Departamento de Salud / Igualdad, Justicia y Políticas Sociales

Cuidando desde la comunidad. Las experiencias de Argentina, Ecuador y España

Fecha de publicación: 

Equipo de Coordinación Sociosanitaria.

Imagen de archivo

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La Revista Española de Sociología (RES) ha publicado un artículo en el que se realiza un análisis comparativo de la organización de los cuidados en tres países (Argentina, Ecuador y España), y en el que se sostiene la necesidad de estudiar la comunidad como agente para la provisión de cuidados.

Los cambios sociales y demográficos experimentados en las últimas décadas, entre los que destacan el envejecimiento poblacional, la reducción del tamaño de los núcleos familiares o, los cambios en la organización interna de las familias en lo que a la prestación de cuidados se refiere (rol tradicionalmente asignado a las mujeres); plantean importantes desafíos para las sociedades contemporáneas.

La crisis del 'modelo tradicional de cuidados' basado en el trabajo no remunerado de las mujeres, hace necesario el estudio y la redefinición de nuevos enfoques que planteen fórmulas sostenibles de la atención, así como una nueva conceptualización de la 'organización social de los cuidados'.

Tal y como señalan las autoras del artículo, este concepto se emplea para hacer referencia a la manera en que una sociedad distribuye los cuidados en torno a cuatro pilares: el Estado, el mercado, la familia y las organizaciones de la comunidad (Rodríguez, 2015), y mantiene que, si bien los tres primeros han sido ampliamente estudiados, el entorno comunitario aparece como un espacio poco explorado en la investigación social y con importantes potencialidades en la provisión de cuidados.

La comunidad es un puntal fundamental para el mantenimiento diario de relaciones y vínculos en los que se ofrecen atención y cuidados, al margen del núcleo familiar. Sin embargo, la heterogeneidad de las formas de provisión del cuidado en el espacio comunitario dificulta e invisibiliza su aportación en este campo.

La amplitud del concepto de 'cuidado en la comunidad', contempla una variedad de actividades y entidades que van desde la beneficencia a organizaciones de apoyo mutuo, o la creación de servicios de atención de gestión mixta. Todas, sin embargo, tienen un rasgo definitorio común y es que tanto prestatarios de cuidados como usuarios o receptores de los mismo, son sujetos colectivos y activos dentro del barrio, vecindario o comunidad.

En este sentido, la comunidad es definida como 'un conjunto de personas que se vinculan entre sí en el entorno inmediato generando vínculos de cooperación en torno a distintas cuestiones, entre las que destacamos la reproducción y cuidado de las personas y de la propia colectividad'. En base a esta definición, la comunidad alude a un espacio impregnado de valor, prueba de ello, se constata en la reciente respuesta ciudadana que desde la comunidad se ha ofrecido para hacer frente a la pandemia de COVID-19.

La provisión de las numerosas prácticas de cuidado desencadenadas en respuesta a la crisis sanitaria ha permitido visibilizar la solidaridad y la cooperación dispensada desde el entorno comunitario y dan muestra de la heterogeneidad de acciones desarrolladas por entidades y redes de colaboración y voluntariado para responder a las necesidades cotidianas del cuidado de una manera rápida y versátil, ya sea a través de grupos de apoyo mutuo, o mediante la solidaridad vecinal o a través de la preparación y distribución de comida para personas vulnerables.

En este sentido, la pandemia ha puesto de manifiesto la 'emergencia de la comunidad en contextos de crisis', así como los límites del Estado del bienestar para afrontar nuevas situaciones de necesidad social y sanitaria. Y ello conduce, necesariamente a un nuevo paradigma en torno al modelo de cuidados, un modelo que realice una distribución más equitativa de los cuidados y realce el valor de la comunidad.

En palabras de las autoras, 'se trata de articular una red donde lo público, lo privado y lo comunitario se teja para fomentar una responsabilidad compartida que supere la individualización. Reclamar la comunidad como agente de cuidados debe tener la consigna de apelar a la responsabilidad cívica y a la necesidad de cooperación a lo largo de nuestra trayectoria vital'.

El análisis de los tres países señalados ofrece una perspectiva interesante sobre los diferentes ritmos en la relación entre la comunidad y las políticas públicas dirigidas a la prestación de cuidados. Así, en el caso español, el valor de lo comunitario ha tenido un alcance limitado debido a la extensión de un sistema público de provisión. En este sentido, las autoras del estudio señalan que no es hasta el año 2008, cuando provocado por el impacto de la crisis económica, emergieron numerosos movimientos y actuaciones de base comunitaria enfocadas al cuidado de determinados grupos sociales. Entre estas actuaciones destacan la creación de redes de apoyo locales de ayuda para la crianza, de acompañamiento para evitar la soledad no deseada o relacionadas con la salud (personas que se encuentran en una fase de final de vida).

Estas prácticas de cuidados locales comunitarios han tenido su reflejo en la esfera académica, con la proliferación de nuevos conceptos que agrupan 'lo común' con 'lo público' y que son ‘utilizados para definir sistemas sostenibles de bienestar capaces de satisfacer las necesidades de las personas a través de fórmulas colaborativas que incentivan herramientas de participación y prácticas de cuidados solidarias entre la ciudadanía’.

En el caso de América Latina, sin embargo, el auge de lo comunitario tuvo su época de esplendor en la década de los años ochenta y los noventa con experiencias diversas que pasaban por comedores populares, cooperación vecinal y colaboración de la comunidad para reivindicar la provisión de infraestructuras y servicios estatales. No obstante, el carácter progresista de la política contemporánea de esta región del mundo abre nuevas corrientes para el espacio comunitario que se debaten entre la provisión estatal de los cuidados y una vertiente comunitaria ligada al territorio en la que el componente indígena adquiere una presencia importante.

Entre sus conclusiones, el estudio señala que, en el caso de España, se debe incentivar la equidad entre lo público y lo comunitario sin que ello suponga una desinversión estatal de los cuidados ni una delegación en las entidades sociales de estas funciones. En Argentina y Ecuador, el reto es el opuesto, es decir, estudiar la posibilidad de que los cuidados dispensados por la comunidad puedan disponer de un apoyo estatal que contribuya a revertir la feminización de los cuidados, representada por mujeres vulnerables sin derechos y con empleos precarios. Como elemento coincidente de los países estudiados, se señala el debate en torno a la 'socialización del cuidado' que supone una responsabilidad estatal para/con la provisión de los cuidados y un reparto equitativo de las tareas de cuidado entre hombres y mujeres.

Puede acceder al artículo íntegro a través del siguiente link: 'El ámbito comunitario en la organización social del cuidado'. Revista Española de Sociología, vol. 30, n. 2, 2021