Departamento de Salud / Igualdad, Justicia y Políticas Sociales

Sobre la feminización de la vejez

Fecha de publicación: 

Equipo de Coordinación Sociosanitaria

Rostro de mujer mayor

Rostro de mujer mayor

La Fundación Pilares ha publicado recientemente un artículo científico que bajo el título Género y envejecimiento en España. Perfiles, datos y reflexiones, analiza el envejecimiento poblacional desde una perspectiva de género, visibilizando la pluralidad de perfiles existentes en este grupo de población y aportando evidencias en torno a las variables que contribuyen a explicar la feminización de la vejez.

Una de ellas, es la esperanza de vida, que como señala el informe, es 'siempre y en todos los países', mayor en el caso de las mujeres. Si bien estadísticamente nacen más niños que niñas (esperanza de vida al nacer), la tendencia se invierte a partir de los cincuenta y más años, siendo las mujeres el grupo más numeroso; tendencia que se duplica al alcanzar edades avanzadas. Tal y como se señala en el informe 'A los 80 años hay 200 mujeres por cada 100 varones que llegan a alcanzar esa edad' (datos del INE, 2018).

Las mujeres tienen una esperanza de vida a los 65 años de más de 23 años, frente a los algo más de 19 años del caso de los hombres. A pesar de ello, son ellas quienes también presentan más problemas de salud y mayores índices de dependencia y discapacidad a medida que envejecen. El estudio diferencial del envejecimiento poblacional evidencia que las condiciones de vida de las mujeres mayores se caracterizan por una mayor prevalencia de situaciones de enfermedad, fragilidad o dependencia (soledad, escasez de ingresos, enfermedades invalidantes o que causan dependencia, viudedad, soltería, etc.); que conducen a que el incremento de años vividos, no se acompañen de un buen estado de salud o una vida autónoma. En palabras de Pilar Rodríguez, autora del estudio, 'Cierto es que las mujeres viven más tiempo, pero también lo es que los últimos años en la vejez se viven en peores condiciones de salud'.

Analizando las tasas de fecundidad, la tendencia a una baja natalidad junto con el ya señalado incremento de la esperanza de vida, conduce a un importante incremento del porcentaje de personas mayores que pasa de representar el 19,6% en 2020 al 31% en 2050, situándose en el subgrupo de mayores de 80 años en torno al 13,5% en 2060 (con una composición mayoritariamente femenina).

Este hecho obliga a reforzar los sistemas sanitarios, de protección social y de cuidados, especialmente considerando que las mujeres no sólo serán demandantes de cuidados si no prestadoras de ellos en muchos casos. Tal y como se recoge en el informe, 'Hay que abordar el fenómeno de la longevidad desde una mirada innovadora que ponga en el centro a las personas y sus aspiraciones en cuanto a modelos de vida y de cuidado a los que aspiran. Hacerlo, además, desde una perspectiva de género resultará obligado porque no solo la mayoría de las personas que requerirán cuidados serán mujeres; también lo continuarán siendo las personas cuidadoras, tanto del ámbito profesional como familiar'.

Al observar el nivel de estudios alcanzados se observa una evolución positiva según la cual, en las últimas décadas, las mujeres han experimentado un importante incremento en el nivel de estudios superando a las tasas masculinas e invirtiendo así, la tendencia a la baja cualificación de las mujeres.

En lo que respecta a lo que en el informe denominan estado civil y modos de convivencia, destaca el hecho de que la mayor longevidad de las mujeres les hace protagonistas de situaciones de vida marcadas en por mayores índices de viudedad y soledad. Estadísticamente, las mujeres mayores de 80 años son viudas frente al 25% de los hombres de esa edad y, encabezan los hogares unipersonales (INE, 2018). Según datos del INE (2018), más del 43% tenían 65 o más años y de estas un 72% eran mujeres.

Estas cifras tienen repercusiones no solo en términos de soledad si no especialmente, en términos de salud y cuidados. En palabras de la autora 'los hombres tienen más probabilidad de morir estando casados, y las mujeres siendo viudas. Y, por otro lado, y consecuentemente, que ellos tienen más probabilidades que ellas de ser cuidados por sus parejas'.

En lo que respecta a la salud, las mujeres refieren una peor salud auto percibida que los hombres y padecen un conjunto de enfermedades que les afectan en mayor medida como la demencia o la depresión, y cuya incidencia es mayor en el grupo de mujeres con edades más avanzadas. Desde una perspectiva no tan vinculada a la enfermedad si no al mantenimiento de la capacidad funcional de las personas para el desarrollo de su proyecto vital, resulta necesario analizar los apoyos y recursos que hacen posible envejecer de forma saludable.

En este sentido, las mujeres son, en mayor medida que los hombres, usuarias de los servicios y prestaciones orientados para el mantenimiento de una vida autónoma. Según datos recientes, en 2020 el 64% de las personas usuarias del DAAD eran mujeres (IMSERSO, 2020).

Paradójicamente, las mujeres tradicionalmente prestadoras de cuidados en el entorno familiar, reciben menos apoyo de la familia que los hombres, aun cuando también en la edad adulta, continúan ejerciendo tareas de cuidado para otros familiares dependientes (cónyuge, nietos/as u otros parientes). En consecuencia, las mujeres son las usuarias mayoritarias de la atención prestada por los servicios sociales.

En este sentido, el informe señala la necesidad de diseñar políticas sociales para las personas mayores con perspectiva de género y acordes a las necesidades actuales de cuidados, que se acompañen de servicios y prestaciones dirigidas al bienestar de las personas. En palabras textuales 'Impulsar líneas de actuación en este sentido exige realizar un cambio de enfoque en las políticas sociales, que signifique que se asume que estamos en una sociedad nueva donde la simetría entre los sexos se considera un avance social que tiene que ser apoyado con reformas que realmente se ajusten a este cambio social'.

El informe analiza también otros aspectos como la relación laboral de las mujeres, las situaciones de violencia y maltrato, así como la participación de las mujeres en la esfera pública.

Para concluir, señala algunas propuestas y líneas de intervención para facilitar la situación de muchas mujeres mayores, bien desde las administraciones públicas o bien desde asociaciones y/o entidades del tercer sector. Entre las propuestas dirigidas a los poderes públicos, se refieren la inclusión efectiva de la perspectiva de género en las actuaciones públicas, la investigación en torno al envejecimiento femenino (fragilidad, dependencia, soledad); la formación continuada para profesionales y familias; o la revisión de las prestaciones dirigidas a las personas mayores desde una perspectiva de género, entre otras.

En lo que respecta a las iniciativas propuestas para las asociaciones, se señalan el propiciar actividades que fomenten el envejecimiento activo de las mujeres, con formatos flexibles (interactivos) que faciliten la participación de las mujeres, el desarrollo de actividades grupales (talleres) formativos, dedicados a la compartición de vivencias, que fomenten el empoderamiento y la autoestima o que contribuyan a la generación de iniciativas en clave de género.

Si desea consultar el informe completo, pulse en el siguiente enlace: 'Papeles 6: Género y envejecimiento en España. Perfiles, datos y reflexiones'.