituto de Filosofia del CSIC en su artículo 'Cuidar con tacto'. Tomando como punto de partida la concepción del cuidado como respuesta a la fragilidad y vulnerabilidad humanas, T. Ausín argumenta que la vulnerabilidad es el origen de la preocupación por la fragilidad del ser humano y se caracteriza por ser dependiente, selectiva, variable y multidimensional, es decir, que descansa, en definitiva, sobre factores que se pueden cambiar y respecto a los que se puede intervenir. La vulnerabilidad adquiere expresión en el cuerpo, como espacio de residencia de la fragilidad y, a la vez, manifestación de la necesidad de cuidados.

Por otra parte, el autor define el tacto como sensación o contacto con la piel de otra persona o de la propia (acción reflexiva), que puede adoptar diferentes formas. En su reflexión, T. Ausín reconoce la función del tacto en el reconocimiento de sensaciones o ausencia de estas, como elemento que determina la experiencia como individuos y como sociedad. De ahí su afirmación de que, desde el punto de vista sensorial, un ser humano no pueda sobrevivir sin las funciones que desempeña la piel.

La pandemia supuso en muchos casos una dolorosa privación de la experiencia sensorial en un mundo marcado en exceso por lo tecnológico y distante, según el autor. Y sus consecuencias se manifestaron en forma de limitaciones, dificultades o no favorecimiento de la conducta táctil, ya fuese durante el parto o en los primeros momentos de vida y contacto del bebé con su madre; ya fuese en el aislamiento, soledad y privación de tacto y contacto que padecieron muchas de las personas mayores institucionalizadas como perjuicio para su salud física y mental en nombre, precisamente, de la salud.

El autor finaliza su reflexión afirmando que si cuidar es hacerse cargo de la vulnerabilidad (intrínseca y social) vinculada al cuerpo, no es posible, entonces, cuidarse sin tocarse.

A continuación, desde la filosofía y desde la salud pública, respectivamente por Oriol Farrés y Lucía Artazcoz, se plantean una serie de consideraciones que ahondan en la cuestión de si las decisiones para la prevención de la transmisión de la COVID-19 estaban por encima de todo, como versión del dilema entre seguridad (en este caso salud) versus la libertad (en este caso autonomía) y si, en definitiva, las políticas de salud pública deben considerar el grado en que las intervenciones para preservar la salud son socioculturalmente aceptables al restringir libertades individuales, con efectos colaterales negativos y con afecciones desproporcionadas en el caso de determinados grupos de población.

En este contexto, L. Artazcoz, directora del Observatorio de Salud Pública de la Agencia Catalana de Salud Pública, reflexiona sobre la falta de explicitud de algunas de las reflexiones éticas en las decisiones tomadas por responsables políticos/as de Salud Pública durante la pandemia de COVID-19, lo que ha conducido a que las instituciones públicas, que regulan, deciden y difunden las políticas de Salud Pública, no hayan sido percibidas como dignas de confianza en algunos casos. Su artículo analiza algunos aspectos a tener en cuenta en las decisiones tomadas durante la pandemia de COVID-19 desde el punto de vista de la ética en la Salud Pública: la transparencia, la consistencia, la equidad, la información y la evaluación.

A continuación, Begoña Román, profesora de Filosofía Moral de la UB y presidenta del  Comité de Ética de los Servicios Sociales en Cataluña del detalla los problemas éticos que han derivado en fallos estructurales en el cuidado social e institucional que recibieron las personas más vulnerables, al menos hasta la llegada de las vacunas. Entre las cuestiones abordadas, B. Román hace referencia a la sanitarización de las residencias, o a lo que supuso la entrada de lo sanitario en el ámbito social, con el consiguiente rebaje de la percepción de la calidad de la atención social (poca profesionalización, porca organización, etc.) por parte de la opinión pública y la sociedad en general. También menciona el daño ocasionado al sector de los cuidados (y a sus profesionales) y la exposición pública de la descoordinación del sector social con otros ámbitos (salud, ayuntamientos, Tercer Sector, la comunidad, etc.); y como el edadismo se hizo patente, junto con la estereotipación que impuso una misma política para todas las personas mayores en residencias, sin atender a la heterogeneidad de perfiles y necesidades. B. Román afirma que con la sanitarización de las residencias se abandonó un modelo centrado en la persona para volver a un modelo centrado en la organización y en la seguridad.

Por su parte, José Augusto García, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, plantea las causas políticas y profesionales de esos mismos fallos en el cuidado obligado a las personas institucionalizadas en las residencias, incluidas algunas ideas para la mejora del modelo residencial en España. El autor identifica los diferentes conflictos éticos que se producen en relación con los principios de justicia, no maleficencia, beneficencia y autonomía y cierra su contribución con la necesidad de un cambio de modelo de los cuidados de larga duración. J. Augusto García formula que el cambio ha de orientarse hacia una clara integración de los servicios sanitarios y sociales; de modo que se articule en torno a pequeños núcleos de convivencia que posibilite una simulación lo más parecida a la vida en el hogar; que cuente con una mayor ratio de personal de apoyo; que avance, asimismo, en un crecimiento de los cuidados domiciliarios; y que desde el modelo de atención centrada en la persona se posibilite la autonomía plena en la elección del plan de apoyos.

Por último, el Cuaderno nº60 se cierra con la discusión y reflexiones en un formato más breve sobre los cuidados en tiempos de pandemia con la participación de Francisco Javier García León (Universidad de Sevilla), Joan Guix (Universitat Rovira i Virgili), el Colectivo Minerva, Màrius Morlans Medina (Vicepresidente del Comité de Bioética de Catalunya), Iris Parra (UAB), Bernabé Robles del Olmo (Universitat de Vic-Universitat Central de Catalunya).

Si desea ampliar esta información, puede acceder a la publicación 'Cuidarse en la sociedad entre pandemias' (Cuadernos de la Fundació Víctor Grifols i Luca, nº60, 2022)