Departamento de Salud / Igualdad, Justicia y Políticas Sociales

Vivir en la pobreza: perjuicios para la salud antes y después del COVID-19

Fecha de publicación: 

Equipo de Coordinación Sociosanitaria

Living in poverty was bad for your health long before COVID-19 (The Health Foundation, 2020)

Living in poverty was bad for your health long before COVID-19 (The Health Foundation, 2020)

La Fundación por la Salud (The Health Foundation) propone explorar con esta publicación elaborada por Adam Tinson la relación existente entre pobreza y salud y los efectos del COVID-19 en las poblaciones socioeconómicamente más desfavorecidas.

El autor confronta las medidas sin precedentes que ha demandado la gestión de la pandemia por COVID-19 frente a las iniciativas impulsadas en materia de desigualdades sociales en salud. En coincidencia con lo manifestado por el Informe Marmot 2020, Adam Tinson defiende que la ausencia de mejora en las condiciones de vida de determinados segmentos de la población en Reino Unido (y la brecha en la esperanza de vida entre las personas más favorecidas y las menores favorecidas) evidencia el estancamiento del progreso social y económico de la sociedad y la urgente necesidad de promover políticas que mejoren la salud de toda la población y nivelen los resultados de salud. De medidas que mitiguen la crisis económica derivada de la pandemia del COVID-19 depende la salud de la población a largo plazo.

El análisis de A. Tinson se circunscribe al contexto británico donde se comprueba que las personas que se encuentran en el 40% inferior de la distribución de ingresos tienen casi el doble de probabilidades de padecer problemas de salud que quienes que se encuentran en el 20% superior. La pobreza, por tanto, se asocia con peores resultados en salud, especialmente en el caso de situaciones de pobreza persistente, la modalidad más severa de esta y que prolonga en el tiempo una situación de extrema precariedad de tipo estructural.

La salud y los ingresos no tienen una relación directa. Cada uno puede afectar al otro durante diferentes períodos de tiempo y de diferentes maneras. Además, ambos se encuentran asociados también con otros factores que pueden influir en la salud. Por ejemplo, los ingresos están relacionados con la calidad de la vivienda, el trabajo y la educación. Tanto los ingresos como la salud pueden verse influidos de forma recíproca: cuanto más reducidos son los ingresos, existen más probabilidades de que se identifiquen "factores estresantes" que pueden dañar la salud y/o dificultar las oportunidades para una buena salud. Asimismo, una mala salud puede ser un factor que limite las oportunidades de empleabilidad o de estabilidad laboral y, consecuentemente, la mala salud acaba afectando al desempeño profesional como fuente de ingresos. Es decir, además de su valor inherente, la salud es un activo que produce valor social y económico.

Así, A. Tinson subraya la existencia de un debate sobre la importancia de cada uno de estos factores: la salud sobre los ingresos o los ingresos sobre la salud. Por ejemplo, la mala salud en la infancia se asocia con peores resultados en la edad adulta, tanto en términos de salud como en lo referido a la situación económica. Del mismo modo, el ingreso familiar a los 16 años se convierte en una influencia cada vez más importante en la salud de los adultos a lo largo de la vida.

Recientes investigaciones sugieren que la pobreza persistente se asocia con peores resultados en salud, en particular, en relación a la obesidad, enfermedades mentales y enfermedades crónicas; y que el número de episodios de pobreza "acumulados" a lo largo de la vida también se asocian con peores resultados en salud.

Primera ola de COVID-19

La llegada de la pandemia por COVID-19 a la sociedad británica coincide con un período de estancamiento económico y bajos niveles de resiliencia financiera, De hecho, el 65% de las familias en el quintil más bajo según nivel de ingresos disponía de una cantidad de inferior a 1.500 libras esterlinas (1.650 euros aproximadamente) de ahorros en el momento de declaración de la pandemia por COVID-19. 

La tendencia creciente de pérdidas de puestos de trabajos parece indicar que las futuras consecuencias económicas de COVID-19 van a ser asumidas por quienes disponen de los ingresos más bajos. Y el empobrecimiento de determinados sectores sociales entraña a su vez importantes riesgos para su salud, presente y futura, sumados a las consecuencias en los gastos en salud a largo plazo. A. Tinson destaca la emergencia de nuevos grupos de población en riesgo de pobreza que, ya incluso antes de la pandemia, comenzaba a afectar a hogares con trabajo, a familias monoparentales y a quienes viven de alquiler en el mercado privado. La reducción o falta de ingresos es más grave para aquellas personas y/o familias que han de destinar la mayor parte de sus ingresos a gastos esenciales: alimentación, vivienda, etc. lo que implica menores márgenes de ahorro o márgenes para la gestión de imprevistos.

En este sentido, el autor se manifiesta partidario de aumentar y/o complementar los ingresos de las personas con necesidades socioeconómicas durante el tiempo necesario como parte de una amplia política de apoyo (políticas de cobertura de ingresos familiares, políticas de creación de empleo y de reconversión profesional, políticas de protección social para personas desempleadas, etc.) a medidas de promoción de la Salud Pública, ya que la pandemia por COVID-19 ha exacerbado las desigualdades sociales (también en salud) al mismo tiempo que la crisis las ha agravado. En su opinión, cuanto más tiempo viva una persona sin un ingreso adecuado, mayor será el riesgo para su salud. Y este riesgo, a su vez, puede afectar la capacidad de esa persona para encontrar o mantener un trabajo, lo que podría resultar en un círculo vicioso de menor bienestar, menor productividad y una capacidad más limitada de participación social.

Si desea ampliar esta información, puede consultar la publicación “Vivir en la pobreza era malo para tu salud mucho antes del COVID-19” (Living in poverty was bad for your health long before COVID-19, 2020) editada por The Health Foundation.